El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, se dirige a sus seguidores desde un balcón en el Palacio de Miraflores el 23 de enero de 2023. (Federico Parra / AFP).
El presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, se dirige a sus seguidores desde un balcón en el Palacio de Miraflores el 23 de enero de 2023. (Federico Parra / AFP).

El “presidente pueblo” dio marcha atrás y decidió a última hora no participar en la trascendental cumbre de la. No solo se trataba de su regreso triunfal a América del Sur cinco años después. También de la consolidación de su estrategia contra el aislamiento internacional desde el fraude electoral de 2018.

La avanzada que le acompaña en los escasos viajes presidenciales ya estaba en Buenos Aires y lo esperaba con los brazos abiertos para formalizar la retoma de las relaciones diplomáticas, algo que no se pudo llevar a cabo en Brasilia porque entonces también dio marcha atrás, tal y como constató su enviado a la jura del gran aliado de Hugo Chávez en la creación de la Celac en 2010.

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Una agenda tan apretada como deseada. Él mismo Maduro había insinuado en sus liturgias televisivas que le hacía mucha ilusión volver a Argentina, país donde Hugo Chávez protagonizó en 2005 uno de sus momentos estelares con el viaje en tren a Mar de Plata y la pulverización del proyecto estadounidense del ALCA.

“Se asustó. Con esta marcha atrás se confirma que no puede ir a dónde quiere, sino a donde puede, como Rusia, Cuba o Argelia”, aseguran fuentes diplomáticas a LA NACIÓN.

La excusa aludida para la ocasión reabrió el manual de la conspiranoia, tantas veces usada en los 24 años de chavismo: un supuesto plan de la “derecha neofascista” cuyo objetivo sería “llevar a cabo una serie de agresiones en contra de nuestra delegación. Pretenden montar un show deplorable, a fin de perturbar los efectos positivos de tan importante cita regional, y así contribuir a la campaña de descrédito, ya fracasada, que se ha emprendido desde el imperio norteamericano”.

Más allá de la propaganda, se trata de una derrota en toda regla. ¿Cuáles fueron los motivos reales de la marcha atrás? “La presión que se hizo dentro de Argentina. La comunidad venezolana se activó muchísimo y la dirigencia opositora de Argentina apoyó mucho también. La denuncia del Foro Argentino para la Democracia en la Región así como la de Patricia Bullrich fueron fundamentales”, contesta rotundo a LA NACIÓN el politólogo Walter Molina.

Marchas contra Maduro en Caracas.
(YURI CORTEZ - AFP).
Marchas contra Maduro en Caracas. (YURI CORTEZ - AFP).

“Para Maduro los riesgos de seguridad siguen pesando, especialmente porque para él y su círculo es muy sensible el hecho de que sigue estando vigente por parte de las autoridades estadounidenses una recompensa [15 millones de dólares] por su captura”, remarca el internacionalista Mariano de Alba, asesor senior del Crisis Group.

“Maduro debe tener cuidado porque Estados Unidos acaba de anunciar que le sigue considerando un presidente ilegítimo y usurpador, a pesar de que ya no hay gobierno interino como tal”, acota a LA NACION la internacionalista María Teresa Romero, quien también considera un factor importante las protestas de dentro, que le exigen la renuncia, y de fuera del país. “Los maestros venezolanos, tras una nueva jornada de protestas, han demostrado que tienen coraje”, añade.

Transcurridos 24 años de la detención del dictador chileno Augusto Pinochet en Londres, sus efectos no se han disipado. Lo más paradójico es que el protagonista de entonces, el juez español Baltasar Garzón, se ha convertido hoy en el abogado defensor del presunto testaferro de Maduro. Uno de sus juristas también está contratado por el hijo del mandatario para intentar encarcelar en Madrid a la activista de derechos humanos Tamara Suju.

La decisión

Maduro deshojó la margarita durante varios días hasta que tomó una decisión en la que también ha pesado el escenario que se iba a encontrar en Buenos Aires. “El gobierno venezolano sabía que difícilmente sería protagonista y varios de sus homólogos, en privado, le harían saber que es necesario que haga concesiones para que en 2024 pueda haber unas presidenciales competitivas, algo a lo que todavía Maduro se muestra reacio”, revela De Alba.

“A pesar de que Colombia, Brasil y la Argentina hayan restablecido relaciones con Venezuela, eso no quiere decir que estén de acuerdo con los mecanismos no democráticos y con la violación de los derechos humanos. El mundo no está reconociendo a Maduro y es un tema muy importante. En Argentina el poder judicial sentenció a su vicepresidenta, algo impensable en Venezuela”, aclara para este periódico Luis Florido, coordinador de la comisión internacional de la Plataforma Unitaria.

Otra de las derrotadas en el affaire Maduro es la propia Celac, que busca resucitar apoyada en la segunda ola rosa. “Intentaban la naturalización de autocracias en plena ola de represión y en un momento en el que Maduro está buscando la normalización con el ´Venezuela se arregló´. Además Daniel Ortega ha pagado el costo de ser un paria internacional. En cambio, el régimen cubano demuestra que todavía mantiene una influencia para ser naturalizado, siendo el caso más extremo de los tres”, concluye el historiador Armando Chaguaceda.

Pese a todo, algunos presidentes ha respirado aliviados. “La situación interna de los países es compleja y Maduro tiene un desprestigio muy grande para quienes se quieren presentar como mandatarios de izquierda democrática”, apostilla Torres.

El “presidente pueblo” también está bajo investigación de la Corte Penal Internacional por delitos de lesa humanidad, entre los que destacan las torturas, ejecuciones extrajudiciales, violaciones sexuales, detenciones arbitrarias y desapariciones forzadas.

“Este tipo de cuestionamientos los van a perseguir a donde vayan. Existen organismos internacionales de la ONU de enorme credibilidad que han reportado abusos sistemáticos en contra de la población en Nicaragua y Venezuela, que llegan al nivel de crímenes contra la humanidad. La gran pregunta es que aunque Maduro y Ortega no vayan, van a ir representantes de sus gobiernos. ¿Qué van a hacer los gobiernos de la región, van a mirar a otro lado? ¿Habrá un resultado de la Celac donde se dejen de lado las ideologías y se cuestionen los abusos que cometen distintos gobiernos?”, sentencia para LA NACION Tamara Taraciuk, directora en funciones para las Américas de Human Rights Watch (HRW).



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