"Se puede deducir a semana de representación fue un planteamiento de aquellos que querían pasar un largo descanso semanal en su ciudad de origen".
La semana de representación fue creada a finales del 2009 en base a un proyecto de modificación del reglamento presentado por Juvenal Ordóñez del Partido Nacionalista.
La representación parlamentaria es inherente al congresista, porque sería ridículo pensar que, en el desempeño de sus funciones, deja de representar a la nación tres semanas y se ocupa solo una del electorado que lo eligió. El parlamentario es elegido por una circunscripción electoral, pero desde el momento en el que asume sus funciones representa a la nación. ¿Acaso un parlamentario dejó de representarla antes del 2009?
Las consecuencias que ha traído la semana de representación son, entre otras, el incremento del gasto en viajes pagados por el Congreso, con dudosos resultados; el derroche del egreso presupuestal del Legislativo al trasladar asesores, personal de apoyo con viáticos y otros gastos logísticos. Asimismo, se paraliza el Parlamento durante una semana, varios congresistas han adulterado fotos apareciendo en lugares que nunca visitaron para cumplir con la formalidad, informando que estaban en viaje de representación y muchos de estos viajes son de turismo y de placer. Incluso, ahora los representantes de los peruanos en el exterior pretenden ausentarse 12 días al mes para pasearse por el mundo.
Nada de lo realizado ha dado los resultados esperados y hoy el Congreso tiene una representatividad menoscabada, lo que nos hace deducir que la semana de representación fue un planteamiento de aquellos que querían pasar un largo descanso semanal en su ciudad de origen. El tiempo ha demostrado que la semana de representación fue una decisión política, antes que técnica. No se conocen las intenciones que tuvo el tacneño Ordóñez para hacer su planteamiento, pues en el portal del Congreso solo aparece el dictamen de su propuesta, mas no el proyecto con la exposición de motivos que le dio origen.
"Las actividades de representación deben sistematizarse y estandarizarse para que su planificación, desarrollo e informes finales sean el reflejo de las labores del congresista".
Cuando el parlamentario regional se desarraiga para instalarse en Lima, los embates políticos son inmediatos. Sus detractores no tardan en lanzar el primer misil acusatorio: “Ya se limeñizó”.
Nuestro sistema parlamentario es absorbente, a dedicación exclusiva y tiempo completo. No solo se asiste a los plenos. Existen 24 comisiones ordinarias, excesivas para 130 parlamentarios. A ello se suman las comisiones investigadoras, especiales y los grupos de trabajo.
La semana de representación fue concebida para que el congresista de provincia pueda retornar cada mes a su circunscripción y mantener contacto con sus representados. Los limeños se incluyeron, no solamente por no hacer distingos con sus colegas regionales.
La semana de representación debe mantenerse, pese al uso indebido que se ha hecho de la misma. Pero requiere mejoras y precisiones urgentes. Las actividades de representación deben sistematizarse y estandarizarse para que su planificación, desarrollo e informes finales sean el reflejo de las labores del congresista.
Cada semana debe ser adecuadamente planificada según estándares predeterminados, para no ir a la deriva o terminar haciendo uso indebido de los pasajes y viáticos que el Estado les otorga al parlamentario y a su equipo. Debe estar bien definido qué tipo de labores son las adecuadas, caracterizándolas con claridad, en función de metas y objetivos de una auténtica acción de representación.
Las reuniones entre el congresista y una autoridad o funcionario están bien, pero se deben privilegiar las audiencias públicas o reuniones con organizaciones de base, para tratar directamente con los ciudadanos. Actualmente, se trabaja un aplicativo para estandarizar los informes de las semanas de representación. Así, el congresista y el ciudadano sabrán que estos días no deben emplearse para actividades ajenas, como recoger firmas o hacer proselitismo. Y que las chocolatadas navideñas con entrega de regalitos no constituyen proyección social.