Una imagen de agosto de 2020, cuando la hiperinflación tuvo un pico en Venezuela. (Carlos Garcia Rawlins - Reuters)
Una imagen de agosto de 2020, cuando la hiperinflación tuvo un pico en Venezuela. (Carlos Garcia Rawlins - Reuters)

“Al comandante Chávez lo honramos trabajando para construir un nuevo modelo económico”, justificó en medio de las conmemoraciones del décimo aniversario de la muerte del “comandante supremo”. Un nuevo modelo que, otra vez, sufre el acecho de la hiperinflación, la misma que entre 2017 y 2021 rompió todos los récords en Venezuela, al alcanzar subas de precios de 233% en un solo mes y una interanual por encima de los 2.000.000%.

En febrero, el índice de precios superó el 20% mensual mientras cosechaba un 537,7% interanual. “Coqueteando de nuevo con la hiperinflación y eso que los salarios no han aumentado. El Banco Central de Venezuela (BCV) sigue perdiendo reservas internacionales”, advirtió José Guerra, antiguo funcionario del BCV. Se espera que Maduro aproveche el 1 de mayo para subir el salario mínimo, el más miserable hoy del planeta, en torno a los 6 dólares al mes.

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Se considera hiperinflación cuando se supera el 50% mensual o el 500% interanual. “La economía venezolana puede ser la primera con una elevada dolarización de facto y que experimente de nuevo un episodio de hiperinflación. Probablemente no sea tan duro como las tasas de la anterior, pero hiperinflación es hiperinflación”, explicó el economista Daniel Cadenas.

Las proyecciones para 2023 apuntan de nuevo al descarrilamiento de la economía revolucionaria, tras dos años de crecimiento limitado, muy localizado en ciertas zonas del país y de forma muy desigual.

Datanálisis, empresa venezolana de investigación de mercados, calcula que para final de año la inflación rozará el 4000%. La economía comenzó a ralentizarse en el segundo semestre del año pasado hasta que la “semana negra” de diciembre trituró el eslogan del “Venezuela se arregló” con una devaluación del bolívar del 35%.

Un muñeco inflable que representa al personaje cómico "Súper Bigote", inspirado en el presidente Nicolás Maduro, se ve durante un acto para exigir la derogación del decreto de 2015 impuesto por el gobierno de los Estados Unidos contra Venezuela.
Un muñeco inflable que representa al personaje cómico "Súper Bigote", inspirado en el presidente Nicolás Maduro, se ve durante un acto para exigir la derogación del decreto de 2015 impuesto por el gobierno de los Estados Unidos contra Venezuela.
/ Federico PARRA / AFP

En aquellos días la moneda venezolana se cotizaba a 18,26 bolívares por dólar. Hoy, tras la caída continua, es mucho peor, al acercarse a 25 bolívares por billete verde norteamericano. De hecho, la organización Consecomercio ha registrado una caída del mismo nivel, 35%, en las ventas durante enero y febrero. También en diciembre, con relación a 2021.

Una de las medidas puestas en marcha por Maduro que impactaron con dureza fue el famoso IGTF, un impuesto para “grandes transacciones” que se aplica a las operaciones de pago con dólares en efectivo.

A la postre, Venezuela sigue a la cabeza de la inflación continental, muy por delante de la Argentina (6% el último mes), Colombia (1,66%), Honduras (1,16%) y Uruguay (1%). En Chile, en cambio, los precios se establecieron en un -0,1%.

Bacterias

“Por supuesto que la economía venezolana está en peligro. La hiperinflación es como una infección, hasta que no mates a todas las bacterias siempre estará el riesgo de que el cuerpo no genere anticuerpos y la infección vuelva a coger fuerza. En este caso la fuente del problema es el déficit fiscal y el financiamiento del gobierno. Hasta que no se resuelva ese problema de raíz siempre la amenaza estará latente”, dijo a LA NACION el economista José Noguera.

¿Cuáles fueron los factores que provocaron la anterior hiperinflación, que de nuevo llama a la puerta ante el pavor de su sociedad? “La hiperinflación se generó porque al caer la producción de petróleo y la economía en general el gobierno no tenía cómo financiar el presupuesto y comenzó a imprimir dinero”, añadió Noguera.

Las consecuencias no se olvidarán: el incremento desproporcionado del costo de la vida, las colas terribles, la escasez de alimentos y medicinas y desabastecimiento de productos básicos, además de la destrucción del ahorro y de la moneda nacional. La pérdida del poder adquisitivo, brutal entonces, vuelve a impactar hoy entre los venezolanos.

“La suba de los precios cedió temporalmente con el ingreso que han tenido de fuentes poco convencionales: el oro del arco minero (zona fronteriza con Brasil), el tráfico de drogas y las sanciones del exterior, que han atrapado recursos dentro del país. Pero la economía es muy frágil”, concluyó Noguera.

En esta imagen de archivo, tomada el 5 de agosto de 2021, un hombre cuenta billetes por el equivalente a un dólar en una parada de ómnibus en Caracas, Venezuela. (Foto: AP /Ariana Cubillos, archivo)
En esta imagen de archivo, tomada el 5 de agosto de 2021, un hombre cuenta billetes por el equivalente a un dólar en una parada de ómnibus en Caracas, Venezuela. (Foto: AP /Ariana Cubillos, archivo)

Los nubarrones económicos llegan cuando Maduro encara su reelección de 2024, la que llevaría hasta 2030, como tantas veces ha repetido.

Las primeras víctimas serán establecimientos comerciales, restaurantes y tiendas de alimentos, que se multiplicaron por doquier y que son excesivos para la actual demanda.

“Hoy más que nunca, Venezuela necesita un fuerte flujo de inversiones, que solo llegará si hay seguridad jurídica, respeto a la propiedad, institucionalidad y seguridad social. Hay que frenar el perverso círculo vicioso que nos conduce a la hiperinflación y la pobreza”, subrayó el experto petrolero José Toro Hardy, al tanto además de que la llegada de la multinacional estadounidense Chevron al país, gracias a las negociaciones de México y a los diálogos directos entre Caracas y Washington, tardará varios meses en impactar en la industria petrolera.

Continúa la espiral ascendente de los precios que termina afectando a toda la población y con mayor fuerza a los más necesitados. Lo más preocupante es la inacción oficial al respecto”, disparó por su parte el economista Hermes Pérez.

La pelota está una vez más en el tejado de Maduro, que no solo debe decidir cuándo y cuánto subirá el salario mínimo, sino también saber cómo resolverá una ecuación que tiene atrapados a sus asesores: mantener el fortalecimiento del bolívar, con impuestos a los dólares, cuando la hiperinflación vuelve a llamar a la puerta.

Por Daniel Lozano

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