Curiosamente, 3% será la cifra más repetida de los balances macroeconómicos de fin de año. Ese será el porcentaje del déficit fiscal y del crecimiento del último trimestre, mientras que la inflación y el déficit en cuenta corriente se colocarían ligeramente por encima. Mientras algunos ponderarán estos resultados a la luz de comparaciones internacionales resaltando nuestras fortalezas, otros los criticarán señalando que pudimos haberlo hecho mejor. Los defensores de ambas posiciones estarán en lo correcto y los énfasis corresponderán a motivaciones propias.
Si bien es importante valorar lo logrado, lo más importante es prever lo que viene. ¿Será otro año de 3%? Nuestra opinión es que puede que así sea, lo cual perjudicaría nuestras aspiraciones de progreso y desarrollo.
Las expectativas sobre la inflación y el déficit en cuenta corriente son favorables. La inflación retornará al rango meta apenas pase el efecto de choques internos. Asimismo, los términos de intercambio dejarían de perjudicarnos y la producción minera hará lo suyo para mantener un déficit en cuenta corriente que, además, es más que compensado por los flujos de capitales.
El mayor desafío macro es el fiscal. La tendencia decreciente de los ingresos públicos será difícil de revertir. Las medidas tributarias presentadas no se reflejarán en una mayor recaudación sino, en el mejor de los casos, hasta dentro de algunos años y siempre y cuando vayan acompañadas de reformas laborales y de un crecimiento más dinámico. La anunciada rebaja del IGV impedirá la recuperación de los ingresos públicos. Y si los ingresos no reaccionan, el gobierno tendrá que ajustar su gasto el año próximo dado que ha cambiado la regla fiscal y se ha comprometido a un déficit nominal de 2,5% del PBI.
Este escenario complicaría al gobierno. Las ofertas salariales y de inversiones en zonas de conflicto presionarán al tope fiscal. Lo mismo sucede con las promesas de potenciar las APP, las que requieren una importante contraparte fiscal para realizarlas. Si a ello se suma el aumento reciente en la tasa impositiva a la renta empresarial, se corre el riesgo de que la esperada recuperación de la inversión se quede en buenos deseos, afectándose el crecimiento de corto plazo y también el potencial.
Este escenario se puede revertir. Para empezar, hay que olvidarse de reducir la tasa del IGV hasta que la economía muestre otra dinámica, con tasas más altas y sin depender tanto de la minería. También debe moderarse ese optimismo desbordante por el destrabe. Nadie discute su necesidad y debería ser la situación “normal”, pero cada proyecto tiene sus complejidades y tiempos, y destrabándolos solo aseguramos lo proyectado, lo cual en la práctica no es ningún impulso dado el estrés fiscal.
Hace falta, además, pensar en hacer más flexible el mercado laboral, generar políticas sectoriales y retomar los esfuerzos para diversificarnos. Esa debería ser la agenda pro crecimiento para salir del 3% o 4%, y el tema de conversación entre nuestros líderes políticos.
Paralelamente, el Estado debe seguir modernizándose. No entendemos por qué no se avanza con la reforma del servicio civil. Asimismo, la reforma del SNIP, más allá de la falta de definiciones que esperamos se resuelvan pronto, no ataca la ineficacia del gasto público. El SNIP no era traba desde que existen muchos más proyectos viables que los que se puede financiar. Para garantizar que se gasta en lo prioritario, debe potenciarse la rectoría del Centro Nacional de Planeamiento Estratégico (Ceplan), alineando los recursos a las necesidades y planificando para eliminar las transferencias durante la ejecución del presupuesto que complican el manejo subnacional.
La verdadera traba se encuentra en el sistema de abastecimiento, fuente además de corrupción. Debe crearse un rector y fortalecer la cadena logística. El Ejecutivo acaba de declarar la reorganización del Organismo Supervisor de las Contrataciones del Estado (OSCE) y la central de compras públicas (Perú Compras), y cuenta con facultades para normar el sistema de abastecimiento, por lo que esperamos que pronto nos dé una grata sorpresa.