"El cambio climático es la mayor amenaza del siglo XXI, pero también representa una gran oportunidad". (Ilustración: Giovanni Tazza)
"El cambio climático es la mayor amenaza del siglo XXI, pero también representa una gran oportunidad". (Ilustración: Giovanni Tazza)
Elsa Galarza

El retiro del Gobierno de Estados Unidos del Acuerdo de París sobre el cambio climático ha sido motivo de rechazo por parte de la comunidad internacional y el mensaje es claro: no hay marcha atrás.

El cambio climático provocado por el calentamiento global es un fenómeno de alcance mundial que, de acuerdo con la absoluta mayoría de estudios científicos, tiene como causa principal la actividad del hombre y que, por lo tanto, requiere la acción concertada de todos los países en dos aspectos.

En primer lugar, buscar alternativas tecnológicas para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. En segundo lugar, requerir la solidaridad de todos (en términos de recursos financieros) para apoyar a las poblaciones más vulnerables ante los efectos del cambio climático a adaptarse mejor a las nuevas circunstancias, y así minimizar el impacto de los fenómenos climáticos sobre ellas.

Como en muchos problemas relacionados con el ambiente, en el cambio climático se conjugan dos características que presentan desafíos para la política ambiental. Por un lado, es inútil pensar solo en el ciudadano de Pittsburgh o de París, pues el cambio climático afecta a todos los seres humanos y, por ende, la solución debe surgir de un esfuerzo conjunto de alcance global. Por otro lado, las autoridades no pueden pensar únicamente en quienes los han elegido, sino en las futuras generaciones que tienen derecho a recibir un ambiente que les provea de los servicios necesarios para una vida plena.

Los acontecimientos vividos en nuestro país durante los primeros meses de este año por El Niño costero son la prueba evidente de los efectos que el cambio climático puede tener sobre nuestro territorio y, por lo tanto, se constituye en un urgente llamado a continuar con las líneas de acción de la Política Nacional del Ambiente. En ese sentido, requerimos reforzar el compromiso del Gobierno del Perú con el crecimiento verde y el desarrollo sostenible, como el camino para mejorar las oportunidades de más peruanos. Es decir, lograr un crecimiento económico que garantice la inclusión social y que vaya de la mano de la sostenibilidad ambiental.

Esa es una tarea en la que tienen que participar todos, pues la implementación de medidas de política ambiental no puede ser ajena a las realidades del territorio y a la diversidad propia de nuestro país. Ello requiere, por lo tanto, un enfoque participativo que involucre a los distintos niveles del gobierno, la sociedad civil, las comunidades campesinas, las comunidades nativas y el sector privado.

Dentro de la relación entre la política ambiental y el crecimiento verde, creemos que el Acuerdo de París es una oportunidad para el Perú porque las contribuciones nacionalmente determinadas servirán para formular una cartera de proyectos orientados al desarrollo con menos emisiones, a un mejor aprovechamiento de nuestros recursos naturales y a una mayor y mejor inversión y generación de empleos de calidad. Asimismo, la adaptación al cambio climático contribuirá a reducir los riesgos que enfrenta nuestro territorio frente a fenómenos naturales extremos y a lograr una población menos vulnerable.

La importancia de los bosques en nuestro territorio hace que su adecuada gestión sea un tema clave en la política ambiental y en la acción climática. La preocupación nacional e internacional sobre el tema abre la posibilidad de revalorizar nuestros bosques mediante una gestión orientada a que sus habitantes participen de los beneficios que los bosques brindan al resto del mundo y que todos los niveles del gobierno contribuyan con su acción coordinada para detener la deforestación.

Por otro lado, la bendición que ha recibido nuestro país al ser depositario de una gran diversidad de especies de flora y fauna nos impone la obligación de desarrollar nuestra capacidad para conservarlas, investigarlas y encontrar en este patrimonio natural una fuente adicional de riqueza que contribuya a mejorar la calidad de vida de más peruanos.

Sin embargo, la perspectiva de mediano y largo plazo no puede dejar de atender los problemas críticos en materia ambiental que enfrenta nuestro país, como son la recuperación de sitios impactados por actividades económicas, la gestión de los residuos sólidos en las ciudades y la calidad ambiental, todos estrechamente vinculados con la acción climática.

Por último, el cambio climático es la mayor amenaza del siglo XXI, pero también representa una gran oportunidad. En las últimas décadas se han abierto nuevos mercados relacionados con la ecoeficiencia y las energías limpias, solar y eólica, por ejemplo, que han generado una gran cantidad de puestos de trabajo alrededor del mundo.

En el Perú, la reducción de la deforestación constituye una oportunidad dado que los bosques pueden capturar dióxido de carbono, que puede ser transado en el mercado voluntario de carbono. Asimismo, los cambios en la temperatura del mar permiten a los pescadores aprovechar nuevas especies que aparecen en el mar peruano; y zonas donde antes no era posible hacer agricultura por tener temperaturas poco propicias se vuelven zonas de producción. Además, consumidores más exigentes, en su mayoría jóvenes, reclaman bienes y servicios que hayan sido producidos de manera sostenible, lo que inducirá a implementar tecnología limpia para acceder a estos mercados de creciente demanda.

Mañana se celebra el Día Mundial del Medio Ambiente. Reiteremos nuestro compromiso con un Perú Limpio y un Perú Natural, lo que significa mejorar la calidad de vida de los ciudadanos y el futuro de las nuevas generaciones.