El 8 de octubre del 2023, un día después de que Israel sufriera el peor atentado terrorista de su historia a manos de Hamás, varios misiles cruzaron la frontera norte del país hebreo. “La resistencia islámica de Hezbolá atacó tres posiciones del enemigo sionista”, anunció a través de un comunicado la milicia chiíta asentada en el Líbano.
“Solo es cuestión de tiempo para que la guerra se desate en el norte de Israel. Y considero que luego de que concluya el conflicto en el sur, será necesario que también se cambie la realidad que tenemos en nuestra frontera norte”, aseguraba en enero a El Comercio Ido Zelkovitz, investigador de la Universidad de Haifa, historiador y experto en el conflicto árabe-israelí.
En estos meses posteriores al ataque de Hamas y la invasión de Gaza por parte de Israel no solo han aumentado los bombardeos sino que la población israelí del norte se ha visto obligada a desplazarse por la amenaza bélica. Además, las fuerzas del estado hebreo han conseguido abatir a uno de los principales cabecillas del grupo armado y en las últimas 48 horas han llevado a cabo un ataque que parece sacado de una película de ciencia ficción, al hacer estallar los beepers y walkie talkies de diferentes miembros de Hezbolá.
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Las palabras de Zelkovitz, lejos de pretender ser proféticas, confirmaban una preocupación latente tanto entre los expertos como en los vecinos del norte de Israel. Hezbolá nació en 1982 luego de que un millar y medio de combatientes de las Fuerzas Quds -un comando de élite iraní- se asentara en el valle de Bekka dispuestos a cumplir una de sus máximas: la eliminación del estado hebreo.
Desde sus inicios, el régimen islámico de Irán no solo se dedicó a suministrar armamento y recursos a Hezbolá sino que se aseguró de convertirlo en una suerte de extensión con la que ostenta el control de facto en el Líbano.
“El Líbano no es un estado uninacional como Inglaterra, Francia o el Perú, sino uno multinacional donde los principales grupos son los católicos, sunitas, chiítas, y los drusos. Podríamos entender a Hezbolá como un estado dentro de otro estado que sería el Líbano, pero mucho más poderoso incluso que el propio ejército libanés”, explica a este Diario el analista internacional Roberto Heimovits.
- Una fuerza considerable -
“El poder que tiene y la influencia que posee dentro del Medio Oriente se debe directamente a que es un grupo numeroso y muy bien armado. Muestra de ello es que no tuvo problema en atacar a Israel un día después de los atentados y que, en su momento, apoyó a la dictadura de Bashar al Asad en Siria”, comenta el experto.
Tanto Hezbolá, como las fuerzas de Assad, Hamás y algunas milicias iraquíes conforman lo que Irán denomina como el Eje de la Resistencia. Su apoyo a estos grupos no solo se limita al financiamiento y envío de recursos sino que además se ha encargado de proveerles armamento y entrenamiento militar durante todos estos años.
A la fecha, Hezbolá contaría con entre 50 mil y 100 mil combatientes, cifras que fluctúan entre lo que estiman diferentes expertos y lo que asegura el propio grupo armado. Además, están en poder de unos 100.000 cohetes, además de misiles de precisión, drones y proyectiles especiales para atacar tanques, aeronaves y buques.
Según el Gobierno de Israel, Hezbolá recibiría al menos 700 millones de dólares cada año provenientes de Irán, mientras que las armas no solo llegarían de la república islámica sino también de Rusia y China.
La influencia de este grupo armado, además, se extendería más allá de Medio Oriente. Se estima que desde la década de 1990 Hezbolá está presente en países como Brasil, Colombia, Panamá, Paraguay, Venezuela y Argentina. En este último, además, el grupo ha sido señalado de ser el autor material de los atentados contra la embajada israelí en 1992 y contra la Asociación Mutual Israelita Argentina (AMIA) dos años más tarde.
Desde 1997 Estados Unidos considera a Hezbolá como un grupo terrorista por los distintos ataques perpetrados tanto en el Líbano como en Grecia y Argentina. A la fecha por lo menos 60 naciones, incluida Argentina, la Unión Europea y Canadá, consideran a Hezbolá como una organización terrorista.
- Cúpula del poder -
El primer secretario general de Hezbolá fue el ideólogo islamista y seguidor del ayatola iraní Ruhollah Jomeini, Subhi al-Tufayli.
Este erudito religioso se mantuvo al frente del grupo desde 1989 hasta 1991, cuando decidió dejar el cargo luego de discrepar con la elección de nuevos directivos.
Su sucesor, Abbas al-Musawi, estuvo menos de un año al frente del grupo. El 16 de febrero de 1992 un escuadrón de helicópteros atacó a una comitiva de Hezbolá en el sur del Líbano, provocado la muerte de Al-Musawi, su esposa, su hijo y otras cuatro personas.
“Hassan Nasrallah ha sido el líder del grupo desde 1992, mientras que su mano derecha era Fouad Shukur, quien se encargaba de la planificación y la dirección de ataques y operaciones del grupo hasta que fue eliminado por Israel a fines de julio en un ataque a su departamento en Beirut. El resto de la cúpula está conformada por una mezcla de clérigos chiítas y militares”, explica Heimovits.