GUSTAVO YAMADA
Decano de Economía y Finanzas de la Universidad del Pacífico
Como detallamos en nuestra columna anterior, Corea del Sur ha experimentado un verdadero milagro económico que la catapultó de producir anualmente US$850 por habitante en los cincuenta, a US$26 mil hoy en día, situándose ya entre las 30 naciones más desarrolladas del planeta.
¿Qué pasó mientras tanto en Corea del Norte? De acuerdo a Naciones Unidas, se ha quedado con un producto per cápita anual estimado actualmente en alrededor de US$600, ubicándose entre los 20 países más pobres del mundo. La diferencia entre ambas naciones, separadas hace solo seis décadas por el famoso Paralelo 38, sería de más de 40 veces, aunque la comparación no resulta sencilla por la ausencia de mercados y precios en Norcorea.
Felizmente, el Banco Central de Surcorea realiza una estimación detallada anual de la producción real agregada del vecino del norte, utilizando para ello los precios de mercado prevalecientes en el sur. En dicha estimación la brecha nominal entre ambas Coreas se reduce, pero sigue siendo tan astronómica como de 18 veces a 1.
Un par de imágenes pueden decirnos más que muchos números. La primera proviene del espacio: los astronautas de la Estación Espacial Internacional han podido captar fotografías nocturnas de toda la península coreana con gran resolución. El contraste es abismal.
En la parte sur se aprecia un continuo de miles y miles de luces destellantes, mientras que en el norte prácticamente todo es oscuridad. De hecho, pareciera que el Mar de Japón y el Mar Amarillo estuvieran unidos por otro ‘mar visual’ (que sería Corea del Norte). Es el desarrollo luminoso versus el oscuro subdesarrollo.
La segunda imagen proviene de comparar estaturas de niños surcoreanos y norcoreanos de la misma edad. Existe una brecha promedio de hasta ocho centímetros entre ellos, que no puede ser atribuida a diferencias raciales. Más de un tercio de niños norcoreanos está desnutrido, mientras que dicho fenómeno es insignificante en los niños surcoreanos.
El caso de la península coreana quizás sea el mejor ejemplo teórico-práctico contemporáneo del papel crucial que tienen las instituciones en el devenir de las economías: un exitoso sistema capitalista que incentiva, premia y protege la propiedad privada, el emprendimiento individual, la inversión y la innovación, versus un sistema comunista impuesto a una población de 25 millones, donde el común denominador es la pobreza y el retroceso en todos los ámbitos de la vida.
En la economía y sociedad surcoreana, la inversión individual y familiar en capital humano es clave para seguir progresando a pasos agigantados. Un verdadero milagro educativo que hemos detallado en nuestras columnas de agosto y setiembre del 2010 en esta misma sección.
Hace pocas semanas se difundieron imágenes del día en que se efectúa la prueba final de educación secundaria para admisión a las universidades de Corea del Sur. Un evento para las familias coreanas tan importante como la final de una olimpiada o campeonato mundial de fútbol. Todo el país se puso a disposición de estos cientos de miles de jóvenes que se habían preparado con ahínco para lograr un lugar en la competitiva y desarrollada sociedad surcoreana. A dicho estándar debemos llegar, y a ritmo “pali pali”, si queremos completar nuestro desarrollo en esta generación.