“Mi nombre es Lothar Rosenmann, he salido de Alemania y estoy feliz de haber alcanzado mi edad mayor no en un campo de concentración ni preso ni muerto en la guerra”.
MIRA: “A quienes niegan el Holocausto les pregunto: ¿Dónde está mi familia?”
Así se presentaba Lothar en el documental “Sobreviví al Holocausto”, realizado por El Comercio en septiembre del año pasado y cuya historia era una de las cuatro protagonistas.
Esta mañana, pocos días antes de cumplir 94 años, el doctor Rosenmann falleció tras padecer durante un par de semanas de complicaciones respiratorias que se agravaron debido a su avanzada edad.
Este es un pequeño homenaje, en memoria de una valiente persona que sobrevivió al horror nazi y nunca dejó que le robaran la alegría que lo caracterizaba.
Rosenmann tuvo que abandonar su natal Berlín a los 12 años de edad junto a su familia, debido a que su origen judío era motivo suficiente para sufrir la persecución de las fuerzas del régimen de Adolfo Hitler. Antes de su partida fue testigo de la Noche de los Cristales Rotos, la infame jornada en la que los nazis incendiaron las sinagogas en Alemania y que marcaría uno de los primeros episodios del Holocausto judío.
Junto a sus padres y su hermana llegaron al Perú en 1938 para iniciar una nueva vida. La misma que lo llevó a estudiar Odontología en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, casarse con doña Eva y tener dos hijos: Daniel y Susana.
Pese a haber pasado casi ocho décadas viviendo en nuestro país, no fue hasta hace unos tres años que se animó a compartir su historia durante la Segunda Guerra Mundial a través de eventos organizados por el Centro Educacional del Holocausto y Humanidades, pero principalmente gracias al apoyo de la coordinadora de dicho centro, Patricia Flowers, y de quien se encargó de velar por la salud de Rosenmann tras quedar viudo, Leandra.
Leandra fue mucho más que la cuidadora de Lothar, con el tiempo se convirtió en una hija más o como a él le gustaba decirle: “Un sol, porque al igual que el que está en el cielo se encarga de darle calor a las personas”.
Gracias a ellas, además, los miembros del equipo realizador del documental pudimos conocer al doctor Rosenmann. Fue una tarde de agosto del 2019 cuando nos recibió por primera vez en su departamento de San Isidro.
Ahí, además de enterarnos sobre los dolorosos detalles de lo que le tocó vivir a causa del nazismo, entendimos que a Lothar le habían robado gran parte de su infancia pero nunca pudieron quitarle la sonrisa.
Tras el estreno del documental, pudimos compartir más de una presentación junto a Lothar. En todas ellas, su testimonio tuvo el mismo efecto: dejar en silencio al auditorio tras el doloroso relato e inmediatamente arrancarles una sonrisa con alguna de sus bromas.
La pandemia no nos permitió despedirnos de Lothar como era apropiado y dejó pendiente un último almuerzo. Esperamos, de todo corazón, que a pesar de su partida su mensaje siga vivo y prevenga a quien lo conozca de permitir que el mundo vuelva a atravesar por épocas tan oscuras como las que le tocó vivir.
Hasta pronto, Lothar. Siempre estarás presente en nuestros corazones y, por supuesto, en las páginas de El Comercio.
*Si desea conocer más sobre la historia de Lothar Rosenmann puede ver el documental en el que participó el año pasado dando click aquí.
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