El mito del bachiller investigador

León Trahtemberg

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Bachillerato automático y universidades ‘light’

Enrique Castañeda Saldaña

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Enrique Castañeda Saldaña

“El paradigma de que el estudiante tiene que demostrar capacidad investigadora debe replantearse”.

Si luego de estudiar cinco años en la el egresado no está calificado y certificado para hacer nada por no tener el diploma de , ¿de qué sirvieron esos cinco años? ¿Se puede sostener seriamente que las capacidades de un egresado universitario luego de cinco años de estudios, sin el grado de bachiller, son sustancialmente distintas a las de aquel que tiene el grado solamente porque hizo o mandó a hacer una tesis, que se adiciona a la que luego tiene que hacer para obtener una licenciatura?

Si saber investigar es uno de los componentes de la experiencia universitaria, ¿por qué no lo hacen en cada uno de los diez o más semestres regulares que cursará en su trayectoria universitaria? ¿Cómo es posible que hayan aprobado diez semestres sin saber investigar? Y si han hecho investigaciones de manera habitual, ¿por qué asumir que eso se evidenciará recién con la tesis de bachillerato?

Asimismo, ¿existe en el sistema universitario la cantidad de docentes con PhD e investigadores calificados para asesorar seriamente a las 100.000 tesis anuales requeridas para obtener el grado de bachiller, más las de quienes optan por la licenciatura, maestría y doctorado? ¿En cuántos casos o en qué porcentaje la eventual actividad laboral de quien se certifica como bachiller tiene como requisito saber hacer una tesis al estilo universitario?

Es curioso cómo las autoridades universitarias que obligan a los estudiantes a hacer investigación no hacen investigación respecto de sí mismas, y tampoco reparan en la necesidad de reformular todas aquellas prácticas del pasado que no corresponden a las realidades presentes ni a las alternativas de certificación que irán ofreciendo distintas empresas como Amazon, Apple, Google o Microsoft. Estas muy pronto certificarán a nombre propio cada vez más a profesionales que hayan hecho minicarreras de uno a seis semestres y tendrán más opciones en el mercado laboral que los frustrados egresados sin grado alguno del sistema universitario peruano.

La resistencia para aceptar el bachillerato automático bajo el argumento de que el estudiante tiene que demostrar capacidad investigadora es uno de los tantos paradigmas que deben replantearse, cosa que se les hace difícil a los conductores de este nivel del sistema educativo –que no se renueva ni investiga sobre sí mismo– que vive anclado a una serie de mitos como el mencionado y tantos otros.

Esto sería similar a que desde la educación básica se use a PISA como un clasificador de la calidad educativa o se pretenda creer que la matemática es el área que define el éxito o fracaso de un futuro universitario; o que, en la admisión universitaria, se considere inviable de plano el ingreso universal –para que sea la universidad la que seleccione en los primeros ciclos a los que son aptos para seguir la carrera en lugar de que sean las notas escolares o un retrógrado examen de ingreso los que definan la capacidad de un estudiante de ser un profesional exitoso–.

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