La Paz. Un joven de 20 años murió por un disparo en la cabeza en un enfrentamiento con policías en un poblado de la región de Santa Cruz, este de Bolivia, en medio de protestas de partidarios del expresidente Evo Morales, informó un médico. Con este último caso ya son 10 los fallecidos por la violencia política tras los cuestionados comicios del 20 de octubre, según la fiscalía.
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“Fue por un impacto de bala que ha muerto”, informó el médico Jhonny Guzmán a la radio Fides, al precisar que el proyectil hizo impacto en la cabeza de Roberth C.S., de 20 años, en el poblado de Yapacaní, cercano a la ciudad de Santa Cruz, 900 km al este de La Paz.
Los leales a Morales estaban protestando en las calles, lo que motivó la reacción policial, pues otros vecinos temían saqueos. La crisis política en Bolivia, que según un balance del martes sumaba 7 fallecidos en 23 días de conmoción, persiste luego de que la derechista Jeanine Áñez asumiera como presidenta interina el martes.
El Instituto de Investigaciones Forenses (IDIF), que depende de la Fiscalía General, dijo en su último balance que 10 personas han muerto por la violencia política tras los comicios, la mayoría por armas de fuego. El anterior balance eran siete.
También se registran violentos choques en el centro de La Paz entre manifestantes leales a Morales y efectivos policiales y militares, que sacaron a las calles al menos una tanqueta, en el primer día del gobierno provisional de Bolivia.
Los choques se registraban a tres cuadras de la plaza Murillo donde en ese mismo momento la presidente interina, Jeanine Áñez, posesionaba a su nuevo mando militar, constataron periodistas de la AFP.
Los manifestantes, muchos llegados de El Alto, ciudad vecina habitada mayormente por migrantes, exigen la restitución de Morales al poder y el respeto a sus símbolos como la ‘whipala’, que representa a las nacionalidades indígenas y que fue irrespetada por policías en los días previos.
Los policías lanzaron bombardas de gas lacrimógeno a los manifestantes, que se parapetaron en la plaza de San Francisco, escenario de históricos eventos políticos, mientras una tanqueta blindada recorría el perímetro, aunque no efectuó ningún disparo, aparentemente con fines disuasivos.
Los disturbios se desarrollaban en momentos en que la presidenta provisonal posesionaba al nuevo mando de las Fuerzas Armadas y le pedía pacificar el país.
El “Estado nos necesita más que nunca para mantener la paz”, reafirmó el general Carlos Orellana, nuevo comandante de las tres ramas de las fuerzas armadas (ejército, aviación y armada).
Las manifestaciones se han concentrado en La Paz, Cochabamba, Sucre y Santa Cruz, donde los indígenas han desplegado cortes de ruta en apoyo de Morales, asilado en México, quien se dijo este miércoles dispuesto a retornar para apaciguar el país.
Legisladores del Movimiento al Socialismo (MAS), el partido de Morales y que tiene mayoría en la Asamblea Legislativa, anunciaron una batalla política ante la “ilegal sucesión”, dijo el diputado Juan Cala.
Morales renunció el domingo cercado por las protestas por supuesto fraude electoral y la presión de las fuerzas armadas.
El miércoles la policía le dio su reconocimiento a la mandataria. La víspera, tan pronto se autoproclamó, Áñez se reunió con el mando militar al que solicitó apoyo para la pacificación del país.
La Fiscalía informó que ha habido al menos siete muertos y más de cien heridos desde los comicios del 20 de octubre.
Asimismo, cocaleros del Chapare, bastión de Morales, tomaron el miércoles una vital carretera que une el occidente con Santa Cruz, en el oriente. “Exigimos el regreso de nuestro líder”, dijo la dirigente cocalera Segundina Orellana. Campesinos de otras regiones iniciaron protestas similares.
En La Paz los manifestantes exigían que Morales complete su mandato, que expiraba el 21 de enero de 2020.
El senador Arturo Murillo, ahora colaborador de Áñez, denunció al exministro Juan Ramón Quintana de estar operando desde la clandestinidad para articular las protestas contra el nuevo gobierno.
El Tribunal Constitucional avaló el procedimiento por el que Áñez se declaró presidenta interina ante el vacío de poder que generó la renuncia de Morales y su posterior ausencia del país.
Desde la Ciudad de México, Morales llamó a los actores del conflicto a participar en un diálogo nacional acompañado por países “amigos” y organismos internacionales. También acusó a la Organización de Estados Americanos (OEA) de servir más los intereses de Estados Unidos que a los de los pueblos latinoamericanos.
Ese organismo reveló irregularidades en el conteo de los votos de las elecciones presidenciales, lo que atizó las protestas y aceleró la renuncia del mandatario el domingo.
Áñez sumó apoyo de Estados Unidos y Brasil, pero su proclamación fue cuestionada por líderes afines a Morales.
“Esperamos con interés trabajar con ella mientras organizan elecciones libres y justas”, afirmó el subsecretario de Estado de Estados Unidos para el Hemisferio Occidental, Michael Kozak.
Brasil, el principal socio comercial de Bolivia, felicitó la asunción “constitucional” de Áñez y agradeció “su determinación de trabajar por la pacificación de Bolivia y la pronta celebración de elecciones”, según un comunicado de la cancillería brasileña.
En tanto, el presidente venezolano Nicolás Maduro repudió la proclamación de la “supuesta jefa de Estado” y catalogó el acto como una parodia al no haber contado, según dijo, con el quórum necesario.
En Argentina, la vicepresidenta electa, Cristina Fernández, comento en su cuenta de Twitter que “se ha instalado una nueva moda en Latinoamérica: parece que los presidentes ya no los eligen los pueblos... Ahora se autoproclaman con gran patrocinio mediático e inmediato reconocimiento de ya sabemos quién... y dicen hacerlo en nombre de la democracia”.
“Elecciones libres y justas son el camino para salir de la crisis, pero estas condiciones no existen actualmente y crear estas condiciones será una tarea enorme por la polarización política”, dijo Fiona Mackie, directora para Latinoamérica de The Economist al referirse a los desafíos que afrontará la Áñez.
Morales estuvo 13 años y nueve meses en el poder. Fue el primer presidente indígena y el que más años gobernó Bolivia, pero los escándalos de corrupción en su gobierno, su afán de reelegirse desconociendo un referendo que había rechazado esa opción y los señalamientos de autoritarismo mermaron su popularidad a pesar de su buena gestión económica.
Fuente: AFP