Pocas actividades son generadoras de unidad nacional. El fútbol es una de ellas. Perú enfrenta a Chile en el partido más atractivo de la jornada 11 por tratarse de un clásico. Sin embargo, lo futbolístico ha quedado relegado: ambas selecciones agonizan por puntos y se ahogan en sus crisis internas.
Lo concreto es que, mientras Chile intenta resolver sus problemas y amista la guerra entre Ricardo Gareca y Arturo Vidal tras su reciente convocatoria, el fútbol peruano intensifica sus dolores al estar investigado y detenido el presidente de su federación, Agustín Lozano, por el Caso Los Galácticos y sus sueldos millonarios que ascenderían a más de S/2,5 millones. La selección, además, no jugará en el Estadio Nacional ante la negación del Gobierno. A ello, hay que agregar que el Perú es noticia internacional en el ámbito futbolístico tras perder de manera negligente la sede del Sudamericano Sub 20.
Nos vamos a competir con los “jugadores extradeportivos” de siempre: una debacle institucional, un gobierno débil que ve el deporte con inapetencia y una selección obligada a jugar fuera de su propia casa y que pierde fuerza ante la FIFA y la Conmebol a nivel organizativo. Los problemas nos sobran, pero el fútbol es un deporte de 11 vs. 11 y en los más graves momentos sociales y políticos es cuando la bandera en representación internacional debe hacer uso de su estirpe y los jugadores deben salir con el convencimiento de que, aunque todo se cae, afuera hay una hinchada de necesidad espiritual que exige gloria y, sobre todo, calma.
La selección de Fossati es la penúltima de la tabla de posiciones con seis puntos y jugará ante una de las peores versiones de Chile de los últimos años, con apenas cinco puntos producto de una victoria, dos empates y siete derrotas. Entre tanto, Perú jugará sin Renato Tapia, Pedro Gallese, Carlos Zambrano y Bryan Reyna, como si los problemas de arriba no fueran suficientes. Pero no queda más remedio que una sólida victoria para pelear el sueño mundialista.
Ganar frente a la crisis. No para que el espectáculo vaya en detrimento de desnudar nuestros problemas, sino todo lo contrario: vencemos cuando demostramos que no necesitamos la corrupción a nuestro mando ni mucho menos un gobierno que nos juega en contra todos los días, en todos los aspectos.
No es un partido cualquiera y eso lo sabemos todos. Continuar con vida depende de este resultado (y de los que vendrán). Perú se jugará la ficha más importante contra su máximo rival y frente a un técnico que conoce de maravilla a nuestros seleccionados y eso pone las cosas más picantes.
No hay partido más bonito que un clásico donde la historia pesa y los recuerdos emotivos están anclados en la cabeza de los jugadores. Y es probablemente por ello que Ricardo Gareca, ni lento ni perezoso, terminó convocando al ‘Rey Arturo’ a sabiendas de lo que emocionalmente significa que esté en la cancha con su historial de goles que le marcó a Perú. Sin contar que una derrota también llevaría la cara del máximo oponente de su gestión como DT de Chile y quien hoy, al menos de momento, parece haber arreglado algunos malentendidos.
Pero ¿cuánto debe preocuparse Jorge Fossati por lo que hace Chile? Más allá de los egos personales, que también estarán en juego, la selección debe imponer ritmo y juego como dueño de casa. La ausencia de Pedro Gallese en el arco, aun con la experiencia de Carlos Cáceda, es una baja durísima. ‘San Gallese’ es el jugador más regular que ha sacado cara, manos y pies por la selección en sus peores momentos.
Su ausencia, a mi entender, es la que mayor incertidumbre podría generar. Chile está incluso peor que Perú, como si eso fuese posible, y la realidad es que en los últimos partidos la selección mostró un mejor funcionamiento, aunque le faltó regularidad y resultados. Vidal no es el mismo de la generación dorada que escribió con burla en el camarín del Estadio Nacional hace un tiempo. Los años también pasaron para él.
Será un partido de infarto y de definición por “error”, como se dice comúnmente. Los dos se juegan mucho más que la clasificación. Después del partido, las cosas cambiarán. Entre continuidades de técnicos y chances de seguir con vida, el Perú-Chile será, sin lugar a duda, no apto para cardíacos.