Las cifras son avasalladoras: a Chile le tomó en menos de un mes vacunar contra el coronavirus a 3 millones de personas. Mientras tanto, otros países de la región sufren al tratar de acceder a las dosis y garantizar una distribución eficaz.
Las puntos que diferencian al modelo chileno de otras naciones saltan a la vista al entrar a la página web en la que el gobierno del país del sur informa sobre el plan de vacunación contra el COVID-19. Hay calendarios, formularios para encontrar los locales más cercanos para recibir las dosis, así como los recuentos actualizados de los vacunados e información de utilidad. Todo identificado con el hashtag #yomevacuno.
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Según el registro de Our World Data, hecho en colaboración con la Universidad de Oxford, Chile es el quinto país del mundo en administrar más vacunas por cada 100 habitantes, solo por debajo de Israel, Emiratos Árabes Unidos, Reino Unido y Estados Unidos.
Y las metas chilenas también sorprenden: quieren inmunizar al 80% de la población en el primer semestre del año.
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Por su lado, “France 24” trae a colación el apodo que ha recibido Chile por su gran capacidad de gestión en el plan de vacunación: “el Israel de América Latina”.
Una de las razones del éxito del plan, dice el medio francés, es que, a pesar de sus problemas, el sistema de salud está consolidado en tanto atiende al 80% de la población.
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También se menciona la compra masiva y diversificada de vacunas. En palabras de “El Confidencial”: “[Chile] compró bien y sin mirar a quién, desde las estadounidenses Pfizer-BioNTech y Johnson & Johnson hasta la china Sinovac, pasando por la británica Oxford-AstraZeneca”.
“Las autoridades chilenas también se encuentran en proceso de negociación para la compra de la rusa Sputnik V y reciben dosis mediante el mecanismo Covax liderado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y que busca garantizar el acceso a la vacuna a países en vías de desarrollo”, agrega el medio.
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Las facilidades que el gobierno le dio a los ensayos clínicos también fueron vitales. “La apertura chilena a esta experimentación dio sus frutos: un convenio de colaboración entre la Universidad Católica de Chile y Sinovac Biotech, por ejemplo, facilitó el acceso a la vacuna china, que actualmente es la más suministrada en la nación, a un precio considerablemente menor”, se lee en “El Confidencial”.
De la mano con el sector privado
La buena respuesta del Estado chileno es reconocida por Jaime Pomareda, el embajador peruano en dicho país, quien conversó sobre el tema con El Comercio. “La vacunación en Chile es un proceso que ha observado significativos avances y que viene desarrollándose con mínimos incidentes y ajustes”.
Y siendo que uno de los temas que se debaten en el Perú es la presencia de los privados en el proceso de vacunación, es importante la explicación de Pomareda sobre el proceso chileno. Él agrega:
“Está exclusivamente a cargo del Ministerio de Salud de Chile. Es un proceso gratuito y voluntario, donde los privados no tienen ninguna participación más allá de algunas clínicas que tienen convenios para funcionar como vacunatorios gratuitos en la actual campaña contra el COVID-19, así como en campañas contra otras enfermedades”.
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Sin embargo, la colaboración estratégica entre el gobierno y diversos agentes del sector privado ha sido esencial desde el inicio de la pandemia y también en la campaña de vacunación.
Para cumplir el ambicioso plan de vacunar a 15 de los 19 millones de chilenos en el primer semestre del año, se han dispuesto todo tipo de espacios públicos, colegios, estadios y hasta centros comerciales.
“Es una muy interesante propuesta de colaboración público-privada, donde los actores (...) son parte de la solución de que podamos vacunar a la mayor cantidad de personas en el menor tiempo posible”, dijo hace una semana a France 24, Tatiana Quintana, directora del Servicio de Salud de la municipalidad de La Reina.
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Arica, por ejemplo, fue el primer puerto del norte de Chile en plegarse a la campaña de vacunación contra el COVID-19 gracias a que tres empresas, en una alianza público-privada, decidieran concretar la primera etapa de vacunación.
La asociación público-privada abarca varios sectores, desde la investigación para producir vacunas en Chile hasta apoyo logístico para garantizar su distribución.
