Los gobiernos de México y España han añadido una nueva página de tensión a sus relaciones bilaterales luego de que la presidenta entrante, Claudia Sheinbaum, no invitara a su ceremonia de toma de mando al rey Felipe VI, provocando que el país ibérico decidiera no enviar al evento -que se llevará a cabo el 1 de octubre- a ninguna delegación oficial.
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Desde la Cancillería española calificaron de “inaceptable” que México dirigiera la carta de invitación “solamente” al jefe de gobierno Pedro Sánchez, dejando de lado al monarca, quien mantiene el cargo de jefe de Estado, según la Constitución española.
Este impase diplomático se debería, según la propia Sheinbaum, al roce que mantienen ambos países desde el 2019, cuando el mandatario saliente Andrés Manuel López Obrador (AMLO) envió una carta al rey Felipe pidiéndole disculparse en nombre de la corona por los “agravios causados” durante la Conquista.
Dicha carta no recibió una respuesta formal desde el Palacio de la Zarzuela y, pocos días más tarde, parte de la misma fue filtrada a la prensa. AMLO, fiel a su estilo, dedicó una de sus tradicionales mañaneras a leer la carta, criticar a la Corona española y anunciar que las relaciones entre ambos países entraban a una “pausa diplomática”.
A inicios de setiembre la internacionalista mexicana Brenda Estefan explicaba a El Comercio que estas “pausas” no tienen asidero en la diplomacia internacional. Además de España, durante su mandato AMLO ha anunciado pausas diplomáticas con Estados Unidos, Canadá y el Perú.
- Ambiente polarizado -
Para el director del Instituto de Estudios Europeos de la Universidad de Piura (Udep), Enrique Banús, este nuevo impase “demuestra cierta continuidad con lo que ha venido sucediendo estos años. Realmente es una falta de educación que dentro de un contexto internacional no tiene justificación”.
La analista internacional y coordinadora de la Licenciatura en Negocios Globales de la Universidad Iberoamericana en Ciudad de México, Aribel Contreras Suárez, por su parte, explica a El Comercio que “la sociedad mexicana está tan polarizada que hay una gran divergencia de opiniones al respecto. Estas van desde las críticas hasta los comentarios de quienes consideran que el rey no tendría por qué venir al ser un monarca y le dan la razón a la postura oficial”.
“Además, él tiene esa visión, ha habido muchas acciones de López Obrador no solo frente a España sino también frente a empresas privadas por el tema de la apropiación cultural. Es un tema que mantiene muy presente aunque emplea un discurso un poco desfasado, más propio de los años 70 u 80 del siglo pasado″, complementa Banús.
Contreras califica esta perspectiva como “equivocada porque acá se exige respeto por temas domésticos y de la misma forma deberían darlo estando de acuerdo o en desacuerdo con la existencia de una monarquía”.
Además, la experta recuerda que en marzo de este año los reyes de Suecia, Carlos XVI Gustavo y Silvia, visitaron México y fueron recibidos por el presidente y la primera dama en una ceremonia oficial. “Así que el argumento me parece poco válido”, opina.
Por otro lado, para Contreras esta “decisión totalmente desatinada” también refleja las consecuencias de haber nombrado como embajador en España a Quirino Ordaz, exgobernador de Sinaloa sin experiencia diplomática y quien ni siquiera pertenece al Cuerpo de Servicio Exterior mexicano. “Fue nombrado solo por haber entregado el estado de Sinaloa”, asegura.
- Relaciones a futuro -
El desplante al soberano español se puede considerar la primera acción en materia de relaciones exteriores para el gobierno de Sheinbaum, quien asumirá el cargo el martes de la semana entrante.
En ese sentido, Contreras teme que su decisión refleja que “la política exterior de México seguirá moviéndose en función a la ideología política, en función a berrinches, en función a facturas pendientes y no en función a lo que dicta la Constitución de México”.
“Es preocupante porque nos deja ver, entre líneas, que en los próximos seis años México no estará insertado nuevamente en el escenario internacional sino que estaremos en función a lo que dicte una visión de gobierno y no de Estado”, agrega la analista.
Banús, por su parte, alberga ligeras esperanzas de que Sheinbaum normalice las relaciones con algunos de los gobiernos que mantienen tensiones con AMLO. “Por su misma juventud da la impresión de que Sheinbaum podría mostrar una postura un poco más moderada que la de López Obrador, eso está por ver”, señala.
Sin embargo, advierte que aún “no sabemos cuán larga será la mano del presidente saliente desde la trastienda” y hasta dónde llegará su capacidad de influencia en el próximo sexenio.
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