El príncipe saudí Mohammed bin Salman (izquierda) y el presidente de Irán, Hassan Rouhani. (Foto: AFP)
El príncipe saudí Mohammed bin Salman (izquierda) y el presidente de Irán, Hassan Rouhani. (Foto: AFP)
BBC News Mundo

La tensión ha aumentado significativamente en el Medio Oriente en los últimos días.

Los acontecimientos políticos que han sacudido la región desde el sábado de la semana pasada representan un sismo en un momento en que y sus aliados, incluyendo Estados Unidos, están mostrando cada vez mayor determinación para hacer frente a .


​La renuncia del primer ministro de Líbano, Saad al Hariri; el lanzamiento, por parte de rebeldes hutíes de Yemen, de un misil de largo alcance que fue interceptado cerca de un aeropuerto en Arabia Saudí y una espectacular purga del gobierno de ese país son tres de los hechos que han marcado esta semana.

"Si Irán y Arabia Saudí van a una guerra sería catastrófico", indica Paul Adams, periodista experto en temas diplomáticos de la BBC. "Pero nadie realmente cree que eso vaya a pasar".

En BBC Mundo respondemos tres preguntas que buscan explicar la especie de "guerra fría" que viven dos potencias regionales: Irán y Arabia Saudí.


¿Por qué son rivales?

Se trata de una lucha de poder que se ha venido desarrollando por casi 40 años.

Seguidores de Hezbolá en Líbano con pancartas que muestran los rostros del ayatolá Alí Jamenei (izquierda), Líder Supremo de Irán, y de Hassan Nasrallah, líder de Hezbolá. (Foto: AFP)
Seguidores de Hezbolá en Líbano con pancartas que muestran los rostros del ayatolá Alí Jamenei (izquierda), Líder Supremo de Irán, y de Hassan Nasrallah, líder de Hezbolá. (Foto: AFP)

Arabia Saudí acoge dos de los lugares más sagrados del islam y eso le permitió sentirse líder indiscutible del mundo musulmán.

Pero en 1979 se produjo la Revolución Islámica en Irán y, con ella, el regreso de una poderosa figura en esa nación: el ayatolá Jomeini, el Líder Supremo.

Ese año, la República Islámica fue establecida en Irán y tomó forma un nuevo centro de oposición al liberalismo occidental.

Y de repente, Arabia Saudí también tenía un rival.

Hoy en día la influencia de Teherán se extiende por una amplia zona del Medio Oriente, entre la que se encuentra Líbano.

De hecho, por años Arabia Saudí se ha sentido amenazada en su propia región.

Pero además del elemento geopolítico está el religioso, y es que los dos países representan las dos principales alas del Islam: Arabia Saudí es sunita e Irán es chiita.

Los sunitas son mayoría entre los musulmanes -se estima que entre el 86% y el 90% pertenecen a esta corriente- y se ven a ellos mismos como la rama más tradicional y ortodoxa del islam.

La tradición hace referencia a prácticas derivadas de las acciones del profeta Mahoma y sus allegados.

Millones de musulmanes de todos los orígenes se reúnen cada año en Arabia Saudita para cumplir con uno de los pilares del Islam: el Hajj o la peregrinación a La Meca. (Foto: Reuters)
Millones de musulmanes de todos los orígenes se reúnen cada año en Arabia Saudita para cumplir con uno de los pilares del Islam: el Hajj o la peregrinación a La Meca. (Foto: Reuters)

Los sunitas veneran a todos los profetas mencionados en el Corán, pero particularmente a Mahoma, quien es considerado el profeta definitivo.

Los chiitas surgieron como una facción política: literalmente "Shiat Ali" o el partido de Ali.

Ali era el yerno del profeta Mahoma y los chiitas reclaman su derecho y el de sus descendientes, a liderar a los musulmanes.

Ali murió asesinado como resultado de las intrigas, violencia y guerras civiles que marcaron su califato. Y a sus hijos, Hassan y Hussein, se les negó lo que ellos consideraban su derecho legítimo de sucederlo.

Los chiitas también cuentan con una jerarquía de clérigos que practican una interpretación abierta y constante de los textos islámicos.

Se estima que los chiitas actualmente suman entre 120 a 170 millones de fieles, aproximadamente una décima parte de todos los musulmanes.


¿Cómo y dónde se enfrentan?

Yemen
En Yemen, hay una guerra en la que Arabia Saudí está ayudando a un bando (el gobierno) e Irán apoya al otro (los rebeldes hutíes).

Esta foto de 2015, muestra a rebeldes hutíes en Yemen. (Foto: Reuters)
Esta foto de 2015, muestra a rebeldes hutíes en Yemen. (Foto: Reuters)

Los hutíes son miembros de un grupo rebelde también conocido como Ansar Allah (Partidarios de Dios), que se adhiere a una rama del islam chiita conocida como zaidismo.

Los zaiditas conforman un tercio de la población y gobernaron Yemen del Norte bajo un sistema conocido como imamato por casi 1.000 años, hasta 1962.

En la actualidad, el dominio de este grupo rebelde no abarca la totalidad de Yemen -un país predominantemente sunita-, lo que ha hecho que se recrudezca la violencia sectaria en el país.

En septiembre de 2014 tomaron control de la capital, Saná, para exigir al gobierno una mayor participación chiita en la toma de decisiones del país árabe y acusaron al gobierno del presidente Abdrabbuh Mansour Hadi de corrupción.

Siria
​En Siria, Irán apoya al presidente Bashar al Asad y ha enviado tropas y milicias para luchar de su lado.

