El escudero

Daniela Ibáñez de la Puente

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Daniela Ibáñez de la Puente

Inercia, represión y supervivencia

Félix Puémape

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“Descartar a Alberto Otárola en la PCM podría poner en peligro la continuidad del Gobierno”.

Tras el advenimiento del caos político desatado en el 2016, muchos decretaban que la solución a todos nuestros problemas sería la etérea estabilidad. Es así que, desde hace más de un año, tras el golpe de Estado, nos encontramos ante un jefe del Gabinete Ministerial que, a pesar de todos los cuestionamientos y los escasos logros de su gestión, ha conseguido permanecer en el puesto. Desde el 2011, solamente tres presidentes del Consejo de Ministros han logrado permanecer durante más de un año en el cargo; el récord lo tiene Pedro Cateriano –primer ministro más longevo del gobierno de Ollanta Humala–, que permaneció al mando durante 16 meses. ¿Alberto Otárola logrará superar esa valla?

Como operador político de un gobierno bastante impopular, ha demostrado ser eficaz y es percibido como igual o más poderoso que la presidenta. En el plano del Ejecutivo, se han realizado muy pocos cambios ministeriales, algo que era la orden del día en la anterior gestión. En el plano del Legislativo, cuenta con el respaldo de la mayoría de las bancadas congresales, a pesar de que Boluarte no cuenta con un partido oficialista. Esto es una hazaña política, además, porque al contar con muy baja aprobación (un 17% aproximadamente en los últimos 12 meses), Otárola no puede recurrir a la táctica de polarización contra el Congreso, como lo hicieron jefes del Gabinete Ministerial durante el gobierno de Martín Vizcarra en su momento (que contaban con el doble de aprobación).

Esta eficacia se entiende debido a que Otárola ha estado en la política la mayor parte de su vida. Nació como político de izquierda y luego transicionó al ala progresista. Hoy, calificaría a Otárola como un pragmático populista socialdemócrata. A pesar de que habla constantemente de la importancia de la inversión privada, no se niega a evaluar un nuevo salvataje a Petro-Perú o asignarle los lotes petroleros más importantes del país de manera “temporal”, que en lenguaje gubernamental se traduce a “infinito”. Además, es de dudar su verdadera disposición a adoptar medidas de reforma integral, las que se requieren para poder volver a crecer en el largo plazo. Por ejemplo, la simplificación tributaria y burocrática, la flexibilización del mercado laboral, la reestructuración de empresas públicas, entre otros. En materia de seguridad, Otárola opta por el populismo punitivo con tintes xenofóbicos, al asignar la culpa de la creciente ola de delincuencia en el país a los ciudadanos extranjeros. Sin embargo, no logra capitalizar políticamente ello, debido a que las medidas contra el crimen anunciadas por el Gobierno son percibidas como ineficaces por la población.

La presión para que el Gobierno tenga logros en gestión irá en aumento a medida que se alarguen los meses de la recesión económica. El principal responsable político luego del presidente siempre es el primer ministro. Sin embargo, descartar a Otárola en la PCM podría poner en peligro la continuidad del actual gobierno. Queda claro que el círculo de confianza de Boluarte siempre fue muy reducido debido a la naturaleza de su ascenso al poder, y en este, Otárola resalta por ser su principal escudero.



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