Bagdad. "En cuestión de días", la milicia terrorista Estado Islámico será expulsada de Ramadi, prometió el primer ministro iraquí, Haidar al Abadi. Estas palabras fueron dichas por el jefe de gobierno en mayo, poco después de que el Estado Islámico conquistara la capital provincial a pesar de su inferioridad numérica. Una vergüenza para el Ejército de Iraq.
Los días se convirtieron en meses, pero este lunes el Ejército de Iraq finalmente anunció su mayor éxito en la lucha contra los yihadistas: en la sede del gobierno de la ciudad de Ramadi, de más de 300.000 habitantes, flamea otra vez la bandera iraquí en lugar del estandarte del Estado Islámico. Una derrota dolorosa para la milicia terrorista.
Detrás de esta victoria tardía, sin embargo, aún queda un pequeño signo de interrogación. Según el gobernador de la provincia de Al Anbar, Soheib Alrawi, el 80% de la zona urbana -incluyendo el centro con el distrito del gobierno- aún se encuentra en manos del Ejército iraquí. El resto de la ciudad aún no está totalmente bajo el control de los militares y aún debe ser liberado por unidades antiterroristas, dijo.
Una clave para el éxito fueron también los ataques aéreos masivos por parte de la coalición internacional liderada por Estados Unidos.
Los pocos cientos de combatientes del Estado Islámico que permanecían en la ciudad supieron cómo defenderse las últimas semanas: colocaron trampas explosivas en viviendas, se desplazaron por un sistema de túneles y utilizaron terroristas suicidas, según el Instituto para el Estudio de la Guerra.
Para el Estado Islámico, la recaptura de Ramadi, que se encuentra a unos 100 kilómetros al oeste de la capital Bagdad, significa una de las mayores derrotas, tras la pérdida de la norteña ciudad iraquí de Tikrit a finales de marzo.
En un año, los extremistas perdieron una cuarta parte de su territorio en Iraq, también por el éxito de los kurdos en el norte.
Asímismo, en el norte de Siria, las tropas kurdas lograron recapturar algunas áreas en poder del Estado Islámico.
El líder de Estado Islámico, Abu Bakr al Bagdadi, parece haber reconocido la amenaza para su califato. Poco antes de la derrota en Ramadi, Al Bagdadi pronunció un mensaje de audio de propaganda y de amenazas a los enemigos del Estado Islámico. Con estas palabras, el líder de la milicia terrorista intentó dar coraje a sus combatientes.
Sin embargo, aún no se vislumbra el fin de la milicia terrorista, que recientemente demostró su fuerza con los atentados en París y el derribo de un avión ruso. Aún restan los combates en los bastiones de Mosul, en el norte de Iraq y Raqqa, en el norte de Siria.
"El fin del terror del Estado Islámico está lejos de haber terminado", dijo el ministro de Relaciones Exteriores alemán, Frank-Walter Steinmeier.
En el lado iraquí, el éxito de hoy probablemente sea utilizado por el sumamente criticado primer ministro Haidar al Abadi. Este político chiita ha tenido un año complejo y lleno de reveses. Si bien el Ejército logró librar del control del Estado Islámico la ciudad de Tikrit gracias al respaldo de milicias chiitas, perdió Ramadi, en mayo, tras haber perdido hace más de un año Mosul -para vergüenza de las Fuerzas Armadas y del Gobierno-.
El primer ministro está bajo una enorme presión. En los últimos meses impulsó numerosas reformas para combatir la corrupción y el clientelismo. Se cree que estos son los principales factores que llevaron al fracaso al enfrentar el Ejército el avance del EI a mediados del 2014.
Ahora las autoridades proponen que una comisión evalúe las acusaciones de soborno elevadas contra funcionarios del Gobierno. Al Abadi también impulsará una reforma de las estructuras de seguridad y, para lograrlo, ya despidió a numerosos oficiales del Ejército y de la Policía.
Pero las reformas están generando una fuerte resistencia, sobre todo en políticos y milicias chiitas que temen perder terreno de influencia.
La participación de las milicias en Ramadi fue muy controvertida, porque en la provincia viven sunitas, que desde hace mucho tiempo se sienten discriminados por la mayoría chiita. Aún no pudo ser determinado si las milicias también participaron de la recaptura de la ciudad.
La victoria en Ramadi fortalece nuevamente al gobierno. También quedan en el olvido las diferencia con Estados Unidos en mayo, cuando el secretario de Defensa, Ashton Carter, acusó a los soldados iraquíes de falta de espíritu de lucha.
La noche previa a la victoria, el enviado especial del presidente Barack Obama para la lucha contra el Estado Islámico, Brett McGurk, dijo en un tono completamente diferente: "Nuestra coalición está orgullosa de apoyar a las valientes fuerzas iraquíes".
Fuente: DPA
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