Tras varios años de guerra, la ciudad de Homs, en Siria, quedó devastada. (Foto: Reuters)
Tras varios años de guerra, la ciudad de Homs, en Siria, quedó devastada. (Foto: Reuters)

Y es que lo que comenzó en 2011 como un levantamiento pacífico contra Al Asad,se convirtió en una brutal y sangrienta guerra civil que ha arrastrado a potencias regionales e internacionales.

Irán es el aliado más cercano y constante de Al Asad, mientras que Siria es el principal punto de tránsito de armamentos que Teherán envía al movimiento chiita Hezbolá en Líbano, el cual también ha enviado a miles de combatientes para apoyar a las fuerzas sirias.

Se cree que Teherán ha gastado miles de millones de dólares al año para fortalecer a las fuerzas del gobierno sirio, ofreciendo asesores militares, armas, crédito y petróleo.

Arabia Saudí es otro participante en esa "guerra subsidiaria". Para contrarrestar la influencia de Irán ha enviado ayuda militar y financiera importante a los rebeldes, incluidos los grupos con ideologías islamistas.

Líbano
​Líbano es un país que de por sí tiene un muy delicado balance de poder.

Hassan Nasrallah, líder de Hezbolá, acusó a Arabia Saudita de retener a Hariri contra su voluntad. (Foto: AFP)
Hassan Nasrallah, líder de Hezbolá, acusó a Arabia Saudita de retener a Hariri contra su voluntad. (Foto: AFP)

Por décadas, Irán ha apoyado a Hezbolá, que es parte del gobierno libanés, también lucha en Siria y está presente en Yemen y en Irán.

Mohammed bin Salman es el heredero del trono de Arabia Saudí y en los últimos días ha hecho una gigantesca purga de la élite política y empresarial saudí para consolidarse como el hombre más influyente del reino.

"Bin Salman se deshizo de todos los obstáculos para controlar del todo uno de los principales productores de petróleo del mundo y hogar de los sitios más sagrados del islam", dice el corresponsal de la BBC para asuntos de seguridad, Frank Gardner.

El príncipe se ha mostrado cada vez más duro con Irán, país al que ha acusado de intentar dominar el mundo musulmán.

Observadores creen que el príncipe ordenó la renuncia del primer ministro libanés, Saad Hariri, quien hizo el inesperado anuncio el fin de semana pasado en Arabia Saudí, país que lo apoya políticamente.

Y es que la familia Hariri es cercana al gobierno de Riad.

"Le quiero decir a Irán y a sus seguidores que están perdiendo en su interferencia en los asuntos del mundo árabe", indicó el líder.

Muchos libaneses creen que la renuncia de Hariri se debió a las presiones de los saudíes, dice Martin Patience, corresponsal de la BBC en Beirut.

El padre de Hariri, el ex primer ministro Rafik al-Hariri, fue asesinado en 2005 en un ataque con coche bomba por el que fue ampliamente responsabilizado Hezbolá.

Hassan Nasrallah, líder de Hezbolá, acusó a Arabia Saudí de retener a Hariri contra su voluntad y de declararle la guerra a Líbano.

El presidente de Líbano, Michel Aoun, le pidió el sábado a Arabia Saudí que clarificara la situación en la que se encuentra Hariri, cuya renuncia no ha aceptado.

El líder indicó que las palabras atribuidas a Hariri debían ser tratadas con precaución.

Iraq
​En Iraq, desde la caída de Saddam Hussein, Irán se ha vuelto muy influyente.

Sus Cuerpos de la Guardia Revolucionaria Islámica han sido importantes en la lucha contra yihadistas sunitas en ese país.

Adel al Jubeir, ministro de Relaciones Exteriores saudita, viajó a Irak en una histórica visita a inicios de este año. (Foto: AFP)
Adel al Jubeir, ministro de Relaciones Exteriores saudita, viajó a Irak en una histórica visita a inicios de este año. (Foto: AFP)

Pero recientemente Arabia Saudí ha intentado extender su influencia en esa área.

De hecho, en febrero de este año, el ministro de Relaciones Exteriores saudí, Adel al Jubeir, se reunió en Iraq con el primer ministro de ese país, Haider al Abadi, en lo que fue la primera visita de un canciller saudí desde 1990.

La reunión formaba parte de los esfuerzos por relajar las tensiones de larga data entre los dos países.

Y es que Arabia Saudí ha acusado a los gobiernos iraquíes de ser muy cercanos a Irán.

El año pasado, los saudíes enviaron un embajador a Iraq por primera vez en un cuarto de siglo. Pero, posteriormente Bagdad pidió su retiro por haber hecho comentarios críticos sobre la influencia iraní en Iraq.


¿Cuán grave es la situación?

Algunos analistas sospechan que Arabia Saudí está intentando forzar una confrontación con Hezbolá para debilitar su autoridad y la influencia de Irán.

"Si es así, sería un territorio peligroso y podría abrir un frente totalmente nuevo en esta guerra fría entre Arabia Saudí e Irán en un país, Líbano, que ya ha visto muchos conflictos", indica Adams.

El temor es que un paso en falso ahora desencadene algo mucho más grave.

"En las últimas décadas, nunca hemos estado tan cerca del precipicio", advierte Maha Yahya, director del think tank del Centro Carnegie de Medio Oriente.

"La amenaza de una guerra regional nunca había sido tan real con un conflicto que podría involucrar a varios países".

El secretario general de las Naciones Unidas, Antonio Guterres, advirtió que un nuevo conflicto en la región tendría "consecuencias devastadoras".

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