Teherán (EFE)
Irán castigará los ataques con ácido con la horca, aseguró hoy el presidente del país, Hasan Rohaní, tras una oleada de agresiones a mujeres que ha levantado la indignación en el país y las acusaciones a los sectores más radicales, celosos de imponer la "moralidad" en la vía pública.
"Actos horribles" e "incidentes inhumanos que solo pueden ser perpetrados por una persona maligna", fueron las palabras que utilizó Rohaní tras debatir la serie de ataques con ácido en la ciudad de Isfahán (que han afectado a cuatro mujeres según la Policía y a más de una decena según activistas de los derechos humanos), en la reunión semanal del Consejo de Ministros.
"El Gobierno ha encargado a tres ministerios (Inteligencia, Interior y Justicia) que se ocupen del asunto. Nuestra gente debe saber que no habrá perdón y que usaremos todo nuestro poder para garantizar que los culpables sean castigados. Estamos preparando una ley conjuntamente con el Poder Judicial para que los que cometan esos crímenes reciban la pena capital", añadió.
Irán trata de frenar estos ataques y la indignación social que han generado, con condenas, promesas de mano dura y el control de los medios de información para acallar las voces que los relacionan con las "campañas para promover la virtud e impedir el vicio", impulsadas por los sectores más radicales del país que buscan controlar que la vestimenta de las mujeres sea "suficientemente casta".
Esta semana la Policía y otros cuerpos de seguridad han reprimido varias manifestaciones convocadas en internet contra la intransigencia de los extremistas y han detenido a defensores de los derechos humanos y a activistas que han condenado los ataques en las redes sociales.
Antes de que se produjeran los ataques que han deformado los rostros y provocado gravísimos daños a varias mujeres, algunos clérigos instaban en sus sermones a los fieles a hacer cumplir el código de vestimenta islámico en su más estricta interpretación y a "llamar la atención" y "advertir" por la calle a las mujeres que lo incumpliesen.
Los representantes políticos de esas posiciones tratan de sacar adelante estos días en el Parlamento una ley que impulse la "vigilancia moral" en las calles y que proteja a los que se dediquen a amonestar a las ciudadanas.
El pasado septiembre, el grupo radical Ansar-e Hizbulá anunció que había organizado patrullas callejeras en Teherán para controlar la moralidad, especialmente de las jóvenes, más relajadas en lo referente a cumplir con el obligado hiyab, que exige tapar todo el cuerpo excepto la cara, manos y pies.
Esas patrullas de civiles estarían destacadas en las calles para corregir a las que lleven el cabello o los antebrazos ligeramente descubiertos o la amplia camisola que cubre el cuerpo demasiado ajustada.
El Gobierno cortó rápidamente la iniciativa señalando su ilegalidad, pero los sectores más conservadores han seguido insistiendo en la necesidad de controlar más el atuendo de las mujeres en la vía pública.
Tras los repetidos ataques de Isfahán el destacado clérigo de la ciudad Mohamad Rahbar, que recientemente había instado a "advertir" a las mujeres "incorrectamente" vestidas, se vio obligado a matizar sus instrucciones y puntualizar que se refería a hacerlo "con palabras, no con ácido", y de manera "compasiva y cortés".