En el Perú, cuando se anuncia una reforma histórica, integral o revolucionaria, es para preocuparse. Esta vez es la irresponsable y alegre propuesta de la Comisión de Trabajo del Congreso que propone un sistema único de pensiones (SIUP) la que promete ser un milagro de proporciones bíblicas y solucionar todos nuestros achaques jubilatorios.
En efecto, estos entusiastas parlamentarios –sin casi ningún ‘know-how’ en temas financieros, actuariales o de manejo de activos– quieren refundar todo el sistema pensionario. La receta es juntar a las AFP con la ONP en un sistema híbrido manejado conjuntamente por el sector privado y el Estado. Lo que plantean básicamente y bajo diferentes mecanismos es subsidiar a todo el mundo: informales, independientes, ancianos en pobreza y discapacitados. ¡Y ‘voilà’, pensiones dignas para todos!
Por desgracia, el déficit de pensiones no se soluciona ni con subsidios ni cambiando de administrador. No me cansaré de decir que la única forma de que los peruanos tengamos buenas pensiones es que los peruanos tengamos buenos sueldos. Y para ello necesitamos tener una población con buenos servicios de salud, educación e infraestructura (agua, carreteras e Internet). Pretender empezar reformando el sistema de pensiones sin antes sentar estos cimientos sociales es populismo e ignorancia.
Pero ¿algo habrá que hacer mientras tanto? Sí. Propongo, por el momento, concentrarnos en ayudar a los más necesitados: el llamado pilar uno o solidario no contributivo. Actualmente, según cifras oficiales, en nuestro país existen un millón y medio de jubilados en pobreza. El Estado –vía Pensión 65 y el programa Contigo– llega solo a la mitad de este grupo –unos 750 mil ancianos– con pensiones de S/125 a S/150 al mes. Entonces, empecemos por incrementar al 100% la cobertura y subir los –hoy bajísimos– montos mensuales de estos programas. No hay que reinventar nada, solo mejorar lo que ya camina.
Por otra parte, dejemos tranquilas a las AFP que han funcionado bien para aquellas personas que aportaron gran parte de su vida económica y tuvieron sueldos dignos. Asimismo, en el caso de la ONP, busquemos mejorar gradualmente su profundidad y cobertura. Sin embargo, este no es un tema urgente, puesto que ya los beneficiarios de este sistema tienen pensiones de entre S/500 y S/900 mensuales. No se puede hacer todo a la vez.
No hay que refundar todo el sistema. Además, si tanto nos quejamos del supuesto “monopolio de las AFP”, ¿por qué reemplazarlo con el SIUP? Que sería otro monopolio, pero esta vez estatal. Preguntémonos, ¿cuándo un monopolio estatal ha funcionado bien en este país? Minero Perú, Sedapal, Petro-Perú, etc., son tristes testigos de la ineficiencia y la corrupción. Tampoco olvidemos que nuestro Estado tiene un nefasto historial de ‘cajonearnos’ las pensiones cada vez que las ha manejado. En los 70, 80 y hasta los 90, los diferentes regímenes usaron los aportes pensionarios privados prácticamente como les dio la gana. Hoy, todos los peruanos –vía impuestos– tenemos que cubrir los huecos financieros que dejaron los anteriores gobiernos en la ONP y en los demás fondos pensionarios.
Entonces, no hagamos “reformas trascendentales”. En su lugar, mejoremos poco a poco lo que ya funciona. Concentrémonos en lo urgente: salud, educación e infraestructura. Si lo hacemos bien, en el futuro las buenas pensiones serán simples resultantes de que los peruanos –bien comidos y educados– ganan buenos sueldos. Que no nos vendan amor sin espinas, ni nos pinten utopías socialistas que nunca han funcionado.