Kim Baek-gyeom sigue visiblemente conmocionado por lo que vio el sábado por la noche en el popular distrito de Itaewon de Seúl.
Es inspector adjunto en la capital surcoreana y estaba de servicio esa trágica noche.
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“Habíamos recibido un informe de un altercado en la zona, así que llegué al lugar entre las 22:10 y las 22:15 horas”, le explica a la BBC en su comisaría de Itaewon, a pocos metros de donde ocurrió la tragedia.
Relata que vio a gente tirada en el suelo y escuchó gritos. "Intenté cumplir con mi deber, ayudar a la gente. Por desgracia, no pude hacerlo", afirma.
Pero un video compartido en las redes sociales, que muestra sus esfuerzos desesperados por alejar a la gente del callejón, le ha valido los elogios de los surcoreanos, aunque pone de manifiesto la inadecuada presencia policial sobre el terreno esa noche.
En el video se ve a una figura joven y solitaria de uniforme, con una profunda preocupación en su rostro, intentando frenar la inmensa marea de cuerpos que se aleja del estrecho callejón en cuesta en el que finalmente perderían la vida más de 150 personas.
"¡La gente está muriendo!, grita desesperadamente. "¡Todo el mundo muévase hacia aquí, por favor, cooperen!"
Sin planificación
El inspector Kim ni siquiera debía estar allí. A pesar de que su comisaría está en el corazón de Itaewon, no había sido desplegado en las calles esa noche.
Esas calles acabarían llenándose con más de 100.000 personas, en su mayoría jóvenes, que habían acudido a disfrutar de las fiestas de Halloween.
"Estaba en la comisaría, esperando a que me enviaran por cualquier delito que pudiera ocurrir en Itaewon esa noche", recuerda. No se había hablado de control de multitudes, ni esa noche, ni en los días previos a Halloween.
"Recibimos el informe del altercado cerca del callejón, así que me dirigí inmediatamente al lugar", indica.
Fue entonces cuando el inspector vio que había mucha gente peligrosamente aglomerada. La gente estaba siendo aplastada en el fondo del callejón en cuesta que conecta una carretera principal con las calles llenas de bares en una colina.
Para intentar evitar más aplastamientos en la parte inferior, decidió que tenía que impedir que la gente entrara en la parte superior del callejón.
"Como se puede ver en el video, empecé a gritar y a pedir a la gente que se fuera a otro sitio", dice.
La mayoría de la gente que le rodeaba le obedeció y, de hecho, muchos empezaron a ayudarle a dirigir a la multitud. Pronto docenas de personas estaban haciendo reanimación cardiopulmonar a las víctimas, ya que los esfuerzos de control de la multitud se convirtieron rápidamente en una operación de rescate.
Kim señala que no vio a ningún otro policía en el lugar de la tragedia, aunque más tarde le informaron que otros participaron también en las labores de rescate.
Trabajando solo, sin megáfono ni ningún plan de acción básico, se enfrentó a la imposible tarea de intentar evitar un desastre mientras se desarrollaba delante de él.
El gran número de personas que perdieron la vida esa noche le ha dejado un gran sentimiento de culpa.
"Siento que no di lo mejor de mí. No cumplí con mi deber como policía coreano y lo siento mucho", declara.
El jueves, la madre de una de las víctimas se puso en contacto con el inspector para transmitirle su agradecimiento por su actuación esa noche.
"Lo sentí tanto que no pude darle las gracias", recuerda.
"No pude hacer mi trabajo esa noche. Me gustaría reunirme con los familiares afligidos y expresarles mis disculpas y hablar con ellos si fuera posible".
Esas familias quieren ahora respuestas mientras crece la ira hacia las autoridades en Corea del Sur.
El miércoles, investigadores especiales hicieron una redada en ocho comisarías de Seúl para reunir pruebas en el marco de una investigación sobre cómo pudo producirse la avalancha humana.
Cada vez hay más pruebas de los fallos de las autoridades. En primer lugar, por no haber planificado adecuadamente la noche del sábado y, después, por no haber respondido eficazmente a las llamadas de emergencia que advertían del hacinamiento y que empezaron a producirse horas antes de la catástrofe.
En los días previos a la tragedia, el distrito de Yongsan-gu celebró dos reuniones para discutir cómo manejar las fiestas de Halloween. Según su página web, se habló de covid, de la recogida de basuras y del aparcamiento ilegal, entre otras cosas.
No se mencionó el control de multitudes, a pesar de que el alcalde del distrito reconoció la víspera que este sería el primer Halloween en tres años sin medidas de distanciamiento social.
El martes, el jefe de la policía surcoreana admitió que la respuesta de emergencia de su cuerpo había sido "inadecuada" y que sentía una "gran responsabilidad" por las muertes.
Sin embargo, los esfuerzos del inspector Kim han despertado la admiración del público en general, aunque él quiere que el foco de atención siga estando en las familias de las víctimas.
"Mucha gente se ha puesto en contacto conmigo y me ha preguntado si estaba bien", dice.
“Pero en lugar de preocuparse por mí, piensen en las familias afligidas que son las que más van a sufrir. Por favor, recen por ellos”.