El siempre vigente conflicto palestino-israelí se ha visto recrudecido durante el último mes a causa de una seguidilla de atentados terroristas y operaciones militares.
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En respuesta al último de estos atentados, registrado el viernes en Jerusalén, donde murieron tres personas -incluidos dos niños- luego de que un palestino atropellara deliberadamente a un grupo de personas que esperaban en una estación de buses, el gobierno del primer ministro Benjamín Netanyahu anunció el domingo que legalizaría nueve asentamientos israelíes construidos sin permiso en Cisjordania.
Al mismo tiempo, el ministro de Finanzas, Bezalel Smotrich, detalló que se estudiará la construcción de 10 mil viviendas en dichas zonas.
Las Naciones Unidas consideran a este tipo de acciones como actos de colonización y en el 2021 el relator especial sobre la situación de los derechos de los palestinos, Michael Lynk, solicitó a la comunidad internacional que se considere a la creación de nuevos asentamientos como crímenes de guerra.
La colonización, sin embargo, es defendida por los grupos más conservadores israelíes quienes aseguran que dicha región, a la que denominan Judea y Samaria, es el origen de su pueblo por lo que tienen derecho histórico a reasentarse en ella.
Se calcula que unos 700 mil judíos israelíes viven actualmente en asentamientos construidos en Cisjordania y Jerusalén Oriental, territorio reclamado por los palestinos -junto a la franja de Gaza- como propio para la creación de su estado.
La construcción de estos asentamientos ha representado uno de los puntos más conflictivos en la históricamente tensa relación palestino-israelí, y sin duda anuncios como el último lanzado por el gobierno de Netanyahu no hace más que elevar aún más la temperatura en momentos ya delicados.
CONDENA FRÁGIL
Así lo consideran también los gobiernos de Estados Unidos, el Reino Unido, Alemania, Francia e Italia, quienes expresaron su “profunda preocupación” por la decisión del Ejecutivo israelí.
El primero en hacerlo fue el secretario de Estado, Antony Blinken, quien señaló que su gobierno está “profundamente preocupado” por la decisión israelí. “Nos oponemos firmemente a tales medidas unilaterales, que exacerban las tensiones y socavan las perspectivas de una solución negociada de dos estados”, aseguró.
En cuanto a los gobiernos europeos, emitieron un comunicado conjunto en el que se mostraban igual de preocupados. “Seguimos apoyando una paz integral, justa y duradera en Medio Oriente, que debe lograrse a través de negociaciones directas entre las partes”, agregaba la nota.
¿Qué resultados podría acarrear esta condena internacional? La experiencia previa nos indica, lamentablemente, que ninguna. Y menos aún ahora, cuando cada decisión de Netanyahu busca conseguir aliados que lo blinden ante los problemas judiciales que lo persiguen desde el 2021 y que incluso lo llevaron a dejar el poder temporalmente.
“No veo que las acciones de la comunidad internacional afecten de ninguna forma las políticas de Netanyahu. Él está más enfocado en sus problemas personales, en la crisis política dentro del país y en su deseo de ganar apoyo entre los grupos de derecha y extrema derecha para mantenerse a salvo”, comenta a El Comercio Ido Zelkovitz, investigador de la Universidad de Haifa, historiador y experto en el conflicto árabe-israelí.
Pero más allá de los tradicionales aliados occidentales, qué hay de las potencias árabes. Las relaciones de Israel con estos países se encuentran en el mejor momento de su historia. La mayor muestra de ello fueron los Acuerdos de Abraham, firmados en el 2020 con los Emiratos Árabes Unidos y Bahréin.
Pues, parece que ellos tampoco harán gran diferencia.
“Más allá de Jordania, donde el 70% de su población tiene origen palestino, y Egipto, que suele tener una gran preocupación por lo que suceda en la franja de Gaza, no he percibido mayor acción sobre el tema por parte de las otras naciones árabes. No veo que ninguno de esos países tenga como prioridad la causa palestina, sino que hay otros temas principalmente de seguridad, como la influencia de Irán en la región, que ponen por delante en cuanto a su relación con Israel. No creo que haya mayor represalia, más allá de algún pronunciamiento condenando la decisión”, explica Zelkovitz.
SALVAVIDAS DE DERECHA
Si nos ceñimos únicamente a la explicación del gobierno de Netanyahu, resulta inexplicable como se pretende reducir la tensión y prevenir nuevos ataques al legalizar más asentamientos, una de las banderas por las que los grupos más extremistas que operan en territorio palestino -tales como la Yihad islámica o Hamás- buscan sustentar sus ataques.
Y esto se debe a que el verdadero objetivo de Netanyahu no estaría orientado a la preocupación por la seguridad o el conflicto palestino-israelí, sino con salvar su propia cabeza.
“No hay duda de que este tipo de decisiones solo generan una mayor motivación para las protestas palestinas y envalentona a quienes buscan perpetrar los terribles ataques terroristas. La decisión de Netanyahu de legalizar esos asentamientos va en contra de las creencias de al menos la mitad de la población israelí. Y eso es un serio problema. Definitivamente creo que generará más episodios de violencia”, explica Zelkovitz. “Lo que Netanyahu busca es fortalecer su coalición satisfaciendo los deseos del ala más derechista de la misma”.
Recordemos que en el 2021 Netanyahu se vio obligado a renunciar por los escándalos de corrupción que explotaron en su contra y que llevaron a que incluso aliados históricos de su partido, el Likud, lo abandonen.
Tras una auténtica crisis política que acabó con el breve gobierno encabezado por Yair Lapid y Naftali Bennet, Netanyahu sorprendió volviendo al poder en diciembre del 2022, pero esta vez de la mano de una coalición que iba de la derecha a la extrema derecha israelí.
Y es justamente dicha alianza la que ahora busca desesperadamente mantener, en parte para garantizar su gobernabilidad y en otra parte, quizás la más importante, para ver concretarse su ansiada y polémica reforma judicial que lo podría salvar de los procesos en su contra.
“Diría que es una estrategia en búsqueda de conseguir un mayor silencio político a su favor, lo que le favorece por los problemas que enfrenta ante la justicia. Mientras Netanyahu siga enfrentando sus problemas personales seguirá brindando este tipo de decisiones que satisfagan a la extrema derecha a cambio de su apoyo”, considera el especialista.
Según Zelkovitz, esta actitud de Netanyahu es percibida entre la sociedad palestina como una continuación de su política. Sin embargo, uno de los mayores riesgos es el deterioro al que podría conducir con la ya frágil cooperación que se había logrado con la Autoridad Nacional Palestina, especialmente en temas de seguridad.
“No considero que vean esta acción como un fenómeno nuevo, sino mas bien como pasos que ya se han mostrado en el pasado. El principal problema de todo es que lleva a que la Autoridad Nacional Palestina, encabezada por Mahmud Abás y Al Fatah, adopte una posición más agresiva en lugar de una pacífica. Por ejemplo, ya se ha roto la coordinación en temas de seguridad entre ambos lados. La sociedad palestina percibe que las políticas de Netanyahu los margina y resta optimismo sobre un eventual proceso de paz. Tal como alertamos previamente, todos estos elementos solo conducen a una nueva ola de violencia, lamentablemente”, asegura el especialista.
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