Mientras el presidente Humala en su mensaje de 28 de julio listaba un largo catálogo de temas que enfrenta el Perú hoy, la gran pregunta que preocupaba –y sigue preocupando– tanto a los analistas como a los ciudadanos es muy sencilla: ¿Se acabó el milagro económico peruano o la evidente frenada por la que está pasando nuestro país es meramente transitoria?
Ciertamente las cifras económicas para el año 2014 no serán buenas y probablemente alcancemos, casi raspando, un crecimiento de 3% a 4%. Esta cifra mediocre es muy distinta del desempeño de los últimos doce años (desde el 2002 hasta el año pasado) cuando promediamos un crecimiento económico de más de 6% anual. La prosperidad nos permitió reducir fuertemente la pobreza y al mismo tiempo mantener una economía con mucha inversión y poca inflación. Aparte de algunas economías relativamente pequeñas pero prósperas, como por ejemplo Panamá, el Perú fue la estrella de América Latina durante esos años. ¿Podremos seguir brillando?
Sin duda hay problemas coyunturales que el Ministerio de Economía está tratando de paliar con varias medidas. La frenada económica se origina principalmente en la caída del precio internacional del oro y en menor medida también la caída moderada del precio del cobre, nuestra principal exportación. Pero en realidad si medimos el índice de los precios de los metales nos damos cuenta de que estamos todavía en una época de bonanza. Por otro lado, contribuyen a las incertidumbres coyunturales los evidentes problemas políticos del Perú, sobre todo en las regiones (responsables de un tercio de la inversión pública). Actualmente varias de estas enfrentan un estancamiento grave causado por múltiples escándalos de corrupción y mala gestión.
Para salir adelante necesitamos una buena dosis de realismo. Sin duda las cifras mejorarán en unos meses, pero este cambio puede tomar tiempo. Es cierto, además, que las cuatro grandes minas de cobre actualmente en construcción son muy positivas, pero esas inversiones se iniciaron hace ya tiempo. También tenemos que dejar de lado ideas simplistas como el tan repetido sainete de que “debemos dejar de ser meros exportadores de materias primas”. ¿Acaso Canadá, Australia y Nueva Zelanda, países principalmente exportadores de materia prima, son países pobres?
Como bien lo han demostrado los países de gran crecimiento económico, es fundamental refrescar periódicamente las fórmulas del crecimiento con nuevas reformas. A pesar de lo que tanto se ha dicho, la economía no es simplemente un avión que se pone en piloto automático. Si no enfrentamos las grandes y muy necesarias reformas, la economía nos pasará la cuenta tarde o temprano. Para seguir creciendo y vencer de una vez por todas la pobreza y la ignorancia, tenemos que enfrentar decisiones y reformas difíciles. ¿Cuáles son?
1. Tenemos que tener un sector público mucho más eficiente. El actual gobierno, siguiendo la iniciativa del gobierno anterior, está poco a poco proponiendo algunas reformas pero estas son todavía tímidas. El esquema de Servir es un buen inicio pero es impopular y no se ha explicado bien, a pesar de que es fundamental tener un servicio administrativo de primer nivel, competitivo y bien remunerado. Es importante incluir en esta modernización al Poder Judicial, el cual es impredecible y anticuado. En lo que toca al nivel regional, es evidente que no podemos tener más de la mitad del gasto público destinado a educación y salud manejado por regiones en las cuales reina la ineficiencia y la corrupción. Después de doce años de descentralización, urge buscar un consenso nacional sobre cuál es el próximo paso a seguir, manteniendo una razonable descentralización pero al mismo tiempo imponiendo controles y eficiencia.
2. El mensaje del presidente Humala trajo buenas noticias en el tema de la educación, al enfatizar el desarrollo de la carrera docente, la infraestructura educativa, los programas de aprendizaje y la modernización de los sistemas de enseñanza. Todo eso es positivo y la meta de aumentar el gasto público en educación de 2,8% del PBI a 3,5% en el 2015 es loable, aunque no va a ser fácil alcanzarla. Al final, tenemos un sistema educativo que no incentiva suficientemente a los profesores y mantiene sistemas vetustos de enseñanza. Pero sin duda el esfuerzo del actual ministro de Educación merece ser apoyado.
3. En el tema vital de la salud pública hasta ahora no se resuelve el problema de las bajas remuneraciones de los médicos y enfermeras del sector público. Además, el gobierno no parece haber reparado el enorme daño que el muy deficiente sistema de agua potable y saneamiento significa para la salud pública. Basta decir que las empresas públicas de saneamiento del Perú pierden en promedio más del 40% del agua que procesan, en general dan un servicio intermitente y la mayoría de los desagües no son tratados. Aunque el año pasado se iniciaron algunas medidas para solucionar este tema, lo que se necesita más bien es una reforma total del sistema de saneamiento, en el cual los usuarios puedan participar como accionistas y así puedan apoyar un sistema mucho más responsable y eficiente que el actual.
4. Finalmente la reforma más difícil pero la que más beneficios traería sería promover la formalización para la gran mayoría de trabajadores peruanos que hoy no la tienen. ¿Qué hacer? Es fundamental crear un régimen tributario que facilite la incorporación de las centenares de miles de pequeñas empresas a un sistema formal: menor IGV, menor tasa del impuesto a la renta para todas las empresas, un incentivo especial para las que eran informales y luego se formalicen, y un sistema de seguro de desempleo para los nuevos trabajadores que se incorporen a la fuerza laboral que sea más económico que el actual sistema de CTS (que sí se mantendría para los trabajadores ya formalizados). Obviamente este tipo de propuestas recibirá oposición de algunos sindicatos, los cuales representan en su mayoría a los trabajadores públicos pero tienen poca representatividad industrial. Tenemos que aprender de lo que está pasando en Europa: sistemas laborales demasiado controlistas, como por ejemplo el francés, han generado altas tasas de desempleo, mientras que otros más abiertos, como el alemán, el holandés, o el británico, han generado mucho más empleo. Los peruanos necesitan trabajo formal. Esta es la reforma difícil que se requiere si realmente queremos industrializarnos.
El Perú tiene una población joven y la seguirá teniendo de 15 a 20 años más. Con algunas reformas claves y un poquito de organización interna podemos seguir creciendo a un ritmo que nos saque de la pobreza para siempre.