"China también es el mayor comprador de carne de res brasileña, impulsando la transformación de Brasil en un coloso de agronegocios que controla un asombroso 6% del comercio mundial de alimentos". (AFP).
"China también es el mayor comprador de carne de res brasileña, impulsando la transformación de Brasil en un coloso de agronegocios que controla un asombroso 6% del comercio mundial de alimentos". (AFP).
Heriberto Araújo

Desde su elección, ha cumplido sus promesas de abrir al desarrollo áreas anteriormente protegidas en la Amazonía brasileña. El reciente aumento de la deforestación y los incendios es un resultado directo de este cambio de política.

A pesar de las protestas mundiales, ha permanecido en silencio sobre los incendios del Amazonas. La próxima semana, Bolsonaro se reunirá con el presidente chino Xi Jinping en un esfuerzo por promover las relaciones con China. Xi también visitará en noviembre, en la cumbre Brics, prevista en Brasilia. China, líder en la lucha contra el calentamiento global, debería usar su influencia para detener esta tragedia ecológica.

Impulsadas por una creciente demanda de productos básicos, las empresas chinas invirtieron un estimado de US$58 mil millones en Brasil del 2007 al 2018 en áreas como petróleo, minerales, soja, electricidad, infraestructura y tecnología. El año pasado, el 40% de las inversiones de China en Brasil provino de empresas estatales chinas. Es hora de que China también asuma la responsabilidad de su papel en la destrucción de este ecosistema único.

China, que representa el 20% de la población mundial pero controla menos del 9% de sus tierras cultivables, agrega millones de ciudadanos a su clase media cada año. El consumo de carne alguna vez se consideró un lujo raro para los ciudadanos chinos. Pero con mayores ingresos, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico informa que China ahora consume más de una cuarta parte de la carne del mundo y que esa cifra aumentará.

En el 2018, Brasil vendió a China el 70% de sus exportaciones de soja, o más de US$27 mil millones, un aumento de valor del 90% en comparación con el 2016. China también es el mayor comprador de carne de res brasileña, impulsando la transformación de Brasil en un coloso de agronegocios que controla un asombroso 6% del comercio mundial de alimentos.

Las empresas internacionales de agronegocios que buscan expandir sus exportaciones de alimentos a China han invertido fuertemente en algunas de las regiones brasileñas menos desarrolladas, lo que ha resultado en la transformación de antiguas áreas de la selva en ciudades ricas. Mientras que los agricultores brasileños, que buscan aprovechar la demanda provocada por los aranceles chinos sobre la soja de los Estados Unidos y el aumento del consumo de carne en el país, incendiaron tierras para limpiarlas para el cultivo y el ganado.

La ganadería en Brasil y el cultivo de soja son los principales impulsores de la deforestación. Según datos preliminares oficiales, la deforestación creció un asombroso 93% durante los primeros nueve meses de la presidencia de Bolsonaro en comparación con el mismo período del año anterior. Solo en setiembre, las tasas de deforestación aumentaron un 96% en comparación con el mismo mes del 2018.

Para Brasil, el mercado tiene un nombre claro: China.

Algunos expertos han vinculado la demanda china de carne de res y ganado a la deforestación previa en la Amazonía, calificándola como el “factor China”. Pero este no es un juego de suma cero, a pesar de la afirmación de Bolsonaro de que sí lo es. La agricultura brasileña no tiene que avanzar más en el bosque para aumentar su producción; mejoras en la productividad, así como la recuperación de millones de acres de tierra ya deforestada y degradada, podrían impulsar un mayor crecimiento de la producción.

Recientemente, un alto ejecutivo de la compañía de alimentos y agricultura más grande de China, Cofco, dijo a los agronegocios brasileños que el conglomerado estatal chino planeaba comprar hasta un 25% más de soja brasileña en los próximos cinco años. También reconoció que esta demanda insaciable no puede socavar la preservación de la Amazonía.

Xi ha enfatizado que China quiere una “coexistencia armoniosa entre la humanidad y la naturaleza”. Utilizando su influencia incomparable con Bolsonaro para preservar una región estratégica para combatir el cambio climático y la pérdida global de biodiversidad, ahora tiene una oportunidad perfecta para mostrarle al mundo que está realmente comprometido con este objetivo.


–Glosado y editado–

© The New York Times