El documento final de la COP27, la Conferencia sobre el Cambio Climático de la ONU celebrada en la ciudad egipcia Sharm-el-Sheikh es considerada como un fracaso, ya que su documento final no avanzó sobre la reducción de emisiones ni el mantenimiento del calentamiento global dentro de los límites del Acuerdo de París.
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Se mantuvo, tal como se decidió el año pasado en la cumbre en Glasgow, ese límite en 1,5 grados de los niveles preindustriales, el objetivo final del acuerdo, que también prevé uno mínimo de 2 grados para reducir el techo del calentamiento global.
Este resultado se salvó, aunque con gran esfuerzo, por Estados Unidos y la Unión Europea.
Muchos países emergentes, atenazados por la crisis de energía, no querían comprometerse con la descarbonización, por no hablar de los productores de combustibles fósiles.
En la COP27 los lobbistas de este sector fueron más de 636, un 25% más que en Glasgow.
Pero si el objetivo de 1,5 grados se mantuvo, fueron debilitadas todas las herramientas para llegar allí. No se invitó a todos los países a actualizar sus compromisos de descarbonización (NDC) para alinearlos con el objetivo de 1,5 grados. En el documento final simplemente invitaron a aquellos que no lo habían hecho el año pasado a realizarlo el próximo.
Pero los compromisos actuales no son suficientes para mantenerse por debajo de 1,5 grados, sería necesario aumentarlos inmediatamente.
La recomendación del comité de ciencia del clima de la ONU, el IPCC, para alcanzar el pico de emisiones de gases de efecto invernadero ya en 2025, y luego empezar a descender, no fue incluida en el documento final.
La UE luchó por esto, pero no logró romper el muro de China (que quiere descarbonizarse, pero sin restricciones externas) y países productores de petróleo (que no quieren descarbonizar).
El peor fracaso en el frente de la mitigación fue no incluir ninguna pista en el documento final a los combustibles fósiles y su reducción o eliminación.
Permanecieron las indicaciones de Glasgow para la reducción de la generación de electricidad a carbón “con emisiones no disminuidas” (por lo tanto, no todo el carbón, sólo del más contaminante) y por la eliminación de subsidios “ineficiente” a los combustibles fósiles (y este ambiguo adjetivo deja la puerta abierta para rescatar a alguno de estos).
En el documento final se incluyó entre las “fuentes de energía del futuro”, junto a las renovables, “energía a bajas emisiones”.
En la práctica, el gas, considerado un medio para reducir las emisiones en comparación con el carbón. Para el experto en clima Ed King, “es una escapatoria notable, ya que el término indefinido podría usarse para justificar nuevos desarrollos de los combustibles fósiles”.
Por: “La Nación”, de Argentina / GDA
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