El lunes, el Ministerio de Transportes y Telecomunicaciones informó que gracias a una alianza público-privada se permitió esa madrugada el despacho de 58.425 dosis de vacunas contra el COVID-19, desde el Aeropuerto de Santiago a 10 regiones del país.
Las vacunas fueron cargadas en 12 vuelos comerciales, que tuvieron como destino 13 localidades del norte y sur del país. Según informó el ministerio, a través de esa cooperación con el sector privado, se han establecido procedimientos que han permitido acortar los tiempos de espera, con hasta 70% menos de tiempo en el aeropuerto para los embarques nacionales, y de 80% en las importaciones.
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Las aerolíneas comerciales Latam, Sky Airlines y Jet Smart a la fecha han distribuido más de 4 millones de dosis en el país.
En marzo del 2020, el presidente Sebastián Piñera lanzó la mesa de coordinación público-privada COVID-19, instancia cuya función es agilizar y realizar un trabajo coordinado entre el Gobierno y las empresas, para combatir de mejor manera las consecuencias de la pandemia en Chile.
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LAS CIFRAS... ¿UN ESPEJISMO?
Octavio Avendaño, politólogo de la Universidad de Chile, sostiene que la prensa se ha excedido en su entusiasmo con respecto al proceso de vacunación. Él prefiere ser cauteloso y evitar decir que se trata de un proceso exitoso, sobre todo, porque solo se trata de la primera dosis de la vacuna.
“Mientras tanto podríamos decir que, efectivamente, se ha avanzado, que se ha vacuna a una parte importante de la población, pero está todavía por verse si se logra cubrir a todos los que están contemplados”, señala.
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La preocupación de Avendaño se entiende a raíz de que se conociera que, así como en el Perú y Argentina, en Chile también se han detectado irregularidades en la vacunación. La semana pasada se difundió que 37.306 personas recibieron dosis contra la enfermedad antes de lo establecido en su calendario de vacunación. Es decir, menores de 60 años y sin enfermedades crónicas que no pertenecen a los grupos prioritarios, según cifras del Departamento de Estadísticas e Información de Salud (DEIS) del Ministerio de Salud.
La situación fue calificada como “insólita” por el ministro de Salud, Enrique Paris, mientras que la subsecretaria de Salud Pública, Paula Daza, afirmó que la denuncia se investigará.
Porque, para Avendaño, solo al poner la lupa sobre el proceso es que se empiezan a ver las fallas. En todo caso, él anota que la celeridad se ha debido no solo a consideraciones sanitarias sino también de otras índoles.
Avendaño afirma que no solo se ha tratado de una buena gestión estatal –lo que también hay que tomar con pinzas porque, según él, la salud pública chilena es débil debido a la fortaleza de los privados–, sino que las decisiones también han respondido al clientelismo.
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Él se explica: “Los gobiernos regionales y comunales están a cargo de los procesos de vacunación de sus comunas. Y allí es que aparecen personas que acceden a las vacunas sin formar parte de la población prioritaria. Es decir, que algunos alcaldes han privilegiado a sus clientelas políticas más que a la población prioritaria”.
Y agrega: “Y en el caso del gobierno, se ha tratado de privilegiar a los miembros de las Fuerzas Armadas y a sus familiares”.
Porque para Avendaño, lo que hoy por hoy está primando son las cifras, el “mostrar que hay muchos vacunados”, un detalle que podría tener relación con el descrédito del gobierno a partir de las protestas de los últimos años.
Al respecto, el politólogo señala que la disminución de las manifestaciones no tiene una relación directa con el proceso de vacunación, sino que ello responde al contexto de pandemia y a las medidas de control que implementó el gobierno (como las cuarentenas en algunas comunas).
Pero no por ello hay que dejar de intentar comprender por qué el gobierno se ha empecinado en mostrar la eficacia en la vacunación.
“Lo hace, básicamente, porque necesita mejorar su imagen frente a la opinión pública y la ciudadanía. Y hasta cierto punto está funcionando. A nivel internacional, por lo menos, ha logrado mostrar una imagen de eficiencia”, concluye Avendaño.
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