Santiago de Chile [AFP]. El movimiento social que estalló en Chile en octubre nació sin líderes ni color político, pero sí tiene un ícono cargado de simbolismos, el Negro Matapacos, un perro que por estos días posa en mil versiones, incluso en murales que lo elevan a ángel de la calle.
El perro, sin raza pero con dueña, murió en 2017 y ya había saltado a la fama en otra ola de protestas que sacudió el poder en 2011, cuando los estudiantes universitarios reclamaban calidad y gratuidad de los costosos estudios en Chile.
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En aquellas manifestaciones, el Negro Matapacos ladraba enfurecido cada vez que veía a un policía, llamados peyorativamente pacos en Chile. Asumía una postura en apariencia protectora de los estudiantes, manteniéndose a su lado incluso cuando quedaba envuelto en una nube de bombas lacrimógenas o empapado tras el paso del camión lanzagua.
Para muchos es el quiltro, como llaman en este país a los perros sin raza, que simboliza el movimiento “Chile Despertó” nacido en octubre pasado.
Aunque “el Matapacos original no era un perro callejero, se empoderó del movimiento de la calle al acompañar a los estudiantes a la primera línea de batalla”, rememora Marcel Solá, el escultor de una figura de tres metros de este can venerado por los manifestantes que desde la semana pasada posa cerca de Plaza de la Dignidad, como bautizó el movimiento a Plaza Italia, el histórico centro de celebraciones populares en Santiago.
- Arcángel canino -
Negro azabache, pelaje corto y duro, mirada triste rojiza pero intensa, piernas y cola largas. Una estampa que se repite en murales de todo tipo, rodeado de querubines rollizos o musas celestiales en las calles de Santiago, con lemas a favor del aborto, de educación gratis, mejores pensiones y un sistema de salud equitativo.
Desde 2009 hasta su muerte en 2017 el Negro Matapacos estuvo al cuidado de la señora María Campos, cerca de la Universidad de Santiago (Usach). Desde ahí siguió a los universitarios que pusieron contra las cuerdas al primer gobierno de Sebastián Piñera (2010-2014) en otra ola de protestas estudiantiles.
El estallido social que comenzó en Chile el 18 de octubre pasado, inicialmente por las alzas del transporte público, creció como un movimiento heterogéneo sin voz, sin tarimas, sin líder visible, y a más de 60 días de protestas se puede decir que la única iconografía que los une es el Negro Matapacos.
Su figura sobresale en camisetas, pañuelos atados al cuello, lienzos, murales, afiches y llaveros. La fama de este perro remonta a 2013, cuando un grupo de estudiantes de la Universidad Santo Tomás publicó en YouTube un documental llamado “Documental Matapaco (2013)”, en el cual escolares con uniforme cuentan que el perro solo le ladraba a la policía.
- Como un perro callejero -
En un Chile que debate en las calles el país que desea con mayor bienestar social, una sociedad a la que por estos días no le caben los motes de “conservadores” ni “introvertidos”, como los definen sus vecinos latinoamericanos, “un quiltro es el mejor emblema que podemos tener”, explicó a la AFP Camila Silva, una joven de 29 años, integrante de Madeja Negra Colectiva, un grupo de bordado por la dignidad que también nació al calor de las marchas.
Este grupo de 10 jóvenes bordó durante una semana el pañuelo rojo para la escultura de este perro negro hecho de materiales reciclados a partir de los residuos de las multitudinarias marchas en Santiago. La estructura del perro está hecha del fierro de las rejas destruidas en la ciudad y papel maché, enchapado en láminas de metal.
“Los quiltros de la calle son abandonados, sufren el maltrato, la segregación, de alguna manera la discriminación, abusos de distintas maneras y lo peor de todo, la indiferencia de muchas personas”, explicó a la AFP Solá, artífice del proyecto que convirtió al Negro Matapacos en una escultura que fue trasladada a una plaza en una procesión musical, repleta de jóvenes, músicos, bailarines, actores de teatro que alzaron al perro esquivando los disturbios del viernes pasado, en otra jornada muy violenta.
Solá cree que es “precisamente esa analogía la que se lleva a gran parte de la sociedad chilena, que se entregó a la primera línea de la gente, es lo que simboliza este movimiento también, la unión, la entrega y va más allá del liderazgo de una persona”, indicó el escultor de un perro que hoy reemplaza estatuas de próceres.