Hace unas noches, la escuela de Jirbet Zanuta, una pequeña aldea palestina en las colinas al sur de Hebrón, fue destruida junto con la mayoría de las casas por un buldócer.
Las huellas de la excavadora permanecían frescas e intactas en la arena cuando llegamos.
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La aldea estaba desocupada, pues la población de unos 200 palestinos se fue hace casi un mes, después de la sostenida presión y amenazas por parte de los agresivos y armados colonos judíos que viven en los asentamientos aledaños, considerados ilegales tanto por la legislación israelí como la internacional.
Una retorcida señal metálica yace entre los escombros de la escuela en Jirbet Zanuta. En grandes letras negras lee: “Apoyo humanitario para palestinos en riesgo de transferencia forzosa en Cisjordania”.
La señal enumera los donantes que aportaron dinero para el proyecto. La Unión Europea fue el principal donante y, entre un grupo de agencias europeas de desarrollo, también se encuentra el escudo de armas de la familia real británica sobre las palabras Consulado General Británico Jerusalén.
Nadav Weiman acompañó a la BBC a la aldea.
Weiman es un exsoldado de las fuerzas especiales israelíes que ahora es un activista de la organización Breaking Silence ("rompiendo el silencio"), un grupo de excombatientes que hacen campaña contra la ocupación israelí de los territorios palestinos.
Weiman cree que los colonos judíos -algunos de los cuales, los más militantes, son bien conocidos por los palestinos que habitaban este lugar- están nuevamente desobedeciendo la ley con la policía y el ejército.
“Están demoliendo las aldeas palestinas, apaleando a los granjeros palestinos, robándoles sus olivos, intentando abrir un tercer frente, un frente oriental contra los palestinos en Cisjordania. ¿Por qué? Porque quieren la tierra sin palestinos”.
Dos soldados israelíes llegaron a investigar lo que estábamos haciendo.
Uno de ellos le dijo a un miembro israelí del equipo de la BBC que era un traidor por estar visitando a palestinos. Nos filmaron, pero no prestaron mucho interés en lo que había sucedido en Jirbet Zanuta, a un par de kilómetros por carretera.
Cuando le pregunté a la policía si estaban investigando la demolición de la escuela y de la aldea, respondieron por correo electrónico que estaban esperando que hubiese una queja.
Los abogados de los palestinos de Zanuta ya habían presentado un reclamo ante la Corte Suprema de Israel.
Durante tres días de viaje por la ocupada Cisjordania, los palestinos nos han dicho reiteradamente que, desde el inicio de la guerra en Gaza el 7 de octubre, los colonos judíos están mejor armados y son mucho más agresivos.
Los ataques violentos, incluidas las muertes a tiros de palestinos por colonos judíos armados en Cisjordania, han aumentado considerablemente.
Están ocurriendo tantos ataques que los aliados más cercanos de Israel, como Estados Unidos y Reino Unido, han condenado la violencia de los colonos extremistas y demandado que los culpables de estos crímenes sean procesados.
En la práctica, los colonos rara vez enfrentan un juicio y, si les toca, en la mayoría de los casos pueden esperar un sentencia ligera.
Los colonos están armados y son apoyados por poderosos aliados dentro del gobierno israelí, encabezados por Itamar ben Gvir, el ministro de Seguridad Nacional, y Bezalel Smotrich, el ministro de Finanzas, que también tiene responsabilidades sobre la seguridad en Cisjordania.
En una decisión polémica, Smotrich acaba de encontrar más de US$100 millones para adjudicar a los colonos.
Refiriéndose aparentemente a los sondeos de opinión que indican que los palestinos apoyan a Hamás, le dijo al diario The Times of Israel que “hay dos millones de nazis en Judea y Samaria, que nos odian exactamente como los nazis de Hamás-ISIS en Gaza”.
Judea y Samaria es una referencia bíblica para Cisjordania.
La realidad de los ataques de los colonos fue captada en un video tomado por Muntassar Mhilat, un joven palestino de una familia de beduinos que viven en el desierto de Judea, no lejos de Jericó.
La casa de su familia fue invadida violentamente por unos 20 judíos armados. Muntassar los filmó gritando y apuntando con sus armas.
