El 11 de setiembre de 1973, el general Augusto Pinochet dio un golpe de Estado en Chile contra el presidente socialista Salvador Allende. Lo que vino después fue una dictadura que en 17 años torturó a miles, dejó 3.200 asesinados y 1.162 desaparecidos. Hoy el país conmemora los 50 años del quiebre de la democracia con una fuerte división y con la figura del golpista en pleno ascenso entre la opinión pública.
La derecha tradicional chilena, que está agrupada en la coalición Chile Vamos, ya dijo el miércoles que se ausentará de los actos oficiales conmemorativos de este lunes y que no firmará la declaración en favor de la democracia que promueve el presidente Gabriel Boric. El mismo anuncio hizo la ultraderecha del Partido Republicano.
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Quienes sí firmaron esa declaración fueron los expresidentes Sebastián Piñera, Michelle Bachelet, Ricardo Lagos y Eduardo Frei.
A la ceremonia oficial de este lunes sólo asistirá Bachelet. Piñera declinó la invitación el miércoles, mientras que Lagos y Frei, ambos jefes de Estado durante la Concertación, la coalición que lideró la transición tras el fin de la dictadura, habían declinado antes.
El texto impulsado por Boric incluye cuatro puntos: “cuidar y defender la democracia”, “enfrentar los desafíos de la democracia con más democracia”, “la defensa y promoción de los derechos humanos” y “fortalecer la colaboración entre Estados”.
Chile Vamos respondió a Boric presentando su propio texto, sin mencionar a la dictadura ni al golpe de Estado, e insistiendo en condenar también lo que consideran “las violaciones a los derechos fundamentales” ocurridas durante el Gobierno de la Unidad Popular de Salvador Allende.
Al acto de este lunes,
que se celebrará en una plaza aledaña al palacio de La Moneda, acudirán varios líderes mundiales, como el presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, el colombiano Gustavo Petro, el argentino Alberto Fernández, el uruguayo Luis Lacalle Pou y el portugués António Costa.
La figura de Pinochet en ascenso
El 11 de marzo de 1990, Pinochet entregó el poder tras perder un plebiscito quer perdió, pero permaneció otros ocho años al frente del ejército. Además, fue senador “vitalicio” hasta el 2002.
En mayo de este año, una encuesta de la prestigiosa firma Cerc-Mori titulada “Chile a la sombra de Pinochet” sorprendió al país: un 36% de los encuestados consideraba que las Fuerzas Armadas “tenían razón para dar el golpe de Estado”. Hace solo 10 años, el 18% justificaba el golpe. Y en el 2013, cuando se cumplieron 30 años del golpe, era del 16%.
En la misma encuesta de mayo del 2023, un 41% señaló que los militares “nunca tienen razón” para un golpe de Estado.
Las cifras reflejan una cambiante opinión pública en Chile. Cerc-Mori ha hecho la misma pregunta durante los últimos 20 años: En el 2003, un 46% dijo que “nunca hay razón para dar un golpe”, la cifra subió al 65% en el 2006, bajó a 54% en el 2009 y subió a 68% en el 2013.
Además, en la útimima encuesta de Cerc-Mori un 39% de los consultados contestó que Pinochet modernizó el país y un 20% lo veía como el mejor gobernante del siglo XX.
Marta Lagos, directora de la encuestadora regional Latinobarómetro y fundadora de Mori Chile, le dijo a El Mostrador que no existe una posición definitiva entre los encuestados sobre la dictadura de Pinochet.
“La transición validó a Pinochet”, sostuvo Lagos, al referirse a los primeros Gobiernos que desde 1990 se alternaron el poder en Chile.
Recordó que Pinochet dejó el poder en marzo de 1990 y que, de inmediato, se convirtió en comandante en jefe del Ejército hasta 1998, lo que no permitió enfrentar las atrocidades vividas en la dictadura.
“Hemos sido muy tolerantes con quienes venían de la dictadura. Aquí hay un sinnúmero de personas que participaron en cargos políticos de envergadura durante la dictadura y que continuaron tratando de representar a la gente en democracia. Eso no se ha dado en ninguna otra dictadura... En otros países no encuentras a ministros de la dictadura ejerciendo como senadores, ni a exsubsecretarios de la dictadura siendo alcaldes. Mi conclusión, con este estudio, es que hemos validado a Pinochet”, anotó Lagos.
Para Andrés Gómez de la Torre, especialista en temas de Defensa, a diferencia de las dictaduras militares de Argentina y del Perú, que tuvieron un desastroso manejo económico estatista e intervencionista, Pinochet tuvo algún acierto en materia económica por el plan y el equipo que formó a partir de 1974, de ahí su alta aceptación en la última encuesta.
“Hay una reminiscencia porque finalmente se estabilizó la economía y hubo algunos indicadores de desarrollo, y eso comparativamente con otros gobiernos militares marcó la diferencia. Fue clarísimo. Y cuando entra al poder La Concertación con Patricio Aylwin, este dice crecimiento con equidad, pero no toca muy a fondo el modelo económico instaurado por Pinochet, sino que le quiere dar un contenido social, pero falló en ese propósito de buscar equidad social frente al crecimiento económico”, indica Gómez de la Torre en diálogo con El Comercio.
Octavio Avendaño, politólogo y académico de la Universidad de Chile
-¿Cómo recibe Chile la conmemoración de los 50 años del golpe?
Independientemente de la conmemoración de los 50 años del golpe, no existe una opinión compartida respecto de lo que fue el golpe, no hay una condena generalizada: hay sectores que lo justifican y hay otros que condenan. Tampoco existe una opinión común respecto de lo que fue la etapa previa, vale decir la experiencia de la Unidad Popular, ni de lo que viene después, la experiencia de la dictadura. Los sectores a favor y en contra de entonces se replican hasta el día de hoy.
