Diez días después de que el primer ministro libanés, Saad Hariri, dimitiera al cargo en respuesta a las protestas sociales que por dos semanas tomaron las calles de Beirut, el lunes 26 finalmente la mayoría de partidos designó a su sucesor: Najib Mikati, el hombre más adinerado del Líbano, exprimer ministro en dos ocasiones, extitular de diferentes ministerios, empresario de telecomunicaciones y, pequeño gran detalle, investigado por corrupción.
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Nacido en Trípoli hace 67 años, Mikati obtuvo una maestría en Negocios de la Universidad Americana de Beirut, además de cursar estudios en Harvard y la escuela de negocios francesa Insead. En 1982 fundó, junto a su hermano Taha, la empresa de telecomunicaciones Investcom, la cual vendieron en el 2006 al grupo sudafricano MTN.
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En el 2011, la revista Forbes estimó su fortuna en 2,8 mil millones de dólares, convirtiéndolo en uno de los 50 hombres más ricos del mundo, el más acaudalado de su país y uno de los más adinerados del Medio Oriente.
Durante esos años, además, su presencia no solo se limitó al mundo de los negocios sino que se extendió a la escena política.
MIKATI, EL POLÍTICO
En 1998 fue nombrado ministro de Obras Públicas y Transporte durante el gobierno del independiente Selim al-Hoss. Dos años más tarde fue elegido parlamentario en representación de su natal Trípoli.
Desde su época congresal, Mikati expresó su deseo de tentar el premierato libanés, algo que finalmente consiguió en el 2005, tras la renuncia de Omar Karami al cargo.
En dicha oportunidad, al igual que ahora, Mikati fue llamado el candidato del consenso, tuvo por delante la misión de calmar las aguas en un convulso Líbano y garantizar la estabilidad política para garantizar los comicios legislativos. Durante su vida política se ha caracterizado por mantener una relación abierta con Siria y el régimen de Bashar al Asad, pero además por conseguir el respaldo tanto de los chiitas de Hezbolá como de los sunitas de Rafiq Hariri, exprimer ministro asesinado durante un atentado en febrero del 2005 que desencadenó la crisis posterior.
Su primer mandato duró apenas tres meses, en los que pudo preparar al Líbano para los comicios parlamentarios.
En el 2011 nuevamente fue elegido por el Parlamento para dirigir al país en medio de una nueva crisis, esta vez desencadenada por los cuestionamientos sobre el financiamiento del Tribunal Especial para Líbano, una corte mixta y asesorada por la ONU que fue creada para juzgar a los responsables del magnicidio de Hariri.
Mikati, además, se encontró con la misión de concretar la paz en el sur libanés donde aún se sostenían enfrentamientos con el ejército israelí. Ese mismo año, Mikati terminó presidiendo el 66 Consejo de Seguridad de la ONU.
Su segundo mandato terminó en el 2014.
INVESTIGADO POR LA JUSTICIA
En octubre del 2019, la Fiscalía del Líbano presentó una acusación formal contra Mikati por presunta corrupción. El exprimer ministro negó los cargos y dijo que el caso tenía un trasfondo político.
Según un artículo de France 24, Mikati señaló que se trataba de represalias por no haber apoyado la elección del gobernante Michel Aoun en el 2016. Cabe resaltar que esto sucedía mientras que en el Líbano se registraban nuevas protestas callejeras contra el gobierno de turno.
Mikati ofreció levantar su secreto bancario para probar que no había cometido ningún delito. El Banco Audi, señalado como la entidad que apoyó a Mikati en el delito, emitió un comunicado negando los cargos en su contra.
Finalmente, el caso se cerró sin que fuese a juicio.
En agosto del 2020, una investigación de Al Jazeera conocida como Los Papeles de Chipre volvió a involucrar al apellido Mikati. La trama giraba en torno a cómo oficiales de alto grado y familias acaudaladas compraban “pasaportes dorados” entre el 2017 y el 2019.
En dicha ocasión, el involucrado fue Taha Mikati, hermano del exprimer ministro.
En diciembre del 2020, una vez más el nombre del político se vio involucrado en un proceso judicial. Esta vez correspondió a la tragedia de Beirut, ocurrida en agosto de ese año, en la que casi 3 mil toneladas de nitrato de amonio que permanecían en el puerto capitalino estallaron causando la muerte de 207 personas e hiriendo a otras 6.500.
Debido a que el material había sido incautado en el 2014, el fiscal Fadi Sawwan decidió presentar cargos contra quienes habían ocupado el premierato en dicho período de tiempo, entre ellos Najib Mikati, reseñó la agencia AP.
UN PAÍS EN CRISIS
Durante las protestas de las últimas semanas, los libaneses han tenido un mensaje central: “Queremos cambiar a toda la clase política”. En ese sentido, Mikati no puede ser visto como un rostro nuevo pero los legisladores esperan que pueda servir como un puente de entendimiento en la polarizada política actual.
Más allá de las acusaciones de corrupción y tras un año de gobiernos transitorios, la población libanesa enfrenta una crisis económica y social que recrudece año tras año. Desde el 2020, la libra libanesa se ha devaluado en un 90%, mientras que la inflación es del 200%. No hay gasolina en los grifos ni medicina en los centros de salud.
“¿Cómo puedo confiar en un ladrón que me ha robado y ha robado el futuro de mis hijos?”, decía a la agencia AFP este lunes Mohamad Dib, un vecino de Beirut de 57 años.
El primer ministro, por su parte, no ha tardado en avisar que no podrá hacer milagros pero confía en iniciar el camino hacia la recuperación. “No tengo una varita mágica ni puedo hacer milagros, pero he estudiado la situación hace tiempo y cuento con avales internacionales”, señaló según la agencia Reuters.
De acuerdo a un artículo de El País de España, el primer paso de Mikati será aplicar el plan de rescate financiero presentado por el Gobierno Francés y supervisado por el FMI, el mismo que tiene como condición que se nombre a un gabinete tecnocrático.
“El país está sumido en una crisis económica y necesita tener un Gobierno que cumpla con las directrices del FMI. Un barco en medio de un temporal precisa un capitán y una tripulación para funcionar; si no, se hunde”, dijo el jefe de la diplomacia europea Josep Borrell hace un mes en Beirut, según recoge el diario español.
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