Brasilia. La presidenta de Brasil, Dilma Rousseff, dijo sentirse "consternada e indignada" por la ejecución este sábado de un brasileño condenado a muerte por narcotráfico en Indonesia, y llamó al embajador en el país asiático a consultas.
"La presidenta Dilma Rousseff tomó nota -consternada e indignada- de la ejecución del brasileño Marco Archer ocurrida hoy a las 15:31, horario de Brasilia en Indonesia", comienza el comunicado divulgado poco después de que las autoridades indonesias reportaran la muerte del brasileño.
Un pelotón de fusilamiento ejecutó el domingo (aún sábado para el horario brasileño) a seis condenados por narcotráfico, entre ellos cinco extranjeros procedentes de Brasil, Holanda, Vietnam, Malaui y Nigeria, informó a la AFP un portavoz de la fiscalía general en Yakarta.
El viernes, Rousseff habló por teléfono con el presidente de Indonesia, Joko Widodo, para pedirle que detuviera la ejecución del ex instructor de vuelo Marco Archer Cardoso Moreira. Su pedido no fue tomado en cuenta.
Rousseff, que comunicó sus condolencias a la familia del fallecido, llamó a consultas al embajador brasileño en Yakarta. "El recurso a la pena de muerte, que la sociedad mundial crecientemente condena, afecta gravemente las relaciones entre nuestros países", afirma el comunicado mandado tras la ejecución.
Por 13 kilogramos
Moreira, nacido en Río de Janeiro hace 53 años, fue condenado en el 2004 por ingresar más de 13 kilogramos de cocaína al país asiático en los tubos de un ala delta.
El gobierno de Indonesia negó en dos ocasiones sus pedidos de clemencia, el último en diciembre del 2014. El gabinete de Rousseff, por su parte, llegó incluso a solicitar por carta la ayuda del Papa Francisco.
Dilma Rousseff envió, en total, cuatro misivas al jefe del Gobierno Indonesio pidiendo clemencia para el brasileño. El ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva mandó dos cartas solicitando la suspensión de la condena a muerte.
La legislación indonesia en materia de narcotráfico es una de las más severas del mundo. Es un delito castigado con la pena de muerte o la prisión perpetua.
Otro preso brasileño, Rodrigo Muxfeldt Gularte (42), también en la cárcel desde hace diez años por ingresar cocaína al país, será ejecutado en febrero.