"Se necesita fortalecer alianzas con las organizaciones indígenas, comunidades religiosas y sociedad civil" (Foto: Vico Méndez / Actualidad Ambiental).
"Se necesita fortalecer alianzas con las organizaciones indígenas, comunidades religiosas y sociedad civil" (Foto: Vico Méndez / Actualidad Ambiental).
Laura  Vargas Valcárcel

Este 28 de julio inicia un nuevo período para nuestro país bajo la dirección del profesor . Será el gobierno del bicentenario, el de la recuperación pospandemia, el que deba enfrentar la terrible división que actualmente vive el país. A la vez, esta nueva administración es recibida con la ilusión y esperanza de una agenda pública más enfocada en los derechos humanos y ambientales. La Amazonía representa en este sentido un reto especial, por lo vasto y rico de su territorio y cultura, tanto por su rol trascendental para enfrentar las tres grandes crisis de nuestro siglo: la crisis climática, sanitaria y de pérdida de biodiversidad.

Desde IRI Perú, y unidos con las organizaciones religiosas, indígenas y de la sociedad civil, así como con grupos empresariales y gobiernos descentralizados, trabajamos a través del Pacto por la Amazonía y los bosques saludables, una plataforma que busca posicionar a la en la agenda pública mediante el diálogo informado.

En ese sentido, nos permitimos plantear cinco retos ambientales para la Amazonía en el próximo gobierno:

1) Consolidar programas de reforestación y restauración de bosques. Cada año se pierden más de 150 000 hectáreas de bosques en el Perú, una trágica situación que debemos enfrentar con estrategias integrales de desarrollo. Parte de ellas son la reforestación y restauración como líneas claves para revalorar a los bosques degradados y recuperar las funciones claves de los ecosistemas. Existen buenas oportunidades de reactivar la economía de manera sostenible con estos programas, más aún en este Decenio de las Naciones Unidas para la Restauración de los Ecosistemas.

2) Impulsar la agenda climática en el país. El Perú es altamente vulnerable al , por lo cual este tema representa nuestra mayor oportunidad para diseñar una nueva matriz de desarrollo, basada en energías renovables y en proyectos que pongan en valor el bosque en pie. Se requiere de una hoja de ruta con presupuesto y monitoreo transparente para los compromisos peruanos, como las contribuciones nacionalmente determinadas o la actualización de la Estrategia Nacional de Cambio Climático. Una economía climática para las próximas generaciones será el mejor legado del Perú del bicentenario.

3) Enfrentar las amenazas hacia los defensores de derechos humanos, en especial contra las comunidades indígenas amazónicas. En abril de este año se aprobó el DS 004-2021-JUS para la articulación intersectorial del Estado en atención a esta problemática; sin embargo, se requiere de un protocolo de implementación que asegure su funcionamiento, así como dotar de presupuesto a las instituciones involucradas del Estado. También se necesita fortalecer alianzas con las organizaciones indígenas, comunidades religiosas y sociedad civil. Ratificar el Acuerdo de Escazú desde el Congreso de la República también es una prioridad.

4) Enfrentar los delitos en la Amazonía, en especial la minería ilegal, el narcotráfico, el tráfico de especies y la tala ilegal. Los crímenes ambientales se cobijan bajo mafias que corrompen funcionarios, degradan el bosque, la salud y atentan contra la vida del pueblo y de la naturaleza. Es urgente enfrentar esta problemática para asegurar el derecho de las personas a un ambiente sano y sostenible. Articular al Estado, estableciendo metas claras con el Congreso de la República, y establecer una agenda conjunta con los gobiernos regionales, jueces y fiscales es la mayor prioridad.

5) Fortalecer a las autoridades ambientales y culturales. Este punto es clave para la economía de este siglo y los nuevos paradigmas globales. El Perú tiene las mejores oportunidades de sintonizar con estos retos modernos, gracias a su inmenso patrimonio natural y cultural. Para ello, fortalecer el rol de nuestras autoridades es fundamental, corrigiendo los retrocesos de los últimos años que han flexibilizado normativas socioambientales, principalmente en los sectores extractivos. Las autoridades ambientales y culturales deben recuperar su rol activo y educativo.

El reto es enorme, pero estamos seguros que trabajando juntos podemos lograr una Amazonía saludable, sostenible, productiva y resiliente para todos y todas.

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