México: ¿Qué pasa con los cárteles tras la caída de sus capos?
México: ¿Qué pasa con los cárteles tras la caída de sus capos?
Roger Zuzunaga Ruiz

Cuando en el 2013 cayó en manos de las autoridades Miguel Ángel Treviño Morales, el ‘Z-40’, jefe histórico del sanguinario cártel mexicano de , esta organización criminal empezó a morir lentamente. Pistoleros de Tamaulipas y Veracruz se enfrascaron en guerras internas por la hegemonía del grupo surgido a finales de los años 90. Estos hechos derivaron en que se fragmentara en al menos nueve bandas.

La detención esta semana del reemplazante del ‘Z-40’, Omar Treviño Morales (‘Z-42’), podría marcar el declive definitivo de Los Zetas como organización cohesionada. Ya no hay cabecillas históricos capaces de propiciar la unión. Los militares desertores que lo fundaron o están muertos o encarcelados.

Pero no será el fin de la violencia con el sello de Los Zetas: crueldad extrema con sus enemigos (con decapitaciones y desollamientos de por medio), extorsión, secuestro, tráfico de drogas y tráfico de inmigrantes serán la constante en el accionar de las bandas que busquen su propio espacio delictivo.

¿Cuál es el futuro de esta organización? Con la extinción de Los Zetas, lo más probable es que México experimente el fenómeno que nació en Colombia luego del declive de los cárteles de Medellín y de Cali y de la desmovilización de los paramilitares: el surgimiento de las ‘Bacrim’ (bandas criminales). 

Las ‘Bacrim’ son en la actualidad el mayor generador de violencia en Colombia. Además del narcotráfico, perpetran una infinidad de crímenes. Y ya hay señales de ello en México, y no solo a consecuencia de la muerte lenta de Los Zetas.

“No quedan ya grandes organizaciones criminales (con un par de excepciones). En su lugar, tenemos una multiplicidad de pequeños y medianos grupos delictivos, con capacidades y objetivos diversos, unidos a veces en coaliciones frágiles, enfrentados a menudo por pedazos de rentas criminales, operando en un sistema esencialmente inestable. El bandolerismo como modelo criminal”, escribió esta semana en el diario “El Universal” el analista en seguridad Alejandro Hope.

PEQUEÑOS PERO VIOLENTOS
De los 122 “objetivos prioritarios” del gobierno de Enrique Peña Nieto, 90 han sido detenidos o están muertos. Todos los grandes cárteles de la década pasada han sufrido golpes. 

“Muchas de las grandes organizaciones criminales de la década pasada están desmanteladas. Los Zetas están muy debilitados, al igual que el cártel del Golfo, la Familia Michoacana y los Caballeros Templarios... Ello ha dado pie al surgimiento de otras organizaciones que están tratando de ocupar espacios, como el cártel de Jalisco Nueva Generación, los Guerreros Unidos [responsables de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa] o los Viagras. Se está reconfigurando el mapa criminal”, asevera a El Comercio el reconocido especialista en seguridad Jorge Chabat.

¿Qué peligro representan? “La mayor parte de estos cárteles pequeños están formados por gente joven con poca experiencia, lo cual hace que sean menos profesionales y en muchos casos más violentos, pues básicamente eran sicarios de organizaciones criminales grandes... es más difícil identificarlos”, responde Chabat.

EL MAYOR TROFEO
Con seguridad, la captura el año pasado de Joaquín ‘El Chapo’ Guzmán es el mayor logro de la estrategia anticrimen del gobierno de Peña Nieto.

Pero a diferencia de sus enemigos, ello no ha significado el debilitamiento del cártel de Sinaloa. Al contrario. De acuerdo con Edgardo Buscaglia, investigador de la Universidad de Columbia, la banda de ‘El Chapo’ está más poderosa que nunca.

La razón la explica Chabat: A diferencia de los demás, el cártel de Sinaloa trabaja de manera descentralizada y tiene varias células semiautónomas con reglas claras para operar. Al caer ‘El Chapo’, todo indica que su círculo más cercano ha tomado el control. Sus células siguen operando como lo hacían antes. Y la clave de que no se haya fragmentado es que este cártel solo se dedica al tráfico de drogas. Nada de extorsiones ni secuestros. 

“En la medida en que hayan otras organizaciones criminales que sí se dedican a extorsionar y a secuestrar, es claro que el Gobierno le va a dar prioridad a combatirlas, pues ese tipo de delitos impactan directamente en la población. Ese no es el caso del cártel de Sinaloa... Por el hecho mismo de que no ejercen violencia contra la población, pues tampoco atraen la atención de las autoridades”, sentencia Chabat.

Los golpes a los criminales están provocando la muerte lenta de estas y una metamorfosis del delito en México

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