“Alguien le estaba disparando a mi tío, así que me acerqué corriendo y lo enfrenté. Estábamos empujándonos y gritando, cara a cara. Y yo lo estaba filmando. Entonces llegaron unos 20 colonos”.
El video muestra a un colono cargando su rifle de asalto M-16 y apuntándolo contra la familia. Una de las mujeres presentes, Umm Omar, que cargaba un bebé de 1 mes, pensó que morirían.
“Atacaron nuestra casa, se robaron nuestras ovejas, amenazaron a mis hijos y a mí con armas. Luego nos golpearon a mí y a la hermana de mi esposo. Pensé que nos iban a masacrar”.
Nadie murió. Los colonos los acusaron, falsamente según la familia, de robarles sus cabras. El hombre que apuntó con su arma cargada tenía puesta una chaqueta de la policía.
Una queja común es que los colonos han sido reclutados por las fuerzas de seguridad como reservistas desde el 7 de octubre y están abusando del poder y posición que vienen con el uniforme, y de las armas automáticas distribuidas por el estado.
La familia reconoció a algunos de los atacantes, pues venían de un asentamiento ilegal que queda a poco más de un kilómetro. Ellos saben que llegará otra ocasión y se sienten angustiados.
El hostigamiento de palestinos también es económico y psicológico.
Al sur de Hebrón, los agricultores palestinos aran con burro porque los colonos judíos de la zona han amenazado con robar o destruir su tractor si lo utilizan.
“Humillante”
Casi al otro lado de Cisjordania, en una aldea en las afueras de Nablús llamada Burin, el agricultor Ahmed Tirawi mira a través del valle a sus olivos cuyas aceitunas están empezando a pudrirse porque los colonos locales le han prohibido ir a cosecharlas.
“Si fuera a la ladera a cosechar mis aceitunas, estaría arriesgando mi vida. Aquí los colonos atacan a los agricultores, una bala y me matan”.
La temporada de las aceitunas siempre es un momento de tensión, pero esta vez -dice- ha sido “horrible”.
“Siento más que rabia. Me siento humillado por todo esto. Soy impotente para protegerme siquiera de un solo colono. Es tanta la humillación de sentirse tan solo e incapaz de protegerte. La única solución es la ley internacional, dos estados y proteger a la gente de la ocupación israelí”.
Por “razones de seguridad”
Fui a conversar con Yehuda Simon, un destacado líder de los colonos en su propio asentamiento, Havat Gilad, cerca de Nablús. Es un abogado que ha representado a colonos acusados de atacar a palestinos, y asintió con la cabeza cuando le dije que a los agricultores palestinos cerca de la región donde vive se les impedía cosechar sus olivos.
“El ejército llegó a la conclusión de que los palestinos que vienen a cosechar sus olivos están recolectando información para la realización de un ataque como el del 7 de octubre”.
Desestimó los repetidos y documentados informes de colonos atacando a palestinos.
“No escuché de personas que hayan matado palestinos. Bueno. Si el palestino solo está sentado en su balcón y llegan los colonos y lo matan, eso nunca ha sucedido. Bueno. Y yo no creo que ni los británicos ni Estados Unidos ni todos los países del mundo sean amigos de Israel… hasta Joe Biden está en contra del pueblo judío. A él no le gustan los judíos”.
En cuanto a lo árabes: “Pueden quedarse aquí con nosotros, pero para empezar, que no traten de matarnos”.
Durante más de un siglo, árabes y judíos han estado luchando por este pequeño trozo de tierra.
La guerra en Gaza no sólo ha aumentado la violencia en Cisjordania. La manera en que termine, si es que acaba, determinará también si la nueva generación podrá escapar este conflicto sin fin.
La imagen de familias siendo forzadas a abandonar sus hogares despierta memorias de 1948 para los palestinos.
Para cuando Israel ganó su batalla de independencia, más de 700.000 palestinos habían huido o habían sido expulsados de sus hogares a punta de armas.
El nuevo estado tomó sus propiedades y nuca les permitió regresar. Los palestinos llaman esos eventos de 1948 la Nakba o catástrofe.
Para los palestinos, la violencia de los colonos y la pérdida de sus hogares confirman sus peores temores, que las poderosas fuerzas en el gobierno de Israel y el movimiento de los colonos los quieren fuera y están utilizando la enorme crisis en torno a la guerra en Gaza para que eso suceda.