Es un exceso pretender la remoción de Benavides

Ernesto Blume Fortini

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Marianella Ledesma

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“Es penoso observar la anarquía reinante en el Ministerio Público por la actitud de algunos fiscales descomedidos”.

Lo ocurrido en los últimos días en el Ministerio Público es preocupante y debe ser investigado, pero de ahí a la campaña mediática que se ha armado contra una mujer que tuvo el coraje de denunciar constitucionalmente al expresidente Pedro Castillo y gatillar su caída salvando al Perú de caer en un despeñadero para terminar como Cuba, Venezuela o Nicaragua, hay un abismo.

Por ello, considero que es un exceso pretender su remoción en circunstancias en las que lo hasta ahora detectado, más allá del escándalo mediático que se ha armado y de la ligereza de la fiscal Marita Barreto de utilizar la figura de la organización criminal, no ofrece elementos de incriminación directa e indubitable de la fiscal de la Nación, Patricia Benavides, y revela cuestionables elementos probatorios, constreñidos a conversaciones de un asesor sobre coordinaciones que podrían ser interpretadas como un proactivismo inconsulto e irresponsable; ni tampoco puede destruir la presunción de inocencia que obliga a considerar inocente a la persona hasta que no se haya declarado judicialmente su responsabilidad.

He dicho que la fiscal Benavides no debió remover a la fiscal Barreto ni pretender distraer a la opinión pública con la apresurada y endeble denuncia constitucional contra la presidenta Dina Boluarte, con el argumento del homicidio calificado atribuido en comisión por omisión, que la convertiría en responsable de toda infracción penal que se cometa en las esferas del Estado sin importar la inexistencia de elementos consustanciales al ilícito penal –como la intencionalidad, el dolo, la tipicidad clara e indubitable y otros–, en lógica que involucraría a todos los titulares de las entidades públicas también como responsables de cuanto delito se cometa en su sector sin importar su participación real en el ilícito. Esta denuncia, a la larga, tendrá que ser archivada.

Empero, estos dos errores no ameritan su pretendida remoción, la que en el fondo responde a un nuevo intento del nefasto sector ‘caviar’ –que yo denomino el “cáncer caviar”–, coludido con la izquierda radical y los otros sectores autodenominados progresistas, de recuperar el poder que están perdiendo, sin sopesar que le hacen el juego al “castrochavismo” que aún no se resigna al hecho de haber perdido el poder y persiste en la idea de crear el caos, el odio, el enfrentamiento y la lucha de clases, sin que les importe el futuro del país. El “caviaraje” está motivado solo por intereses coyunturales en el afán de seguir usufructuando del poder a costa de todos los peruanos.

Por lo demás, es penoso observar la anarquía reinante desde hace un buen tiempo en el Ministerio Público por la actitud de algunos fiscales descomedidos e irreverentes que violan el respeto al superior y la jerarquía institucional, así como los derechos fundamentales de los investigados, haciendo de su actuación un espectáculo preñado de figuretismo y fatuidad, fomentando así una justicia mediática, abdicando del rol que la Constitución les asigna como defensores de la legalidad, representantes de la sociedad y titulares de la acción penal pública.