El cántico de sus seguidores solía ser “muerte a los árabes”.
Ahora que se ha convertido en la tercera fuerza de Israel y que su líder más popular, Itamar Ben-Gvir, intenta reinventarse como un político más “convencional”, en los mítines sus partidarios cantan “muerte a los terroristas”.
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El éxito sin precedentes en las elecciones legislativas israelíes de la ultraderechista, supremacista judía y anti-árabe alianza Sionismo Religioso ha conseguido lo que hace poco más de un año parecía imposible: que Benjamin Netanyahu pueda volver a formar gobierno.
Con la totalidad de los votos escrutados en las quintas elecciones generales que se celebran en el país en cuatro años, el Likud de Netanyahu resultó vencedor con 32 escaños.
El actual primer ministro israelí, Yair Lapid, líder de la segunda fuerza política, Yesh Atid, reconoció la derrota y felicitó a Netanyahu.
Gracias al vínculo forjado con Sionismo Religioso y otras formaciones ultra-ortodoxas, Netanyahu habría obtenido hasta 64 escaños de los 120 de la Knéset, una cómoda mayoría para gobernar.
Sin embargo, su estabilidad dependerá de una alianza ultranacionalista abiertamente racista, cuyo líder más popular es un hombre que, durante años, alardeó de tener en su salón una fotografía del fundamentalista judío que cometió la masacre de la Cueva de los Patriarcas de Hebrón.
Qué es Sionismo Religioso
Los partidos que conforman Sionismo Religioso (Otsmá Yehudit, Noam y el Partido Sionista Religioso) habían sido, hasta ahora, marginales en la política israelí.
La derecha tradicional les había dado la espalda por sus postulados radicales y su retórica anti-árabe, demasiado extrema incluso para el hasta ahora "pope" de la extrema derecha (aunque laica) israelí, Avigdor Lieberman.
La coalición con el Likud para devolver a Netanyahu al poder, sin embargo, los ha rehabilitado socialmente hasta conseguir duplicar su presencia en el parlamento israelí de 6 a 14 escaños.
Aunque oficialmente es el número dos de la alianza, Itamar Ben-Gvir es la auténtica estrella de Sionismo Religioso, el imán de votos de la coalición.
Condenado en el pasado por racismo e incitación al odio, Ben-Gvir, líder de Otsmá Yehudit (poder judío), vive en un asentamiento judío en Cisjordania y es conocido por sus provocaciones y salidas de tono.
Sus ideas son tan radicales que el ejército lo eximió de realizar el servicio militar obligatorio.
El mes pasado, acaparó las portadas al sacar una pistola en el barrio palestino de Seij Jarrah, en el Jerusalén este ocupado, donde había sido recibido con piedras. Ben-Gvir pidió a la policía que disparara a los culpables.
El político ultra, de 46 años y que ahora aspira a entrar en el gobierno y ocupar el Ministerio del Interior, fue seguidor del fallecido rabino ultranacionalista Meir Kahane.
Militó en el partido Kach, fundado por Kahane, y prohibido en 1994 por las leyes antiterroristas.
Ese mismo año, otro de sus miembros, Baruj Goldstein, se adentró en una mezquita de Hebrón y mató a 29 palestinos que estaban rezando e hirió a más de un centenar.
Su retrato colgaba en el salón de Ben-Gvir hasta el año 2020, poco antes de entrar en el parlamento.
"El kahanismo ha ganado. Israel se acerca ahora a una revolución de derecha, religiosa y autoritaria", lamenta en un editorial el diario israelí Haaretz.
En 1995, Ben-Gvir saltó a la fama al robar un adorno del vehículo oficial del entonces primer ministro Isaac Rabin. "Llegamos a su coche y pronto llegaremos hasta él también", dijo entonces.
Dos semanas después, Rabin era asesinado por un extremista judío que se oponía a las conversaciones de paz con los palestinos.
El ultraderechista ha prometido "trabajar para todo Israel, incluso para aquellos que me odian".
Al conocerse los primeros resultados de los comicios el pasado martes, sin embargo, también dijo: "es hora de volver a ser los caseros de este país".
En su interpretación, los palestinos ocupan tierras que pertenecen a los judíos, de ahí lo de "caseros".
Poco después, sus seguidores se concentraban en Seij Jarrah, lanzando provocaciones y piedras hacia zonas palestinas.
Entre las ideas que defiende Sionismo Religioso está la expulsión del país de políticos y civiles "desleales", el control político del sistema judicial y la anexión de los asentamientos judíos de Cisjordania.
A finales de agosto, el propio Netanyahu, que fue desbancado del poder hace poco más de un año por una coalición de centroizquierda, negoció un acuerdo entre Ben-Gvir y su rival político, Bezalel Smotrich, líder del Partido Sionista Religioso, para asegurarse de que concurrían a las elecciones juntos.
El tercer partido en la plataforma es Noam, abiertamente anti-LGBTI.
Sin este acuerdo, es muy posible que las tres formaciones ultraderechistas hubieran obtenido un resultado menor y que el Likud tuviera menos posibilidades de volver a formar gobierno.
Si Ben-Gvir aspira a controlar la policía, los partidarios de Smotrich esperan verlo como ministro de Defensa.
El regreso de Netanyahu
Netanyahu, de 73 años, es una de las figuras políticas más controvertidas de Israel.
Odiado por muchos en la izquierda y el centro, despierta, sin embargo, pasiones entre las bases del Likud.
Defensor a ultranza de la construcción de asentamientos en Cisjordania, ocupada desde la guerra de los Seis Días (1967), se opone a la creación de un Estado palestino, fórmula que apoya la mayor parte de la comunidad internacional, incluido el gobierno de Joe Biden en EE.UU.
Actualmente, Netanyahu se enfrenta a un juicio por soborno, fraude y ruptura de confianza, cargos que él niega.
Sus nuevos aliados han prometido reformar la legislación para frenar los procesos que hay abiertos contra él.