El deber moral de marcar un antes y un después

Claudia Chiroque

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Claudia Chiroque

‘Quo vadis’ Congreso: con 90% de rechazo

Rober Villalva

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Rober  Villalva

“Quien presida la nueva Mesa Directiva debe entender el valor de ser contrapeso de un gobierno débil”.

Coaliciones convenientes, berrinches ideológicos y una profunda desconexión con la realidad son algunos de los grises en la antesala de una nueva elección de la que solo demuestran que el Congreso no representa a nadie más que a sus propios intereses.

Podría escribir sobre lo que todos esperamos: un escenario optimista y sensato, pero cuando ‘Niños’ y ‘mochasueldos’ negocian la gobernabilidad, toca escribir sobre alerta, advirtiendo el riesgo de que no prime el bien para el país.

En principio, políticamente, quien presida la nueva Mesa Directiva del Congreso debe entender el valor de ser contrapeso de un gobierno débil que hasta hoy encontró varias veces complicidad en el silencio y en la precariedad de la dinámica parlamentaria.

Ser un contrapeso responsable supone fiscalizar y fiscalizarse con sentido crítico, lejos de generar una confrontación que nos coloque en un escenario de mayor inestabilidad política.

Entendiéndose esto, se espera un liderazgo que sincere la agenda. Un informe del periodista Martín Hidalgo sobre la calidad legislativa muestra una cifra de espanto: 1.100 proyectos declarativos en dos años; en otras palabras, se ha legislado a ciegas ante lo urgente, perdiendo tiempo y recursos, desnudando la inexperiencia técnico-parlamentaria y, sobre todo, sin impacto en las necesidades básicas de todos los peruanos.

En esa línea, tenemos ya una ‘emergencia de leyes declarativas’ frente a la presencia de un fenómeno de El Niño global a la vuelta de la esquina que no espera y que, más que un llamado de atención al gobierno central, necesita acción inmediata con gestión, prevención y un intento por reducir al máximo el impacto del mismo en las zonas en las que la representación parece inexistente.

El reto del presidente de esta nueva Mesa Directiva es demostrarle al país que tiene como objetivo la calidad: “menos, pero bien hecho, siempre será más” y necesita ir adecuadamente acompañado. No olvidemos que no solo se trata de designar a una Presidencia del Congreso como tal; de por medio está el manejo administrativo a cargo de las vicepresidencias y basta con revisar las designaciones en algunas oficinas del Congreso, convertidas en agencia de empleos de los partidos de turno.

Es un deber moral marcar un antes y un después en la agenda de viajes, alfombras, billeteras y bonos de la gestión del saliente José Williams que se despide con un gasto de más de S/63 millones.

Los gestos en política sí que importan. ¿Por qué? Porque el Congreso tiene un mandato asignado por nosotros, los ciudadanos que buscamos que nuestras demandas sean atendidas.

Disculparse con ese 91% de desaprobación ciudadana sería un gran primer paso, sumado a lo mencionado líneas arriba, para así, medianamente, lograr ese nexo entre gobernabilidad y transparencia.