“Los ataques contra niños y niñas en Gaza no pueden normalizarse”, afirma James Elder, portavoz global de la agencia de Naciones Unidas para la infancia, UNICEF.
Elder acaba de visitar Gaza en su cuarta misión al territorio en los últimos doce meses.
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El vocero tiene dos décadas de experiencia en conflictos, pero en el caso de Gaza enfrenta algo que jamás le había ocurrido: tener que recordar al mundo "que los niños palestinos son niños”.
Este 7 de octubre se cumple un año de la escalada de violencia en Gaza tras el ataque de Hamás en Israel en el que murieron cerca de 1.200 personas y más de 200 fueron tomadas rehenes, según autoridades israelíes.
La posterior ofensiva de Israel en Gaza dejó más de 41.000 muertos, incluyendo más de 16.000 niños, y cerca de 100 mil heridos, según el Ministerio de Salud de Gaza. Más de 10.000 personas siguen desaparecidas, presuntamente bajo escombros, según fuentes palestinas.
A continuación un resumen de la conversación de James Elder con BBC Mundo.
En un video que publicó en twitter en esta última visita a Gaza decía que era “como el primer día”. ¿A dónde fue en esta ocasión y qué vio?
Estuve en Deir el Bala, en la zona central de Gaza. Decía que era como el primer día por el aspecto de los hospitales.
En los primeros días del conflicto los hospitales eran zonas de guerra y eso no ha cambiado. Los pasillos están llenos de civiles, de madres, de niños, todos con brutales heridas de guerra.
Las explosiones de bombas provocan tres efectos en el cuerpo de un niño. Los fragmentos de metralla pueden atravesar concreto, por lo que son devastadores para el cuerpo de un niño. Están además las cosas pesadas que caen sobre un niño o los niños que son arrojados de los edificios en las explosiones. Y luego están las horrendas quemaduras.
Cuando el hospital se inunda de gente debido a la escala de los bombardeos hay niños en los pisos. Cada vez que regreso a Gaza los hospitales siguen con sangre en el suelo, padres llorando, niños heridos. Por eso sentí que podría haber sido el primer día.
Pero claro, no es como el primer día. Es mucho peor. Es acumulativo. El sufrimiento en Gaza está empujando el límite de lo que pensábamos era posible.
Usted ha dicho que las cicatrices en los niños son mucho más profundas que las heridas físicas. ¿Puede explicar los niveles de trauma piscológico que ha visto?
El 85% de la Franja de Gaza se encuentra bajo algún tipo de orden de evacuación. Entonces la gente está hacinada en áreas pequeñas, se han desplazado tres, cuatro, cinco, ocho veces.
Hablé con una psicóloga infantil que me dijo que estamos en un territorio desconocido en lo que respecta al estado psicológico de los niños.
Creo que es justo decir que todos los niños de Gaza necesitarán algún tipo de apoyo de salud mental.
En este momento, por supuesto, la mayor parte de ese apoyo proviene de sus padres, pero los padres están sufriendo como sus hijos, por lo que no están en condiciones de brindarles el tipo de atención psicológica que necesitan.
No puedo describir el nivel de trauma porque creo que los especialistas capacitados no pueden describirlo.
Y es posible que no comprendamos lo grave que es hasta que cesen los bombardeos y la gente empiece a volver a sus casas y a percibir a cuantos de sus amigos o familiares han matado.
Para ayudarnos a comprender el trauma del continuo desplazamiento, ¿puede hablarnos de algún niño o niña que haya conocido?
Puedo hablarles de una niña llamada Qama, que tiene 8 años. Después de resultar herida en un bombardeo acabó en un hospital del norte que es una maternidad.
Fui a este hospital en noviembre y literalmente vi gente desangrándose en los pasillos. No es un hospital de traumatología, no tenía el equipo ni los médicos para atender la gran cantidad de víctimas que estaba recibiendo.
Entonces cuando llegó Qama, en cualquier otra situación podrían haberle salvado la pierna. Pero los médicos tomaron la rápida decisión de amputar porque tenían mucho miedo a una infección, ya que muchos de estos hospitales no tienen antibióticos básicos.
La vida de esta pequeña cambió irrevocablemente. Más aún cuando los dos lugares que hacían prótesis en Gaza no están funcionando en este momento y la gran mayoría de niños como ella no están recibiendo aprobación de Israel para una evacuación médica.
¿Qué pasó después de que la niña fue operada?
Su mamá encontró una silla de ruedas. De pronto debieron salir del hospital y empujar una silla de ruedas con una niña con una pierna recién amputada a través de uno o dos kilómetros de polvo y arena en dirección sur.
