Enrique Castellanos

La famosa frase que titula este artículo se atribuye a P.T. Barnum, un reconocido empresario circense del siglo XIX, y hace referencia a la inacabable oferta de personas ingenuas que pueden ser víctimas de fraudes y engaños constantemente. Desde esquemas tan burdos como las pirámides financieras hasta sofisticados y elegantes productos de inversión que casi nadie entiende, vemos cómo las personas en el Perú y en el mundo constantemente caen en la tentación del dinero fácil y rápido.

Hace unos días, el nombre que saltó a la luz fue el de , empresa que alegremente ofrecía en su publicidad rentabilidades de hasta un 34% anual en dólares, invirtiendo en divisas y . La fiscalía intervino sus oficinas en Surco y detuvo a varios de sus funcionarios, algunos de ellos de respetable trayectoria y reputación en el mercado local.

Kronos Capital es solo una de las tantas empresas en el mercado local que publicitan, presencial y virtualmente, productos de inversión de dudosa calidad. Algunos de ellos son fraudes descarados, pero la mayoría de estos son productos tóxicos (fraudes enmascarados) que, a duras penas, logran pasar la valla de la legalidad.

Sin embargo, los ahorristas peruanos no solo estamos expuestos a la tentación de los altos retornos que prometen las empresas antes mencionadas. Lo peor de todo es que también los entes regulados como bancos, compañías de seguros, fondos de inversión y fondos mutuos tienen prácticas y publicidades engañosas: prometen insidiosamente rentabilidades excepcionales sin mencionar los riesgos involucrados ni las comisiones que cobran, y no les importa que el producto sea plenamente entendido y apropiado para sus clientes.

¿Y dónde están los reguladores? Aquí, ni la Superintendencia de Mercado de Valores (SMV) ni la Superintendencia de Bancos, Seguros y AFP (SBS) parecen darse abasto o no quieren comprarse el pleito. En lo que respecta a la comercialización de productos de inversión, la SMV y la SBS solo supervisan superficialmente a los grandes bancos y financieras, pero no se adentran en la jungla de todo tipo de entidades que prometiendo “oro de 18 a precio de 14″ captan dinero de forma ilegal.

Necesitamos actuar en dos frentes. En primer lugar, interviniendo empresas como Kronos Capital, que estarían trasgrediendo las leyes financieras de nuestro país. La fiscalía tiene que coordinar con los reguladores financieros para investigar otras tantas decenas de empresas con ofertas de dudosa calidad y prácticas de mercado cuestionables, pues una golondrina no hace el verano.

En segundo lugar, pero más importante, es tener y hacer cumplir un protocolo de prácticas comerciales y comunicaciones a todo nuestro ecosistema financiero. Desafortunadamente, nuestro actual marco legal, la Ley de Mercado de Valores y la Ley de Bancos, cubre el tema de transparencia y publicidad de manera demasiado escueta y general. Por ello, se necesitan normas complementarias más específicas y taxativas en este frente. En países desarrollados, desde hace mucho tiempo existen regulaciones muy precisas sobre estos temas; solo tendríamos que adaptarlas a nuestro medio.

Un par de ejemplos. En el Perú, cualquier ejecutivo bancario o de seguros puede vender sofisticados fondos y productos de inversión. Es como si cualquier persona le pudiese curar una muela, construir una casa o llevar la contabilidad de una empresa sin ningún requerimiento de estudios y colegiatura. En otros países, la regulación financiera obliga a estos ejecutivos a tener múltiples certificaciones y aprobar varios exámenes ad hoc antes de salir a vender algo.

En esta misma línea, diariamente se ven fondos mutuos, de inversión y de factoring ofreciendo altísimos rendimientos, sin divulgar los riesgos y las comisiones de sus productos. Peor aún, solo muestran al cliente los años en que sus productos tuvieron buenos retornos, cuasi prometiendo que los mismos se repetirán en el futuro. Esto último se llama publicidad engañosa en cualquier lugar del mundo. El estándar internacional exige que los productos financieros (salvo sea un depósito a plazo con interés fijo) se inhiban de presentar rendimientos pasados como si fueran futuros y, si lo hacen, están obligados a presentar un horizonte largo –cinco años o más– de resultados, para que el cliente pueda ver tanto los años buenos como los malos.

Ahora bien, de nada serviría tener unos superreglamentos si no hay un ‘enforcement’ real de los mismos. Esto se debería hacer mediante auditorías periódicas a las empresas del sistema, capacitando permanentemente a sus ejecutivos, implementando programas de “cliente incógnito” y poniendo a disposición un ‘hotline’ y una página web que permita a los inversionistas quejarse de manera formal.

Las historias de dinero fácil son tan antiguas como la humanidad misma. A nivel macroeconómico, el trabajo de la SMV y la SBS no es evitar que a alguien le hagan el “cuento de la cascada”, sino fomentar la transparencia, la igualdad de información, la confianza en nuestro sistema financiero y vigilar que ninguna maquinación financiera se convierta en . La pelota está en su cancha.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.

Enrique Castellanos es profesor de la Facultad de Economía en la Universidad del Pacífico