Santiago. Instagram, Twitter y otras redes sociales son protagonistas de las movilizaciones que desde hace 11 días mantienen a Chile en una crisis social sin precedentes. Sea cual sea la postura ante las protestas y el “hashtag” que la acompañe, la movida se gesta en esas plataformas.
Sin líderes a la vista, protestas multitudinarias y pacíficas que piden un país más justo conviven con llamados a destructivas intervenciones callejeras y saqueos que escapan a los controles policiales.
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Dos mundos antagónicos conforman un desafiante escenario para las fuerzas de seguridad y el gobierno del derechista Sebastián Piñera, que sigue sin encontrar una solución a la crisis.
“No se podría entender este fenómeno sin las redes. La gente conectada, todos con todos, con mensajes que alcanzan una expansión y flexibilidad muy grande dando esta gran dimensión al movimiento”, dice a la gencia AFP Eduardo Arriagada, periodista y decano de la Facultad de Comunicaciones de la Universidad Católica.
Bajo la consigna #LaMarchaMasGrandeDeChile, más de un millón de personas se congregaron el viernes en Santiago, y cientos de miles se sumaron a lo largo del país, creando una postal histórica generada por internautas anónimos que viralizaron la convocatoria.
Andrés Scherman, director del Magíster en Comunicación de la Universidad Diego Portales, considera que la marcha del viernes ejemplifica al detalle el papel que juegan las redes en la actualidad.
“Nadie sabe quién llamó primero a la marcha, no hay una organización que lo hiciera formal. Sin embargo, se organizaron perfectamente sin un dirigente o responsable y eso sería imposible sin el nivel de penetración de uso que tienen las redes sociales”, acota.
¿Y el líder?, ¿qué líder?
Si en el pasado un letrero seguido de los líderes de un movimiento encabezaba los desfiles, en el 2019 esa estructura quedó en el olvido.
El estallido social chileno, que pide cambios profundos en el modelo neoliberal imperante, generador de elogiados índices macroeconómicos y de profundas grietas sociales entre los 17 millones de habitantes, es fiel a este nuevo paradigma en el que el protagonista es el todo.
“Nadie sabe la historia completa, la gente se suma sabiendo que es una más e igual a todos los que están ahí. Por eso en el momento que aparece alguien a intentar imponer un liderazgo es mirado por la gente como si aquello fuera una acto desubicado”, incompatible con la movilización, señala Arriagada.
A las dos semanas del inicio de las protestas, ni políticos ni sindicatos pudieron transformarse en interlocutores válidos de las demandas sociales que desataron la crisis que llevó a Piñera a sacar a los militares a patrullar por nueve días las calles, por primera vez desde el fin de la dictadura en 1990.
Para Arriagada este lado democrático, tiene su contracara ya que “integra a todo el mundo, incluido los violentos”.
Asimismo, “esta horizontalidad hace más compleja la resolución de la crisis”, advierte Scherman.
“El movimiento puede articular las protestas, pero a la hora de convertirla en una propuesta o solución a la crisis no hay nadie, una contraparte, con la que el gobierno pueda negociar”, afirmó.
Confianza vs ‘Fakenews’
Domenica, de 22 años, recuerda cómo se involucró en las protestas que comenzaron con un llamado a evasiones masivas en el metro metropolitano, en rechazo al aumento de tarifas.
“La gente empezó a compartir en Instagram imágenes y videos de ‘pacos’ (policías) reprimiendo, peleando con estudiantes. Así comenzó todo, y gente que yo conocía empezó a enviar convocatorias para que nos sumáramos a las protestas”, comentó la estudiante.
Los llamados a protestar “me llegaban por conocidos, amigos y eso genera confianza”, admite.
“Por Whatsapp también recibo llamados, pero son más mensajes como las cadenas que se usaban antes y no confío tanto en ellos”, explicó la joven que ha participado en marchas que tienen a estudiantes como grandes protagonistas.
Scherman habla del “lado luminoso de las redes”, ese que permite compartir información, crear y alcanzar una masa crítica que genera discusiones enriquecedoras para la sociedad.
Sin embargo, “hay un lado más complejo en donde proliferan las noticias falsas y esto ha sido fuerte en estos días”, agravando la situación y generando aún más desconfianza en las instituciones que ya estaban de capa caída en la opinión pública.
Una desconfianza que se agiganta por estos días, en medio de una crisis que suma 20 muertos y más de mil heridos.
Fuente: AFP