Buscaron cualquier refugio que pudieron encontrar y fueron a Khan Yunis, pero allí hubo otro ataque y tuvieron que desplazarse otra vez.
Hay que recordar que cuando un niño vive un bombardeo es algo terrible. La niña sintió esa realidad a través de los fragmentos de metralla y del dolor inmenso e inimaginable en su pierna y luego sufrió una amputación.
Cualquier bombardeo futuro simplemente aumentará el trauma. No puedo imaginar cómo su madre intentaría apaciguarla en las noches durante esos bombardeos.
Cuando hubo un ataque contra Khan Yunis se desplazaron nuevamente en medio de la noche, bajo ataque aéreo, con tanques en tierra, con todos los gritos de terror de otras personas, y se dirigieron a Rafah.
Luego Rafah fue invadida y tuvieron que mudarse nuevamente y todo ese escenario se repitió.
Ciertamente mis palabras no le hacen justicia a lo que estaban soportando la madre y sus tres hijos, y lo que están soportando los abuelos. Ya habían destruido su casa familiar, todo por lo que habían trabajado fue destruido en un instante. Y ahora se mudan por tercera vez con esta niña con una pierna recién amputada.
Cuando los conocí estaban en Deir el Balah, donde, por cierto, esta semana hubo un ataque en el que se informó que murieron 51 personas.
Ellos han aprendido absolutamente lo que hemos estado tratando de decir durante muchos, muchos meses: que ningún lugar es seguro en Gaza.
Usted mencionó esta semana que no se han aliviado las restricciones a la entrada de suministros a Gaza. ¿Por qué la ayuda todavía no llega en forma suficiente?
Hay varias razones. A menudo se da la aprobación a un convoy y luego, por razones que nunca se explican, se le hace esperar en un puesto de control.
El puesto de control israelí está dentro de Gaza. El convoy se ve obligado a esperar allí cinco, seis, siete, ocho horas. Y una vez que eso sucede resulta imposible entregar la ayuda.
Se sabe que no podemos entregar ayuda en mitad de la noche. Entonces esos retrasos son suficientes para significar el fin de un convoy.
He tenido colegas que rastrean familias para llevar a niños del norte al sur para reunirse con sus familiares, y esos colegas tuvieron que permanecer sentados en los puestos de control hasta la una o las dos de la madrugada.
Además, cuando entra ayuda, sólo hay un camino que podemos utilizar para entregarla. Esto no es suficiente y también supone un grave problema en términos de seguridad.
Por lo tanto se trata de tener puestos de control internos eficientes, pero también de que haya puntos de entrada adicionales. Eso depende de Israel. El paso de Rafah era el salvavidas para Gaza y ha estado cerrado desde mayo.
Cuando juntas todas esas cosas son incapacitantes, es un caso de muerte por mil cortes.
Agosto fue el mes en el que entró la menor cantidad de ayuda humanitaria de cualquier mes completo en todo este tiempo.
¿Puede contarme sobre la situación de la polio? Sé que UNICEF llevó a cabo una campaña de vacunación masiva.
Se deben administrar dos dosis y la primera parte de la campaña llegó a más de medio millón de niños. Mostró lo que se puede hacer con pequeñas pausas humanitarias como cinco o seis horas al día.
Pero hay algo bastante amargo en esto, porque esas mismas familias que recibieron la vacuna contra la polio a las once de la mañana bien pueden enfrentar bombardeos a las once de la noche. Ahora necesitamos que ocurra lo mismo en la segunda vacunación dentro de un par de semanas.
La campaña contra la polio fue un éxito, pero que sea necesaria una campaña contra la polio es una señal de fracaso. La polio no había estado en Gaza desde hacía un cuarto de siglo y eso se debía a la gran importancia que los palestinos conceden a la vacunación.
La polio llegó a Gaza debido a la devastación del sistema de atención primaria de salud.
¿Está llamando UNICEF a un cese el fuego?
Sí, absolutamente, eso no ha cambiado. UNICEF y Naciones Unidas deben haber pedido un cese el fuego unas cien veces.
Dadas las esperanzas aplastadas y las promesas incumplidas, puede parecer inútil seguir pidiendo un alto el fuego, seguir pidiendo la paz. Pero el costo de permanecer en silencio sigue siendo mayor.
Cada día que seguimos esperando, más niños mueren. Por eso no podemos darnos el lujo de dejar de pedir lo que sabemos es la única solución humana.
También quiero hablar de los rehenes y el tormento inimaginable que todavía están pasando en algún lugar de Gaza, y el dolor y tormento que están pasando sus familias en Israel.
