La progresión epidemiológica del COVID-19 en el Perú implica que es necesario tomar medidas específicas para prevenir y controlar la expansión del virus entre la población más vulnerable a esta enfermedad; es decir, adultos mayores que viven en condiciones que elevan el riesgo de contagio.
A diferencia de lo que ocurre en muchos países del hemisferio norte, donde los adultos mayores suelen vivir separados de sus familias, en Lima el 79% de las personas mayores de 60 años viven con familiares. En este contexto, el aislamiento de la población vulnerable al COVID-19 es un reto que implica a todos los miembros de sus familias, en especial a aquellos que deben salir a lugares públicos, sea para abastecerse de alimentos o para realizar otras actividades (tanto durante el período de aislamiento social obligatorio como al término del mismo).
En tal sentido, cualquier esfuerzo del Estado para proteger a la población más vulnerable implica proteger también a sus familiares directos –o al menos monitorear su estado de salud, para evitar el contagio en casa–. La pregunta es, ¿cómo se puede realizar dicha prevención y monitoreo? Los recursos limitados de los que dispone el Estado actualmente hacen prácticamente imposible establecer una estrategia de lucha contra el COVID-19 a nivel de hogares individuales. La alternativa es establecer medidas de prevención y control para territorios específicos, aquellos espacios geográficos donde los riesgos y consecuencias de la propagación de la enfermedad son mayores.
Para identificar dichos territorios críticos en Lima Metropolitana, GRADE utilizó los datos geoespaciales del Censo Nacional de Población y Vivienda 2017, combinados en base a dos indicadores complementarios: el entorno de riesgo y la población vulnerable. Las áreas de la ciudad con mayor entorno de riesgo, se distinguen mediante la combinación de tres variables: (i) densidad poblacional, que favorece el contacto entre las personas fuera del hogar; (ii) nivel de hacinamiento, que facilita el contacto entre personas al interior del hogar; y (iii) acceso a red pública de agua, cuya insuficiencia dificulta el mantenimiento de prácticas de higiene adecuadas. En cuanto a la población vulnerable, se identificaron las manzanas de la ciudad que tienen la mayor cantidad de residentes con edades superiores a los 60 años; es decir, la población con más probabilidades de presentar síntomas severos.
Una vez identificadas las manzanas con mayor entorno de riesgo y mayor población vulnerable se generaron los mapas de calor correspondientes, que permiten visualizar los niveles de concentración de ambos indicadores en todo el territorio de la ciudad. De la intersección de estos mapas se derivan lo que hemos denominado ‘zonas prioritarias de prevención y control’; es decir, aquellas donde se encuentran la mayor cantidad de personas mayores de 60 años que viven en condiciones que facilitan el contagio del COVID-19.
Si bien este análisis permite enfocar mejor los esfuerzos del Estado y la sociedad en la lucha contra el COVID-19, las zonas prioritarias son muy extensas: en ellas viven cerca de 1,3 millones de personas. Por lo tanto, es necesario acotar aun más las áreas de intervención, y para ello tiene sentido concentrar las medidas de prevención y control en aquellos lugares que son, por su naturaleza, potenciales focos de infección masiva. Como se ha hecho evidente en las últimas semanas, los mercados y supermercados son, y seguirán siendo por un tiempo, los principales lugares con aglomeración constante de personas en la ciudad.
En esa línea, utilizando datos del Censo Nacional de Mercados de Abastos 2016 y una base geoespacial de supermercados construida por GRADE el 2017, se identificaron todos los centros de abastos que se ubican al interior de las zonas priorizadas señaladas al inicio de esta nota. Por otro lado, en base a un estudio reciente de GRADE, calculamos que el 93% de las personas que adquieren sus alimentos en mercados lo hacen en establecimientos que están a menos de 800 metros de distancia de sus hogares. Por tanto, no solo aquellos mercados que están dentro de las áreas prioritarias son lugares críticos, sino también los que se encuentran ubicados suficientemente cerca a ellas.
En el siguiente mapa podemos observar todos los establecimientos en cuestión, clasificados según nivel de prioridad. Nivel 1: 235 mercados y 4 supermercados ubicados al interior de las zonas prioritarias; Nivel 2: 213 mercados y 15 supermercados ubicados a menos de 400 metros de las zonas prioritarias; y Nivel 3: 151 mercados y 26 supermercados ubicados a una distancia de entre 400 y 800 metros de las zonas prioritarias.
Mercados y supermercados en zonas prioritarias de prevención y control
Si bien la prevención y control es tarea de todos, las medidas que decidan adoptar las autoridades competentes pueden surtir un mayor efecto si se aplican en los espacios señalados. Por ejemplo, los mercados y supermercados de las zonas prioritarias pueden ser objeto de desinfección intensiva y protocolos de distanciamiento social estrictos; constituirse en puntos de monitoreo obligatorio de temperatura corporal y, eventualmente, de aplicación de pruebas de diagnóstico rápido, con el fin de identificar y contener oportunamente cualquier foco infeccioso local. Contar, además, con información de aglutinamiento de personas por horas en esto espacios (mediante por ejemplo conexión de teléfonos móviles a antenas cercanas, o reconocimiento de imágenes satelitales o de drones) permitiría informar mejor a los consumidores para acudir en horas de menor concentración, así como distribuir con más eficacia las actividades de control de parte de las autoridades.
* Este análisis ha sido desarrollado por el área de Urbanización y Ciudades Sostenibles del Grupo de Análisis para el Desarrollo—GRADE. www.grade.org.pe.
El Comercio mantendrá con acceso libre todo su contenido informativo sobre el coronavirus.