La Alianza del Pacífico (AdP) mantiene vigencia. Es un grupo homogéneo con una riqueza consolidada que lo ubica como la novena economía mundial, que ha logrado infundir ilusión de progreso entre sus miembros.
La nobleza de esta ambición requiere en cada país liderazgos capaces de reactivar el crecimiento, que enfrenten la corrupción y que sean inflexibles en su objetivo de compartir los beneficios económicos con los millones de conciudadanos que viven en la pobreza.
En ese sentido, son siete temas que me parece convocan dicho liderazgo:
1. El bache actual y la tentación al fracaso.
La AdP no ha permanecido inmune a los remezones del mercado. El enfriamiento de China y la resistencia de la Reserva Federal estadounidense a subir las tasas de interés han influido negativamente. Factores internos como trabas burocráticas, inseguridad ciudadana y la corrupción también han contribuido, ahuyentando la inversión.
Ante el bache, la tentación adquiere matices imprudentes y autodestructivos: ¿Por qué no empezamos de cero?
No es momento de amedrentarse frente a la incertidumbre y debemos descartar “la vuelta en U”. Ayudemos a que la AdP cumpla su misión profundizando tres reformas estructurales: diversificación de la base productiva y el destino de nuestras exportaciones, incremento del ahorro nacional y modernización del rol del Estado.
2. La diversificación es saludable.
Se ha ensayado y avanzado mucho, pero aún debemos hacer más para diversificar la oferta exportadora con mayor celeridad. Como AdP, nuestra canasta exportadora es de lujo y en ella se ofrece lo tradicional –como minería y energía–, lo menos tradicional –como agroindustria–, y lo sofisticado –como partes de automóviles, fármacos y electromecánica–.
Individualmente, Chile y el Perú aún tienen la tarea de impulsar sectores distintos a la minería, sin que ello desmerezca nuestro sector bandera.
3. Mejor es nuestro ahorro que el ajeno.
La AdP cuenta con características que nos catapultan como uno de los mercados de mayor salud financiera en el mundo. La banca constituye una de las fuentes de fondeo pero no es la única. Nuestros mercados de renta fija muestran cada vez mayor liquidez y sus vencimientos superan, en promedio, los 20 años de duración.
El mercado de renta variable quizá constituya una de las grandes tareas pendientes. Si sumamos la capitalización de las cuatro bolsas, nos entusiasmaremos con los más de US$800 mil millones de cuota. Sin embargo, nos desanimaremos cuando constatemos que solo 767 empresas cotizan, que el Perú y Chile ofrecen limitadas oportunidades fuera de tiendas, bancos y mineras y que solo 139 empresas de la AdP han realizado emisiones primarias desde que se lanzara la iniciativa en el 2011.
Se necesitaron US$1.810 mil millones para que la AdP ofrezca un crecimiento sobresaliente durante los últimos 25 años. Necesitaremos como mínimo la misma cantidad para duplicar el producto en 15 años y triplicarlo en 25.
4. Modernizar el rol del Estado.
Las industrias que solían ser propiedad del Estado gozan hoy del impulso privado. Los resultados se notan en sectores como el financiero, la minería, las telecomunicaciones, la energía, la electricidad y la infraestructura portuaria, ferroviaria y de aviación.
En dichos sectores, el Estado debe asumir crecientemente su papel de garantes de la libre competencia y de la protección del ciudadano y del medio ambiente.
Toca ahora promover la inversión privada en el sector salud, el sector educativo, el agua y el alcantarillado y las prisiones, con la misma clara distribución de roles entre el sector privado y el Estado.
5. Afianzar nuestras fortalezas.
El actual contexto económico mundial nos puede impulsar a redireccionar nuestro crecimiento a través de inversiones en sectores novedosos pero cuyos beneficios solo se darán en el largo plazo.
Debemos reforzar aquello en lo que somos buenos, pues es a partir de nuestras fortalezas y su crecimiento sostenible que podremos emprender una diversificación gradual y responsable hacía otros segmentos.
Dentro de nuestras fortalezas en la AdP debemos enfatizar cuatro: agroindustria, minería, energía y turismo.
6. La minería y el petróleo han sido afectados por el bajón asiático.
Debemos enfatizar, sin embargo, que tanto el rubro tradicional como el no tradicional son de naturaleza cíclica y que aunque es difícil vaticinar con precisión el momento de su recuperación, debemos tener confianza en que llegará.
La AdP tiene una bien ganada reputación de líder mundial en cobre, plata y carbón. Creemos firmemente que el mundo seguirá requiriendo estos minerales y más lo hará de aquellos que mantengan disciplina en contener costos y mantenerse competitivos.
7. La importancia de mantenerse firmes en la misión.
Nuestro modelo de crecimiento es el de la inversión, y en él hay que enfocarse. Esta genera empleo, que a su vez produce ingresos, que demandan consumo y exigen servicios. No se puede sobrevivir ofreciendo servicios a una sociedad que no consume al carecer de empleos porque no se invierte.
Si perseveramos, creceremos, y si lo hacemos a un 5%, duplicaremos nuestra economía en 15 años y la triplicaremos en 25.