El presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, ha pedido este sábado, al ser investido por tercera vez como jefe de Estado, “amar y ser amado”, en contraste con sus discursos previos, habitualmente más agresivos con sus adversarios.
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“Hemos ganado el honor de servir a la nación turca otros cinco años. Abrazo a todos los 85 millones (de ciudadanos), tengan la visión política, el origen, el carácter o la religión que tengan”, dijo Erdogan durante su alocución en el palacio presidencial.
“La campaña electoral terminó el 28 de mayo (día en el que ganó la segunda vuelta de las presidenciales con un 52,2 % de los votos). Ahora decimos: ‘Amemos y seamos amados’. Necesitamos que 85 millones de personas se mantengan unidos como ladrillos de una pared. Necesitamos un gran abrazo” dijo, recién investido.
El mandatario llegó al palacio presidencial bajo una persistente lluvia, tras haber jurado el cargo el cargo en el Parlamento, acompañado de su mujer, Emine Erdogan, sus hijos Esra, Bilal y Sümeyye y el marido de esta última, el fabricante de drones Selçuk Bayraktar.
Erdogan dirige Turquía desde 2003, primero como primer ministro y desde 2014 como presidente, cargo que desde un referéndum en 2017 reúne las funciones de jefe de Estado y jefe de Gobierno.
Su nuevo mandato se extenderá hasta 2028 y, salvo cambios en la Constitución, debe ser el último, ya que la Carta Magna prevé un máximo de dos turnos para el presidente.
Este aspecto ya causó polémica al presentarse Erdogan para su tercer mandato, pero la Judicatura aceptó la tesis de que el número de legislaturas solo debe contarse a partir de las elecciones de 2018, celebradas acorde a la Constitución aprobada el año anterior.
A su llegada al palacio presidencial, Erdogan saludó a una treintena de jefes de Estado y de Gobierno extranjeros, entre ellos el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, que ya llegó ayer a Ankara, y el de Azerbaiyán, Ilham Aliyev, así como el primer ministro de Hungría, Viktor Orbán.
La gran mayoría de los demás jefes de Estado procedían bien de África subsahariana, bien de los Balcanes o de los países túrquicos de Asia Central.
También estaba presente el primer ministro de Armenia, Nikol Pashinián, cuyo país se halla en un difícil proceso de reconciliación con Turquía, y el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, que se halla hoy y mañana en Ankara, con una reunión bilateral con el presidente turco en la agenda.
El acto terminó con una prédica de Ali Erbas, jefe de la Diyanet, el organismo equivalente a un Ministerio de Religión, seguida por un concierto de música clásica y una cena de Erdogan con sus invitados extranjeros.
Terminada la cena, Erdogan comparecerá de nuevo para anunciar la composición de su nuevo gabinete de ministros, por ahora una incógnita, ya que el mandatario solo ha adelantado que celebrará su primera sesión el martes próximo.
La prensa turca asegura que repetirán cargo el ministro de Sanidad, Fahrettin Koca, y el de Cultura y Turismo, Mehmet Nuri Ersoy, pero continúan las especulaciones sobre un posible regreso del economista Mehmet Simsek al cargo de ministro de Finanzas, puesto que ya tuvo entre 2009 y 2015.
La presencia de Simsek podría señalar una vuelta a políticas más ortodoxas para sanear la vapuleada economía turca frenando el actual ciclo de consumo e inflación, lo que estabilizaría la lira, pero también aumentaría momentáneamente el desempleo.
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