La confesión de los presuntos responsables del asesinato del excandidato presidencial Álvaro Gómez Hurtado en 1995 ha reabierto la polémica sobre uno de los magnicidios más importantes de la historia contemporánea de Colombia.
La semana pasada, el antiguo Secretariado de la exguerrilla de las FARC envió una carta a la Jurisdicción Especial para la Paz (JEP), la instancia de justicia transicional creada a partir de los acuerdos de La Habana, en la que asumen su responsabilidad por la muerte de Gómez, entre otros cinco casos.
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“Reconocemos que fue un error haber asesinado a un político de la talla de Álvaro Gómez Hurtado. Hemos leído sus biografías y hoy sabemos que su contribución a la paz del país habría sido fundamental. Pero la guerra nubla la mirada del futuro y sólo permite ver la realidad en blanco y negro para dividirla en amigos y enemigos”, escribieron luego en un comunicado difundido durante el fin de semana.
“Hoy sabemos que nuestros adversarios en la guerra pueden ser nuestros aliados en la paz”, agregaron.
La confesión generó gran revuelo y, en lugar de poner punto final al misterio sobre este asesinato, abrió viejas heridas que un cuarto de siglo más tarde siguen sin sanar.
Pero, ¿quién era Álvaro Gómez Hurtado?
Un conservador que buscaba el cambio
Nacido en 1919, Álvaro Gómez Hurtado era hijo del expresidente conservador Laureano Gómez, quien gobernó Colombia entre 1950 y finales de 1951, cuando tuvo que dejar el cargo por problemas de salud.
Gómez Hurtado pasó gran parte de su niñez y adolescencia en el extranjero, primero en Buenos Aires, donde su padre fue embajador; y luego en Europa, donde estudió en colegios en París, Bruselas y Berlín.
A los 22 años egresó como abogado de la Pontificia Universidad Javeriana, aunque profesionalmente se vinculó mucho con el periodismo al hacer carrera en el diario El Siglo, fundado por su padre y que Gómez Hurtado llegó a dirigir durante tres periodos distintos.
En paralelo, Gómez Hurtado desarrolló una carrera política que le llevó a ser miembro de la Cámara de Representantes, senador y candidato a la presidencia de la República en tres ocasiones (1974, 1986 y 1990).
También fue embajador en Italia, Estados Unidos y Francia; y uno de los miembros más votados de la Asamblea Nacional Constituyente que redactó la Constitución de Colombia de 1991.
Reconocido también como intelectual y humanista, sus partidarios en Colombia aún lamentan que no haya llegado a la Presidencia de la República, un cargo para cuyo ejercicio -aseguran- estaba sobradamente preparado.
“Álvaro Gómez Hurtado no fue presidente de Colombia porque este es un país que no estaba preparado para tener, como máximo dirigente, a un hombre de esa estatura intelectual, humana y moral”, escribió hace cinco años en el diario El Heraldo el abogado Abelardo De La Espriella.
“Así como lo oyen: Colombia era un villorrio acostumbrado a políticos del común y a prácticas politiqueras, en el que un estadista con visión global sobre la cosa pública y convicciones profundamente democráticas, además de una honestidad a toda prueba, generaba gran prevención entre aquellos que añoraban que las cosas siguieran como estaban”, lo elogió De la Espriella.
Del talante dialogante de Gómez Hurtado da cuenta un intercambio epistolar que sostuvo con el entonces líder del M-19 Carlos Pizarro, cuando ese grupo guerrillero lo tuvo secuestrado durante 53 días en 1988.
Gómez Hurtado llevaba a cuestas la paradoja de ser un conservador que abogaba por el cambio, no de gobierno sino de lo que él llamaba el “régimen”.
“Lo que él decía era que en Colombia el Estado se había vuelto un botín, el instrumento, mejor, de un enmarañado concurso de intereses particulares que adulteraban y distorsionaban el sentido de lo público, la idea misma del bien común, y por eso lo que había empezado a caracterizar la vida política en el país, desde hacía años, no era ya la solidaridad sino la complicidad, que es su degeneración, su versión bastarda”, escribió su biógrafo Juan Esteban Constaín en el libro “Álvaro, su vida y su siglo”.
Gómez Hurtado fue docente y fundador de la Universidad Sergio Arboleda y fue justo saliendo de dictar clases allí, cuando cayó víctima de unos sicarios que le emboscaron el 2 de noviembre de 1995 y que, con cuatro disparos en pecho y cabeza, cegaron su vida.
Versiones encontradas
En casi 25 años, el misterio de la muerte de Gómez Hurtado nunca se ha aclarado y, por lo pronto, no es evidente que la inesperada confesión de las FARC ayude mucho a deshilvanar la madeja.
Cuando se produjo el asesinato, incluso hubo versiones que apuntaban a responsabilizar al entonces presidente de Colombia, Ernesto Samper, y a su ministro de Interior, Horacio Serpa.
Gómez Hurtado era por aquella época uno de los críticos más feroces del gobierno de Samper, cuya renuncia solicitaba por el escándalo sobre el supuesto financiamiento que recibió para su campaña electoral por parte del Cartel de Cali.
Familiares del político asesinado rechazaron la confesión de las FARC y la denunciaron como un intento de “lavarle la cara a Samper”.
“No hay indicio de que fuera la guerrilla”, dijo Enrique Gómez Martínez, sobrino de Álvaro Gómez Hurtado, en declaraciones al diario colombiano El Espectador.
Según su versión, el asesinato fue un crimen de Estado, en el cual participaron el Cartel del norte del Valle, con respaldo de la fuerza pública.
Samper y Serpa, quienes insisten en su inocencia, han expresado su sorpresa por el giro que ha tomado el caso y han dicho ser víctimas del silencio de las FARC.
El actual mandatario colombiano, Iván Duque, puso en duda la versión de las FARC.
“Adjudicarse esos crímenes cuando ya hay garantías de que nadie va a pagar cárcel no deja de generar dudas, sospechas, preocupaciones y yo quiero que ese crimen horrendo sea esclarecido”, dijo.
En cambio, el expresidente de Colombia Juan Manuel Santos, quien suscribió los acuerdos de paz con las FARC, consideró que la confesión constituye “un gran paso hacia la verdad, base de la reconciliación”.
Lo que dicen las exFARC
En su declaración pública, la exguerrilla prometió explicar ante la JEP y la Comisión de la Verdad “por qué Álvaro Gómez Hurtado era considerado por nuestra organización un objetivo militar y un enemigo de clase que representaba a quienes habían declarado la guerra a las nacientes FARC-EP y por qué decidimos callar este hecho todos estos años”.
Según señala el diario El Espectador, algunas de las razones que pudieron haber tenido las FARC para cometer este asesinato tienen que ver con el rol que Gómez Hurtado jugó a inicios de la década de 1960, cuando como senador pidió la intervención de las fuerzas militares sobre unos territorios que calificó como “repúblicas independientes”, las cuales no estaban bajo el control del Estado sino de organizaciones campesinas.
De acuerdo con esta versión, el fundador de las FARC, Manuel Marulanda Vélez, consideraba que debido a la presión de Gómez Hurtado y de los conservadores, el gobierno del presidente Guillermo León Valencia ordenó en 1964 la llamada Operación Soberanía, también conocida como operación Marquetalia, enviando miles de soldados a enfrentarse con esos grupos campesinos que luego se constituirían en las FARC.
De ser así, la guerrilla habría tardado o esperado más de tres décadas para pasarle factura a Gómez Hurtado por sus denuncias.
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