Conversar y pactar

Edison Tito Peralta

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Edison Tito Peralta

Politóloga

Macarena Costa-Checa

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Macarena Costa-Checa

“El entrampamiento puede destrabarse con el consenso, esto es algo que hasta ahora no se ha intentado con seriedad”.

Desde diversos sectores se han ensayado tres opciones para superar la en el Perú. Analicemos su legalidad y legitimidad.

Una primera opción es la vacancia del presidente por causal de incapacidad moral. Esta es una figura no regulada con precisión por lo que su aplicación ha sido cuestionada y además requiere de 87 votos. En cuanto a su legitimidad, se tiene que la aprobación del es más baja que la del Ejecutivo en los sondeos, por lo que la ciudadanía no aceptaría fácilmente una vacancia.

Una segunda opción es el adelanto de elecciones generales. Esta propuesta requiere que el Congreso genere una ley de adelanto de elecciones con 66 votos. Sin embargo, el Congreso no parece interesado en esta opción. En cuanto a su legitimidad, un 68% del país, según la última encuesta del IEP, sí desea un adelanto de elecciones. En contraparte, un 25% no quiere llevar adelante esta opción, y ello se eleva al 40% en el sur rural del Perú.

El voto rural lleva aplazado por décadas y no se puede medir el grado de reacción que ejercerían contra lo que interpretarían como una imposición de una mayoría capitalina.

La tercera opción es la suspensión del presidente o su detención preliminar. Al respecto, el constitucionalista Omar Cairo ha señalado que esta es una opción “imposible […], pues la Carta Magna establece criterios muy puntuales para sacar al presidente y, dentro de ellos, no está la opción de la suspensión por una orden judicial”.

Otro problema es que la fiscalía estaría actualmente erosionando la eficacia en la lucha contra la corrupción de los casos llamados ‘Cuellos Blancos’ y otras investigaciones, restándose a sí misma legitimidad para viabilizar esta opción.

En suma, las tres opciones mantienen serias complicaciones legales y de legitimidad.

En este escenario, nuestra propuesta es un consenso ciudadano entre el empresariado, los sectores populares, rurales e indígenas, y la iglesia para que Pedro Castillo –por escrito y con plazos definidos– se comprometa a mejorar sus cuadros técnicos, impulsar la economía, promover el desarrollo rural y fortalecer la lucha anticorrupción. A su vez, la oposición debe comprometerse a renunciar por expreso a la vacancia y colaborar en la gestión del Gobierno en base a una agenda común.

El entrampamiento puede destrabarse con el consenso, esto es algo que hasta ahora no se ha intentado con seriedad. Desde el punto de vista legal y de legitimidad social, esta es en nuestra opinión la alternativa más factible para reducir la polarización y darle viabilidad al propio modelo democrático y de economía social de mercado. Las otras opciones llevan directamente al abismo de la anomia social donde el propio modelo de 1993 quede desfasado y quizás, también, arrasado.

Es momento de conversar y pactar.



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