Varios presidentes; un Julio Velarde. Esta sola frase la podría afirmar cualquiera que se siente a observar cómo en 15 años el reconocido economista ha presidido el Banco Central de Reserva (BCR), la máxima autoridad monetaria del país, a lo largo de tres quinquenios y viendo pasar hasta a cinco presidentes.
No en vano semanas atrás impactó tanto la noticia de su posible salida del BCR luego de que se defina la composición del próximo directorio de la entidad; y este escenario no solo fue lamentado por otros economistas que reconocen su trayectoria, sino también por internautas que perciben a Velarde como una figura de confianza en el ámbito público –y vaya cantidad de ‘memes’ que se ha ganado el banquero como signo de admiración por la labor que ha ejercido el BCR mitigando la volatilidad del dólar en los últimos meses–.
Ocurre que confianza es justamente la cualidad que suele estar ausente cuando la población se refiere a las autoridades del Estado. Y las excepciones, como en el caso de Velarde, son contadas.
Esta última semana fuimos protagonistas de ese ‘efecto Velarde’ que demostró la seguridad que el banquero transmite. Luego de que Pedro Castillo, virtual presidente electo, mencionara la noche del sábado pasado que un eventual gobierno suyo buscará ratificar a Velarde al mando del Central –una noticia que pocos preveían–, el optimismo de este anuncio se trasladó a los mercados: el lunes el sol fue la moneda de mejor desempeño de una canasta de 140 monedas monitoreadas por Bloomberg, y el tipo de cambio de la moneda local frente al dólar se apreció poco más de 2% en una sola sesión. Un porcentaje no menor.
El jueves, en un evento del MEF, el banquero dijo haber agradecido la invitación, y afirmó que conversaría más a fondo con Castillo tras su proclamación. Aunque Velarde sí expresó su deseo de retirarse previo a la invitación, su posible acercamiento al profesor ha brindado aún más calma en medio de la incertidumbre que hoy reina en el país. Pero sobre todo, ha dirigido los reflectores hacia Velarde y la buena performance del BCR como entidad pública.
Los hay aquellos que consideran que el banquero es casi imprescindible, y vaya labor que ejerce en el banco central. Pero una persona no lo es todo; y en el caso del BCR, es evidente que la buena labor va más allá: la entidad no solo destaca por su autonomía, sino también por su meritocracia. Según el propio Velarde, la tercera parte de los trabajadores actuales del BCR tienen más de 30 años laborando en la entidad, y el banco mantiene programas estrictos de atracción de talento que garantizan que los mejores cuadros sean seleccionados y permanezcan. Ojalá se le empiece a dar más importancia a este último aspecto desde otras entidades públicas, donde la meritocracia es, evidentemente, un periódico de ayer.
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