Ahora, esta conmemoración tiene algo especial más allá de los 50 años, tiene que ver con que no solo se está incluyendo el momento mismo del golpe, sino que se está haciendo un balance de lo que pasó, y hacer un balance significa tener opinión respecto de la experiencia de Unidad Popular, el golpe, la experiencia de la dictadura y el proceso de transición y los gobiernos democráticos en los 30 años siguientes. Y eso genera mayor complejidad desde el punto de vista del análisis. Desde luego, el elemento más central y controversial tiene que ver con el golpe mismo.
-¿Por qué un 36% de encuestados cree que hubo una razón para el golpe de Estado, por qué la opinión pública de Chile es tan cambiante con respecto a la figura de Pinochet?
No es que la opinión pública de Chile sea cambiante, yo creo que ha habido desde hace mucho tiempo una evaluación positiva respecto de la experiencia dictatorial e incluso de la figura de Pinochet. A pesar de que haya sectores que se nieguen a reconocer esta realidad. Las experiencias dictatoriales dejan una huella, una secuela, que también se expresa en términos culturales, de reconocimiento e incluso de nostalgia. Hay sectores que sienten nostalgia respecto del pasado autoritario cada vez que hay situaciones de crisis o problemas asociados a la seguridad ciudadana, a la inestabilidad del orden social y político, aparecen voces que apelan a la solución de tipo autoritaria. Entonces, ese autoritarismo está presente en una franja importante de la sociedad chilena, algunos hablan de 30% o más. Otros hablamos que puede llegar al 40% de la población.
-¿En qué fallaron los gobiernos de centroizquierda para evitar que la figura de Pinochet emerja como los está haciendo ahora?
Los gobiernos de centroizquierda no lograron revertir el tema porque se requería de una transformación cultural, algo que no se logró. Se requería también de una mayor centralidad en la educación ciudadana y en la educación cívica. El modelo educacional se tendió a mercantilizar y a centrarse en aspectos de orden productivo y pragmático, dejando de lado la formación ciudadana y la cívica. El resultado es lo que tenemos hoy: una ciudadanía desinformada, apática, desinteresada respecto de los asuntos públicos y con ciertas inclinaciones de tipo autoritario.
-¿En los colegios se enseña lo que fue la dictadura, se habla claramente de dictadura?
En los colegios ahora sí se habla de dictadura, pero para los jóvenes la dictadura es algo bastante remota, no es algo que lo asocien a la realidad del presente. Hay que tener en cuenta que cuando hablamos de la dictadura en términos objetivos, estamos frente a un acontecimiento que deja huellas y varios legados desde el punto de vista económico, institucional y político, en materia de violaciones a los derechos humanos, y ese legado está presente hoy. Porque tenemos la institucionalidad política, el modelo económico heredado, los problemas no resueltos en materia de derechos humanos. Pero para los jóvenes que no vivieron la experiencia dictatorial o que nacieron después de los años 90, más del 60% de la población, la experiencia dictatorial es algo muy remoto, no lo asocian al presente.
La justicia, una tarea pendiente
Pinochet murió en el año 2006 sin pisar la cárcel. Nunca fue sentenciado por los crímenes de la dictadura. Cuando falleció tenía 91 años y estaba bajo arresto domiciliario por tres casos de violaciones a los derechos humanos y uno de malversación de fondos públicos.
Recién desde el año 2000 comenzaron a investigarse en profundidad las denuncias por secuestros, violaciones, asesinatos y torturas durante la dictadura.
En la actualidad, unos 250 militares están presos por violaciones a los derechos humanos.
Y este año la Corte Suprema emitió sentencias definitivas en casos emblemáticos como el de la “Caravana de la Muerte” y el asesinato del cantautor Víctor Jara, ocurrido en 1973.
Para Octavio Avendaño, politólogo y académico de la Universidad de Chile, la justicia por las violaciones a los derechos humanos es una tarea pendiente.
“Falta camino por recorrer, partiendo porque los sectores de la derecha que fueron cómplices en el fondo de todo lo ocurrido nunca han hecho un reconocimiento y una autocrítica, ni tampoco han asumido la responsabilidad. Hay sectores de las Fuerzas Armadas que no han querido colaborar en el esclarecimiento de las desapariciones. Entonces, en materia de justicia yo creo que falta bastante. Sin embargo, el discurso público cae en una simplificación de que hay que avanzar hacia una mayor reconciliación, ¿pero reconciliación sin justicia cómo es posible? Hay acá mucho por delante y muchas tareas pendientes que deja la experiencia autoritaria y por ello es tan fuerte y tiene una connotación tan notoria la conmemoración de los 50 años”, sostiene Avendaño en diálogo con El Comercio.
Andrés Gómez de la Torre indica que en el tema de los derechos humanos y de Pinochet, el lema del presidente Patricio Aylwin fue justicia en la medida de lo posible, porque era muy difícil encabezar esa transición.
“Hay que recordar que Pinochet no pudo ser removido de la comandancia general del ejército por el presidente cuando se lo solicitó. Él dijo que la mejor garantía para la estabilidad de su gobierno era su permanencia como comandante en jefe. En el Chile de los 90 era imposible pensar en una suerte de ‘argentinización’, es decir, lo que hizo Raúl Alfonsín con los juicios inmediatos a las juntas militares, no había forma de hacerlo. Los militares chilenos, a diferencia de los peruanos y los argentinos, salieron bastante fortalecidos con la transición a la democracia. No se hizo justicia porque Aylwin estaba muy maniatado. Fue una transición muy compleja, en cámara lenta desde el punto de vista político por los poderes fácticos que conservaban los militares”, sostiene Gómez de la Torre.
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