La gran, gran mayoría de los rehenes fueron liberados durante la pausa humanitaria sostenida o alto el fuego o como quiera que se le llamara oficialmente, que tuvo lugar a finales de noviembre, diciembre. Desde entonces se ha liberado un número diminuto.
Entonces, si se quiere evitar la muerte de niños, distribuir ayuda humanitaria, detener el brote de enfermedades y hacer que los rehenes vuelvan a sus hogares, siempre ha habido solo una respuesta: un alto el fuego.
Ya en diciembre del año pasado UNICEF se refería a la situación en Gaza como una guerra contra los niños. ¿Es así como describiría hoy lo que ocurre en Gaza?
Durante un año se informó de la matanza cada día en promedio de 40 niñas y niños. Por eso hablamos de una guerra contra los niños.
En términos de hacia dónde va esto, creo que lo correcto es transmitir lo que dicen los muchos habitantes de Gaza con los que hablo, y creo que hay dos grupos de personas.
Hay uno que literalmente sigue aferrándose a la esperanza. Pero definitivamente hay jóvenes que me han dicho que esperan que la próxima bomba caiga en su tienda de campaña. Están tan traumatizados y deprimidos que no ven ninguna salida y con bombardeos noche tras noche esperan que esto literalmente termine para ellos.
Creo que todo esto tiene que ver con el liderazgo. Sabemos que esto se puede solucionar, como dijo la directora ejecutiva de UNICEF hace mucho, mucho tiempo. La paz en Oriente Medio no se logrará con el bombardeo implacable de Gaza y la matanza de tantos niños.
Pero desafortunadamente no parece que ese sea el proceso de pensamiento de quienes tienen el poder en este momento.
Usted ha trabajado para UNICEF durante veinte años y ha dicho que hay algo que nunca antes había enfrentado: el tener que reivindicar que los niños palestinos SON niños. ¿Podría explicar esto?
Me resulta muy difícil entender cómo a algunas personas les cuesta hallar una equivalencia moral en la vida de los niños. Que un niño es un niño es algo que está en el centro de todo lo que he hecho para Unicef y del mandato de Unicef.
Cuando hace meses había informes de que habían matado entonces a cinco mil niños había quienes negaban o intentaban justificar esto. Realmente tengo dificultades para entender eso.
Ahora, cuando según el Ministerio de Salud en Gaza han matado a más de quince mil niños, escuchamos los mismos argumentos.
Eso es para mí una incapacidad de ver la equivalencia moral. Y es lo que me llevó a decir que la mayor parte de mi carrera hemos abogado por la protección, la salud, la educación de los niños y ya con eso bastaba.
Pero en el caso de Gaza parecería que algunas personas se sienten cómodas negando o justificando este número sin precedentes de niños muertos y heridos, por lo que hemos tenido que retroceder un paso y primero intentar reivindicar que son verdaderos niños.
Con la violencia en el Líbano la cobertura de Gaza ha disminuido. En un tweet que envió hace unos días usted dice: “No pueden normalizarse los ataques contra niños y niñas”. ¿Podría ampliar esto?
Ya ha pasado un año y puede que haya fatiga, pero eso, por supuesto, es una paradoja, dado que la situación en Gaza está empeorando y la gente debería preocuparse más por la situación de los niños.
En esta última misión a Gaza sabía que me resultaría difícil seguir transmitiendo los horrores que están ocurriendo. Vi niños con quemaduras de cuarto grado, que no sabía que existían. Vi a una niña a la que literalmente la explosión de una bomba casi le arranca la cara. Nunca he visto nada igual. Pero la niña aún no puede conseguir el permiso de evacuación médica que necesita.
Mientras busco transmitir esas historias sé que no están resonando, que esto parece haberse normalizado. No hago responsable a la gente por eso, sino al liderazgo en los niveles más altos.
El Secretario General de Naciones Unidas dejó muy claro lo que los líderes mundiales deben hacer aquí, pero entiendo por qué la gente promedio cierra los ojos para no ver algo que es horrendo.
A menudo me preocupo por la generación de jóvenes de todo el mundo que alza su voz y ha dejado muy claro que debe haber un alto el fuego.
Ellos ven en redes sociales los horrores que ocurren a los niños y ven una total falta de rendición de cuentas. Eso es una mancha para la humanidad.
Me preocupa una generación muy joven desde Europa hasta Sudáfrica y desde Australia hasta Canadá y América Latina que está viendo inmensos niveles de hipocresía.
Me preocupan las personas de veintitantos años frente a cuya indignación lamentablemente hay impunidad.