Parece que la historia se repite: este martes 3 el ministro de Seguridad Nacional de Israel, Itamar Ben Gvir, visitó la Explanada de las Mezquitas de Jerusalén. Se trata de un lugar tradicionalmente sagrado para los judíos, pero también para los musulmanes, y en donde la convivencia sana pende siempre de un hilo.
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En respuesta, los terroristas de Hamas acusaron a Ben Gvir de “echar leña al fuego” al “profanar y asaltar la bendita mezquita de Al Aqsa”. ¿A qué se refería? Según la agencia EFE, desde 1967, en dicha zona solo se permite el culto de los musulmanes, mientras que los judíos solo pueden “entrar como visitantes”.
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Sin embargo, Ben Gvir visitó el lugar junto a un rabino.
“Quien administra oficialmente la zona es Jordania. A pesar de ser un país moderado, cuidadoso y no estar alineado con los musulmanes extremistas, también protestó. Esta visita es claramente una provocación”, destaca el analista Enrique Banús.
Banús recuerda la segunda Intifada -”insurrección popular palestina protagonizada por los jóvenes frente a las fuerzas israelíes de ocupación”- y el papel de Ariel Sharon, político israelí temido y apodado ‘La excavadora’. En el 2000, él visitó la mezquita de Al-Aqsa, sagrada para el islam, lo que para muchos dio pie las protestas violentas.
¿La situación se podría salir de las manos? “Es muy difícil preverlo. Hay que esperar para ver si las reacciones retóricas de las autoridades palestinas consiguen aplacar a los más radicales. De momento, no hubo reacciones violentas y puede ser una señal”, sostiene Banús.
Y agrega: “También dependerá de lo que haga Hezbollah o la misma Irán, que es el archienemigo de Israel. Pero, por el momento, Teherán está ocupado con las protestas internas que no cesan, así que es posible que no puedan azuzar”.
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Extremistas dentro de la casa
“Benjamin Netanyahu no tiene una mayoría clara así que debe sumar aliados -anota Banús-. Su anterior gestión como primer ministro de Israel fue más plural, con representantes de partidos árabes, pero esta vez no es así. Él eligió irse hacia la derecha porque no le alcanzaban los votos. El asunto es que ahora está atado a personajes como Itamar Ben Gvir, que ponen en peligro muchos asuntos, pero de los que no puede prescindir”.
El 29 de diciembre del 2022, Netanyahu juró como primer ministro de Israel, iniciando así su “sexto Gobierno”, tal como apunta Deutsche Welle. Y, tal como anotó Banús, para lograrlo necesitó de “una coalición que es la más extremista de la historia, donde la lista de ultra derecha antiárabe Sionismo Religioso, tercera fuerza en el Parlamento, gana mucho peso”.
E Itamar Ben Gvir es su líder.
Para detener la crisis política de Israel, a Netanyahu no le quedó otra opción que juntarse con él, un aliado que en cuestión de dos años logró aumentar su presencia en la Knéset, el Parlamento israelí. Sin embargo, no es de su total agrado: como dice EFE, el premier “se reunió anoche con él para pedirle que desistiera de sus planes”.
Pero, ¿de dónde viene Ben Gvir?
Según “El diario.ar”, su postura antiárabe data de la primera Intifada. “Hijo de inmigrantes judíos laicos de Irak, se unió al movimiento juvenil del partido Kach de adolescente y en 1995 se hizo famoso por amenazar al primer ministro, Isaac Rabin, tres semanas antes de que lo asesinaran”, dice el medio.
Abogado de casi 50 años, Ben Gvir es conocido por defender a judíos extremistas. “Dicen que en 2019, antes de su fallida candidatura a la Knéset, para tratar de parecer más moderado retiró de su salón una foto del terrorista Baruch Goldstein, el colono que en 1994 entró en la mezquita de Hebrón y asesinó a 29 palestinos”, agrega el portal.
No es su única polémica.
En noviembre del año pasado, “durante los violentos enfrentamientos de este mes en un barrio problemático de Jerusalén Oriental”, él sacó una pistola y ordenó a la policía que “disparara a un grupo de manifestantes palestinos”. Para entonces, ya era parte de la Knéset.
Banús concluye: “Todo esto suma a desestabilizar el equilibrio de la zona, un balance que desde hace tiempo ya es precario”.