Más de tres de cada cinco estadounidenses que trabajan dicen que se sienten solos. Ahora que el país se enfrenta a un brote de enfermedad que exige medidas como el distanciamiento social, el trabajo desde el hogar y las cuarentenas, esa epidemia de soledad podría empeorar aún más.
Una paradoja de este momento es que, si bien se requiere un distanciamiento social para contener la propagación del coronavirus, también puede contribuir a la mala salud a largo plazo. Entonces, aunque se requerirá aislamiento físico para muchos, es importante que no permitamos que tales medidas también causen aislamiento social y emocional.
La Administración de Recursos y Servicios de Salud (HRSA) advierte que la soledad puede ser tan perjudicial para la salud como fumar 15 cigarrillos al día. Los sentimientos de aislamiento y soledad pueden aumentar la probabilidad de depresión, presión arterial alta y muerte por enfermedad cardíaca. También pueden afectar la capacidad del sistema inmunitario para combatir infecciones, un hecho que es especialmente relevante durante una pandemia.
En todo el país, se pide a las personas que trabajen desde sus hogares, las universidades se cambian a clases virtuales y se cancelan grandes reuniones. Estas son estrategias claves para prevenir la transmisión, pero pueden tener un costo social y de salud mental: fomentar nuestra sensación de aislamiento el uno del otro y hacernos olvidar que estamos juntos en esto.
Ya estamos comenzando a ver sospechas y paranoia en los espacios públicos. Las personas que luchan con alergias informan que cada tos provoca miradas. En Sidney, Australia, los informes dicen que un hombre murió después de colapsar frente a un restaurante chino y los espectadores se negaron a realizar la reanimación cardiopulmonar (RCP). Los estadounidenses de origen asiático han denunciado comentarios racistas, basados en la creencia equivocada de que esa población tiene más probabilidades de portar el coronavirus. Hay evidencia de que cuanto más se sientan las personas aisladas, es menos probable que tomen medidas para proteger a sus conciudadanos.
La soledad y el aislamiento son especialmente problemáticos entre las personas mayores. El 27% de los estadounidenses mayores viven solos. Según la HRSA, entre las personas mayores que informan sentirse solas hay un 45% más de posibilidades de mortalidad. En una situación de cuarentena, esto podría ser aún más grave.
Para encontrar soluciones, podemos buscar países donde las personas hayan estado lidiando con el coronavirus por algún tiempo. La gente en China está recurriendo a medios creativos para mantenerse conectados. Algunos transmiten conciertos y clases de gimnasia. Otros organizan reuniones virtuales del club de lectura. En Wuhan, la gente se reunió en sus ventanas para gritar “¡Wuhan, jiayou!”, que se traduce como “¡Sigue luchando, Wuhan!”.
Para aquellos de nosotros que conocemos personas, especialmente personas mayores que pueden estar aisladas: mantengámonos en línea. Regístrese diariamente y busque maneras de pasar tiempo juntos, ya sea a través de una llamada de FaceTime o WhatsApp, a través de juegos de colaboración o simplemente usando el teléfono.
Por supuesto, ninguno de estos comportamientos es un sustituto de una buena política gubernamental. Las sociedades que tienen una inclinación más comunal también tienden a tener una red de seguridad social y mejores políticas de baja por enfermedad que facilitan los esfuerzos para contener el virus. Puede ser un alivio saber que miles de otras personas están pasando por lo mismo y, como en China, surgirán estrategias de afrontamiento colectivas. Los videos, memes, historias, ensayos y poemas en Tik Tok sobre vivir en aislamiento se convertirán en parte de la cultura. Podríamos salir de este sentimiento más conectados entre nosotros que antes.
–Glosado y editado–
© The New York Times