La repentina y violenta, pero no del todo inesperada, desaparición del líder de Al Qaeda el pasado fin de semana plantea la inevitable pregunta: ¿qué pasa con la organización que deja atrás?
De hecho, hay más interrogantes: ¿qué es Al Qaeda y sigue siendo relevante en 2022?
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Al Qaeda en árabe significa “la base”. Es una organización terrorista proscrita que se dedica a atacar los intereses occidentales en todo el mundo y a derribar gobiernos en Asia y África, gobiernos que considera demasiado cercanos a Occidente e insuficientemente islámicos.
Se formó a finales de la década de 1980 en la frontera afgano-paquistaní a partir de los restos del ejército de voluntarios árabes que fueron a luchar contra los soviéticos que habían invadido y ocupado Afganistán.
Hace sólo una generación, Al Qaeda era un nombre muy conocido en todo el mundo y se consideraba la principal amenaza para la seguridad en Occidente.
¿Por qué? Porque en ese momento había logrado realizar una serie de atentados cada vez más audaces, complejos y exitosos, que a su vez inspiraron a más seguidores violentos a unirse a sus filas.
En 1998 perpetró atentados simultáneos contra las embajadas de Estados Unidos en Kenia y Tanzania, matando sobre todo a civiles africanos.
En el año 2000, estrelló una pequeña lancha cargada de explosivos contra el USS Cole en el puerto de Adén, matando a 17 marineros e inutilizando este buque de guerra de mil millones de dólares.
Luego, en una mañana azul y despejada de Nueva York, el 11 de septiembre de 2001, "el mundo cambió para siempre".
Tras meses de planificación secreta, agentes de Al Qaeda secuestraron cuatro aviones estadounidenses en pleno vuelo y dirigieron dos de ellos contra el emblemático World Trade Centre de Nueva York, derribando estos dos gigantescos rascacielos en una bola de fuego y polvo.
Otro avión se estrelló contra el Pentágono, sede del Departamento de Defensa de Estados Unidos, mientras que en un cuarto avión los pasajeros superaron a los secuestradores y se estrelló en un campo, matando a todos los que iban a bordo. Ese día murieron casi 3.000 personas.
Fue, sencillamente, el peor atentado terrorista jamás perpetrado en la América continental y puso en marcha dos décadas de la controvertida "guerra contra el terrorismo" dirigida por Estados Unidos.
El 11 de septiembre fue planeado desde las bases de Al Qaeda en las montañas de Afganistán, donde los talibanes les dieron refugio. Entonces, Estados Unidos y el Reino Unido invadieron ese país, depusieron a los talibanes y expulsaron a Al Qaeda.
Estados Unidos tardó otros 10 años en localizar y matar al escurridizo líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, en mayo de 2011.
¿Qué ha pasado desde entonces y en qué estado se encuentra Al Qaeda ahora?
Cambios y deserciones
Osama bin Laden fue rápidamente sustituido en la cúpula de Al Qaeda por su antiguo mentor, el doctor Ayman al Zawahiri, un hombre con gafas, que murió el fin de semana en un ataque con un dron de la CIA.
Durante sus 11 años como líder, este ex cirujano oftalmólogo egipcio nunca llegó a igualar el carisma del que gozaba su predecesor entre los jóvenes yihadistas de mentalidad violenta.
Sus mensajes grabados en video, en los que siempre llamaba a atacar a Occidente y a sus aliados, solían ser prolijos y aburridos. No tenía atractivo para las masas.
En poco tiempo, Al Qaeda sufrió la deserción de un nuevo grupo ultraviolento que se hacía llamar Estado Islámico, o “ISIS”, abreviatura de Estado Islámico en Irak y Sham (la gran Siria).
Los jóvenes yihadistas, impacientes por cometer nuevos atentados, se burlaron de los dirigentes de Al Qaeda, diciendo que mientras ellos hablaban mucho, el ISIS pasaba a la acción.
¿Seguros en Afganistán?
Los atentados del 11-S fueron un fracaso monumental de la inteligencia estadounidense.
A pesar de las pistas perdidas por Washington, los ataques tuvieron éxito en parte porque la CIA no compartía sus secretos con el FBI y viceversa.
Eso ha cambiado. Las agencias de inteligencia estadounidenses y occidentales están ahora mucho mejor informadas, colaboran más y su reclutamiento de informantes desde dentro de Al Qaeda y el ISIS ha supuesto menos ataques terroristas con éxito.
Pero no se puede obviar el hecho de que la caótica retirada occidental de Afganistán del año pasado abrió nuevas y peligrosas oportunidades para Al Qaeda.
El mero hecho de que Al Zawahiri se encontrara viviendo cómodamente en una “casa segura” de Kabul, cerca de los dirigentes talibanes, demuestra que los elementos yihadistas más duros dentro de los talibanes no tienen intención de romper los lazos con Al Qaeda.
Afganistán tiene un significado especial para Al Qaeda.
Fue aquí donde el joven, adinerado e idealista Osama Bin Laden aportó los conocimientos de ingeniería de su familia para construir complejos de cuevas en la década de 1980 para luchar contra los invasores soviéticos.
Fue aquí donde vivió durante cinco años bajo la protección de los talibanes entre 1996 y 2001. Y es aquí donde Al Qaeda está dispuesta a restablecer su presencia ahora que sus amigos de los talibanes han vuelto al poder.
África: el nuevo campo de batalla yihadista
Si antes Al Qaeda era una organización geográficamente pequeña, centralizada y unida, hoy se ha convertido en una franquicia global con grupos de seguidores repartidos por todo el mundo, la mayoría en espacios no gobernados o mal gobernados.
En Somalia, por ejemplo, la filial de Al Qaeda, “al Shabab”, sigue siendo el principal grupo yihadista.
África se ha convertido en el nuevo campo de batalla de grupos yihadistas como Al Qaeda y el ISIS, especialmente en la zona del Sahel, en el noroeste de África.
No sólo luchan por derribar lo que consideran gobiernos "apóstatas", sino que luchan entre sí, dejando a los civiles atrapados en el fuego cruzado.
Sin embargo, Al Qaeda sigue siendo en el fondo un grupo terrorista de Medio Oriente.
Bin Laden era saudita, Al Zawahiri era egipcio, y los altos mandos -los que quedan- son casi todos árabes.
Mantiene una presencia significativa en el noroeste de Siria, donde los ataques de drones y las incursiones de las fuerzas especiales estadounidenses golpean periódicamente sus presuntos escondites.
Con la muerte de Al Zawahiri, Al Qaeda puede decidir ahora revivir su alicaída fortuna con un nuevo líder y una nueva estrategia.
Sería ingenuo que una agencia de inteligencia concluyera que la amenaza de este grupo murió junto con su líder.