“Un barco sin timón”. De esa forma calificaba en el 2014 el hasta entonces cardenal estadounidense de más alto rango en el Vaticano, Raymond Burke (73 años), a la Iglesia Católica bajo la conducción del papa Francisco. Pero el sumo pontífice no era el único blanco de sus críticas, pues el religioso se oponía abiertamente a la vacunación contra el COVID-19. Hoy, lucha por su vida a causa de la enfermedad.
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“El cardenal Burke permanece en estado grave pero estable. Recibe una excelente atención médica y sacramental. Ore por su recuperación, particularmente por la intercesión de Nuestra Señora de Guadalupe, San José, San Juan Diego y San Rocco”, informó su equipo a través de su cuenta en Twitter.
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La misma red social había sido usada por Burke el 10 de agosto para dar cuenta sobre su contagio, aunque entonces se limitó a precisar que estaba “descansando confortablemente”. Cuatro días más tarde, otro tuit detallaría que había sido conectado a un respirador tras la complicación de su cuadro.
Según la prensa estadounidense, Burke se habría contagiado durante una visita a Wisconsin, además su futuro se determinará en las próximas 48 horas. Además, el cardenal se habría negado a vacunarse contra el coronavirus al llegar su turno.
ORIGEN Y ASCENSO
Nació el 30 de junio de 1948 en Richland Center, al sur de Wisconsin. Raymond era el menor de seis hermanos y estudió en el Seminario de la Santa Cruz de La Crosse, para luego ingresar a la Universidad Católica de América donde obtuvo su grado y maestría en Filosofía.
Entre 1971 y 1975 asistió a la Pontificia Universidad Gregoriana para realizar estudios en Teología. Tras egresar, fue ordenado por el papa Pablo V, según el portal Info Vaticana. Posteriormente, Burke regresó a Wisconsin para trabajar como rector de la Catedral de San José Obrero y enseñó religión en el Aquinas High School.
En 1980 obtuvo su doctorado en Derecho Canónico en Roma y cuatro años más tarde fue nombrado moderador de la curia, además de vicecanciller de la diócesis de La Crosse, en Wisconsin.
Con Juan Pablo II al frente de la Iglesia Católica, Burke volvió a Roma en 1984. El Papa lo nombró defensor del vínculo del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica y 10 años más tarde es nombrado obispo de su diócesis natal, La Crosse, según Info Vaticana.
En el 2003 Burke fue nombrado arzobispo de Saint Louis y cinco años después, con el papa Benedicto XVI, Prefecto del Tribunal Supremo de la Signatura Apostólica. En la curia romana, por su parte, es miembro de la Secretaría de Estado, de la Congregación para el Culto Divino y de la Congregación de los Obispos, detalla la página especializada.
OPOSICIÓN A FRANCISCO
Burke es considerado uno de los más altos representantes del ala más conservadora del clero. Por ello, no es de extrañar que desde el nombramiento de Francisco como Papa, el religioso estadounidense haya sido un abierto opositor a sus posturas reformistas.
El pico de esta oposición se alcanzó en el 2014, durante la celebración del Sínodo extraordinario de obispos sobre la familia. En la reunión, Burke arremetió contra el cardenal alemán Walter Kasper y su defensa por ofrecer la comunión a los divorciados.
Además, encabezó el freno a lo que habría sido el documento sinodal más positivo hacia los homosexuales en la historia de la Iglesia. Gracias a la mano de Burke, el documento terminó siendo bastante más suave.
Un mes más tarde, Burke comenzó a brindar entrevistas a distintos medios, arremetiendo en todas ellas contra las ideas de Francisco que, según el estadounidense, se alejaban de la esencia del catolicismo. El Papa ya había removido de un cargo a Burke en diciembre del 2013, cuando lo sacó de la junta del departamento encargado de designar a los obispos.
Sin embargo, eso no fue impedimento para que en noviembre del 2014 volviera a quitarle otro puesto, esta vez retirándolo de la corte del Vaticano, el brazo legal de la iglesia.
En el 2017 envió, junto a otros tres cardenales conservadores, una serie de preguntas al Papa con las que buscaban entender su apertura hacia los católicos divorciados que se habían vuelto a casar. Un año más tarde, se confesó “profundamente perturbado” al hacerse públicas las acusaciones del exarzobispo Carlo Viganó contra Francisco, en las que lo señalaba de encubrir por casi dos décadas abusos sexuales cometidos por el excardenal Theodore McCarrick.
McCarrick fue expulsado del clero en febrero del 2019 por pederastía y hasta su último pronunciamiento sobre el tema, que tuvo lugar en noviembre del 2020, el Vaticano negó haber tenido conocimiento previo de los casos y haberlos ocultado.
“Es evidente que el Papa no me quiere en ningún puesto de liderazgo, que no me ve como la clase de persona que él quiere que sea, dando cualquier dirección fuerte a las cosas”, dijo durante una entrevista con The New York Times en el 2019.
Aunque en la misma conversación aclaró que no se consideraba un enemigo de Francisco. “Estoy en una situación en la que se me tacha de enemigo del Papa, y no lo soy”, señaló.
UN ANTICIENCIA
Lo que sí es innegable en Burke es su oposición a las recomendaciones científicas y sanitarias, especialmente durante la pandemia de COVID-19.
El religioso es un férreo opositor a las vacunas, señalándolas de ser creadas a partir de células provenientes de fetos -algo que se ha comprobado como falso- o declarando públicamente en mayo del 2020 que la inoculación contra el COVID-19 era aprovechada para implantar microchips en la gente bajo la excusa de combatir al “virus de Wuhan”, un término despectivo que fue usado por primera vez por el expresidente Donald Trump.
Para Burke, “la mejor manera de luchar contra el coronavirus es la relación con Jesucristo”, por lo que también fue un ácido crítico contra las prohibiciones de celebrar las misas y de entregar la eucaristía en la mano de los fieles, en lugar de la boca.
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