En el 2015, cuando el califato del Estado Islámico estaba en su etapa de mayor expansión, abarcando provincias enteras de Iraq y Siria, una palabra llegó junto con sus temibles integrantes: captagón. Se le llamó entonces, la “droga de los yihadistas”, una pastilla que les daba el valor suficiente para poder cometer sin pestañear horrendas torturas y ejecuciones.
Pero también significó una muy buena fuente de ingresos para el grupo fundamentalista, que también se dedicó al tráfico del preciado estupefaciente.
Aunque el califato se disolvió, los yihadistas no se fueron, ni tampoco el captagón. Al contrario, el comercio de esta droga se volvió un asunto de estado en Siria, moviendo millones de dólares y convirtiéndose, según recientes investigaciones, en el sostén del régimen de Bashar al Asad. Una dictadura convertida casi en un narcoestado.
Antidepresivo prohibido
El captagón, el nombre comercial de la fenetilina, se introdujo en los años 60 en Occidente para tratar la hiperactividad, la narcolepsia y la depresión, pero se prohibió en la década de 1980 cuando se demostró su elevado poder adictivo.
Sin embargo, se siguió usando en varios países del norte de África y el Medio Oriente, pero ya no como medicina, sino como anfetamina.
Como en los países musulmanes está prohibido el consumo de alcohol, el captagón se volvió la válvula de escape, además de ser un método rápido para tener energía y mantenerse alertas.
“Puedo trabajar dos o tres días. Eso me ha permitido duplicar mi salario y me ha ayudado a pagar mis deudas”, cuenta a la AFP Faysal, un obrero saudí de unos 20 años al hablar sin rubor sobre su consumo de captagón.
Con los años, su uso se ha hecho cada vez más común, sobre todo por su bajo precio. Las pastillas de menos calidad se pueden conseguir hasta por un dólar aunque puede llegar a 25 dólares.
Según una reciente investigación del Newlines Institute for Policy and Strategy, un think tank con sede en Washington, solo en el 2021 el mercado ilegal del captagón produjo ganancias por US$5.700 millones.
Y Siria representa el 80% del tráfico mundial de esta droga, lo que lo hace vital para sostener la economía de un régimen bombardeado por sanciones occidentales desde que estalló la guerra civil en el 2011.
“Nuestro estudio mostró que el captagón se ha convertido en la principal fuente de ingresos para el régimen sirio”, dijo recientemente a BBC Mundo Caroline Rose, investigadora del Newlines Institute.
“El captagon está manteniendo al régimen, no al país. Esa es la característica de un narco estado”, explica a El Comercio Arlene Ramírez Uresti, académica de la Universidad Iberoamericana de México y articulista de la revista “Forbes”. “En el caso de Siria, es el gobierno el que está generando las redes de distribución, los permisos de internación de mercancía y quien está facilitando la expansión de este mercado, con la finalidad de mantener su régimen político validado, y manteniendo una esfera de control y de poder que evita que termine la guerra y la disfunción política”.
1. El tráfico de captagón se extiende desde Siria y Líbano a Arabia Saudí, Iraq y Jordania.
2. Arabia Saudí es el principal mercado: la juventud la consume para resistir toda la noche y muchas mujeres, para perder peso.
3. Es menos objeto de tabú que la cocaína, e incluso que el consumo de alcohol, en varios países musulmanes.
4. Ha generado una industria ilegal de 10.000 millones de dólares al año.
5. Las pastillas de lujo vendidas a las élites saudíes pueden valer hasta 25 dólares, pero las de menor calidad salen a 2 dólares.
6. Más de 400 millones de pastillas fueron incautadas en Medio Oriente en el 2021 y se teme que este año se incremente la cifra.
7. Se calcula que por cada cargamento que se intercepta, otros 9 sí llegan a su destino.
8. El dinero resultante se distribuye por todo Siria y Líbano, desde los responsables del régimen de Bashar al Asad y los empresarios millonarios hasta los aldeanos y refugiados que fabrican y esconden la droga.
La consultora Centro de Análisis Operativo e Investigación (COAR, por sus siglas en inglés) también ha señalado en un informe que las consecuencias del conflicto han llevado al país ha convertirse en el “epicentro mundial de la producción de captagón”.
“Con una economía paralizada por la guerra y las sanciones, Damasco tenía pocas opciones buenas”, señala Ian Larson, analista en jefe encargado de Siria en el COAR.
“La carencia de actividades económicas convencionales ha aumentado el atractivo relativo de la especulación de drogas a escala industrial, que ha sido capturada y controlada en gran medida por narcoempresarios vinculados al régimen del presidente sirio Bashar al Asad y los aliados extranjeros del régimen”, indicó este centro.
Negocios de familia
Las diversas investigaciones realizadas por ONG y la agencia AFP en la misma frontera entre Siria y el Líbano señalan que la familia Al Asad está muy involucrada en el tráfico del captagón.
De ellos, el más destacado es su hermano, Maher al Asad, jefe de la Cuarta División, la unidad de élite del ejército, quien ha tejido una red de apoyo incluso con los grupos rebeldes que, en un inicio, se enfrentaron al régimen pero con los que ahora ha forjado alianzas. De enemigos a socios.
“Maher al Asad obtiene una parte de las ganancias del captagon, que sirven incluso para pagar, en parte, los sueldos de un grupo armado vinculado a la Cuarta División”, afirma a la AFP Rami Abdel Rahman, jefe del Observatorio Sirio para los Derechos Humanos (OSDH), una ONG con sede en Londres.
Ramírez Uresti señala que las especulaciones sobre la participación de la familia Al Asad en el tráfico ilegal de sustancias es incluso anterior al estallido de la guerra civil, hace 11 años. “Uno de los grandes negocios que tienen es el tráfico de drogas y de armas”, comenta.
Entre Siria y el Líbano
No solo Siria se está enfocando en este lucrativo negocio, también su vecino, el Líbano, que desde hace años está sumido en una acuciante crisis económica.
El movimiento chiíta libanés Hezbolá, que además es aliado de Al Asad, se encarga de cuidar la entrada de los cargamentos de captagón a través de la porosa frontera entre el Líbano y Siria, para asegurar su paso hacia Arabia Saudí, el destino de la mayor parte de los cargamentos.
“En el caso de los grupos de terrorismo transnacional de Medio Oriente, el foco está en el financiamiento de los movimientos políticos, que es lo que ha detonado estas redes, y esas mismas redes se utilizan como parte del terrorismo interno para el control de la población”, explica Ramírez.
La investigación de AFP en la zona también refiere que el tráfico del estupefaciente abarca otros actores claves con vínculos tribales, como los Bani Jaled, un grupo beduino que extiende su influencia entre Siria, Líbano, Jordania, Iraq y Arabia Saudí.
TE PUEDE INTERESAR
- Perversión y crueldad: la increíble historia de la maestra que se unió a ISIS para ejercer el terror
- Mueren 9 civiles en Siria debido a bombardeos del régimen
- Fuerzas sirias matan a varios líderes del Estado Islámico durante asalto a un cuartel
- Investigación BBC: cómo TikTok está haciendo dinero con videos de familias de refugiados que piden ayuda desde Siria
- Tropas de Rusia y EE.UU. en Siria comparten un “momento excepcional” de cordialidad