Por: Mirelis Morales Tovar
Su presencia al lado de Juan Guaidó ha sido una constante desde que este asumió como jefe de la Asamblea Nacional y luego como presidente encargado de Venezuela. En cualquier acto público, Fabiana Rosales (Mérida, 1992) ha estado allí. Firme, serena, activa. Su rol de esposa y de madre de Miranda Eugenia la mueven. Pero también su interés periodístico y su papel como activista política, que desempeña desde los orígenes del partido Voluntad Popular.
Ahora, se estrena en su labor como primera dama en una gira internacional, que inició en Chile y que la trae hasta el martes al Perú, donde espera reunirse con el presidente Martín Vizcarra y conocer de cerca la realidad de los más de 700 mil venezolanos que migraron a esta tierra.
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—Hoy se cumplen dos meses desde que Juan Guaidó juró como presidente encargado. ¿Cuál es su balance?
Han sido dos meses de muchos avances, de construir capacidades, de movilizar a todo el país y al mundo por una causa humana que es Venezuela. Dos meses de tener embajadores designados, de recuperar Citgo [complejo refinador de la estatal PDVSA en Estados Unidos], de no perder un día de trabajo por un país que necesita salir de una crisis humanitaria enorme.
—¿Qué le ha faltado a la oposición para sacar del poder a Nicolás Maduro?
Tenemos una ruta muy clara. Estamos unidos. Pero no es fácil salir de un monstruo, de un dictador como Nicolás Maduro. No es fácil salir de la oscuridad en la que estaba inmersa Venezuela. Pero hemos llegado a un punto donde no hay vuelta atrás. De aquí solo queda avanzar.
—¿Qué le puede decir a los venezolanos que están perdiendo la paciencia?
La desesperanza y el desespero son obstáculos que te ponen en el camino para que te salgas del objetivo y no conquistarlo. Hay que guardar la calma, sé que es difícil en un país tan convulsionado. Yo vivo en carne propia lo que pasa en Venezuela y me mantengo con la fe de que estamos haciendo las cosas por un objetivo muy grande. No podemos acelerar los procesos. Tenemos que estar aglutinados y enfocados.
—¿Por qué la Ley de Amnistía no ha sido suficiente para convencer a las Fuerzas Armadas de desconocer a Nicolás Maduro?
Hay una ley aprobada por la Asamblea Nacional para todo funcionario que quiera ponerse al lado de la Constitución. Todo aquel que quiera leerla puede hacerlo, es de acceso público. Mi mensaje va a la familia del militar, a las esposas que tienen el poder de hacer la diferencia: tenemos que ser la voz de la conciencia.
—¿Cómo interpreta la detención de Roberto Marrero [mano derecha de Guaidó]?
Es un golpe muy duro para nuestro entorno, para el presidente Juan Guaidó porque es su jefe de despacho y nuestro amigo personal. Pero esta detención no nos saca del foco. Estaban muy equivocados si creían que lo lograrían. Roberto Marrero es un hombre de ideales y de convicciones claras igual que nosotros. Además, en su último audio nos dejó un mensaje muy claro: cuiden al presidente.
—¿Cree que le están cerrando el cerco a Juan Guaidó?
Juan Guaidó está firme. No se rinde, no baja los brazos. Seguimos adelante. Esto no nos va a detener.
—¿Hay quienes están convencidos de que Nicolás Maduro está jugando al desgaste de Juan Guaidó?
Nosotros no nos desgastamos, no nos cansamos. Nosotros sabemos que esta ruta es difícil, que en el camino nos van a poner cosas que nos saquen del foco. Pero nuestros ideales y nuestras convicciones están cada vez más claras.
—¿Cree que Nicolás Maduro pagaría el costo político de detener a Guaidó?
Los únicos que están sufriendo el costo político son los niños, nuestra infancia que se muere en los hospitales por falta de comida y de medicinas.
—¿Ha aumentado su seguridad y la de su hija?
Nosotros tenemos unos vecinos que son definitivamente la guardia de honor. Tenemos la protección de Dios que es el arma más poderosa. Un país movilizado apoyándonos y a la comunidad internacional respaldándonos. Esa es nuestra seguridad.
—¿Cómo está llevando su rol de madre en medio de estas circunstancias?
Es mi rol A. Esto que hago [mi labor de primera dama], incluso, lo hago por mi hija Miranda. Quiero dejarle la herencia de un país maravilloso. A ella y a todos los niños de Venezuela. Comparto mi trabajo con mi hija y cada momento que puedo con ella para no perderme parte de su infancia.
—¿Qué espera de esta gira?
Espero reencontrarme con mis hermanos venezolanos, que tanto extrañamos en casa. Reencontrarme con quienes tienen una sonrisa de esperanza y lágrimas de emoción de ver que muy pronto estarán de regreso a casa.
—Esos venezolanos tienen una herida profunda a raíz del odio y el resentimiento. ¿Cómo lograr la reconciliación?
Precisamente el resentimiento, la sed de venganza y el rencor destruyó un país. Eso es un aprendizaje. No podemos permitir que nadie acabe de un país por odio. Hay muchas heridas que sanar, mucho que perdonar, mucho por lo que pedir perdón, pero es el momento de avanzar.
—Cuando llegó el chavismo, usted tenía 6 años. No tiene conocimiento de una primera dama en Venezuela. ¿Cuál es su referencia?
Mi referencia de mujer la vi en mi hogar. Una mamá, una abuela, unas tías que dieron lo mejor de sí por su familia. Y mi país es mi familia. Así que voy a dar lo mejor de mí para Venezuela, mi familia y mi hija. Yo fui testigo de cómo fueron destruyendo a un país y quiero estar presente en la reconstrucción de ese país.
—¿No le pesa tener las expectativas de toda Venezuela sobre sus hombros?
Yo voy con Dios, de él me sostengo, con él voy de la mano para que me ayude y me dé la fortaleza, para que me ponga a la altura del momento histórico que vive Venezuela.
—¿Cuánto tiempo le queda a Maduro en el Palacio de Miraflores?
Yo no hablo de tiempos. No nos gusta generar un cronómetro. Yo solo sé que Venezuela retomó el camino de esperanza y ese objetivo no lo puede perturbar nadie. Estoy segura de que Venezuela muy pronto, muy muy pronto, va estar unida y con todos los venezolanos regresando a casa.