La ONU: falible, pero indispensable

Francisco Belaunde

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¿Sirve la ONU para impedir las guerras?

José Antonio García Belaunde

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José Antonio García Belaunde

La Organización de las Naciones Unidas (ONU) es un esfuerzo, no una solución mágica a los problemas del mundo. Un esfuerzo, por cierto, bastante grande en el sentido de que es todo un sistema que incluye a entidades como la OMS, la FAO, la Corte Internacional de Justicia y la Corte Penal Internacional, entre muchas otras. Los servicios que prestan los componentes del sistema son considerables, en especial para los países menos desarrollados.

En lo que a la preservación de la paz se refiere, la ONU tiene logros que exhibir desde 1945, pero también, sin duda, varios fracasos. Estos últimos se dan fundamentalmente cuando las grandes potencias están involucradas en los conflictos, directa o indirectamente, y sus intereses colisionan. Ello está relacionado con el defecto de fábrica del organismo: la instauración de un privilegio para Estados Unidos, Rusia, China, Francia y el Reino Unido que no solo son miembros permanentes del Consejo de Seguridad, sino que tienen derecho de veto contra cualquier proyecto de resolución que no les guste.

Así, Rusia puede invadir a Ucrania y estar seguro de que el Consejo de Seguridad no adoptará ninguna medida contra ella.

En lo que respecta a la guerra en Medio Oriente, en gran parte esta no se resuelve por el apoyo que Estados Unidos le da a Israel, permitiendo que viole impunemente el derecho internacional. De haberse evitado la instalación de colonias judías en Cisjordania y si se hubiera creado un Estado Palestino, Hamas no existiría y el credo antiisraelí de los ayatolás de Irán no hubiera podido prosperar.

China, por su parte, también puede violar tranquilamente las normas en el mar del sur de China, atropellando a los estados ribereños, sin ser censurado por el Consejo de Seguridad.

Lo ideal sería una reforma de esa instancia de la ONU, pero las cinco potencias privilegiadas no parecen dispuestas a ello, por decir lo menos.

*El Comercio abre sus páginas al intercambio de ideas y reflexiones. En este marco plural, el Diario no necesariamente coincide con las opiniones de los articulistas que las firman, aunque siempre las respeta.