A FAVOR
Voto de confianza, por Luisa María Cuculiza Torre
Congresista de la República
Hace unos días brindé declaraciones públicas personales de apoyo a Ana Jara, presidenta del Consejo de Ministros, declaraciones que, como es mi costumbre, fueron realizadas con franqueza y honestidad y según lo que mi conciencia me dicta.
El apoyo, manifestado en dichas declaraciones, se basó en la consolidación de la gobernabilidad del país. No hay que ser mezquinos cuando se hace política. Y, precisamente, una de las cosas buenas de este gobierno es el nombramiento de Ana Jara como presidenta del Consejo de Ministros, una gran mujer, excelente profesional y congresista.
Obviamente, estas declaraciones fueron realizadas a título personal y no expresan necesariamente la posición de mi bancada, con la cual, bajo el liderazgo de Keiko Fujimori, me siento conforme y cómoda, y por tratarse de decisiones colegiadas, acataré lo que se decida en ese nivel.
Siempre he manifestado que el país está primero y prevalece sobre toda diferencia política. Los peruanos tenemos el privilegio de haber nacido en este suelo bendito donde la tradición, la cultura, el arte y la naturaleza se mezclan para regalarnos los sentimientos más grandes que nos puede inspirar el lugar que vemos, tenemos y vivimos.
Por ello, me cuesta entender por qué el debate político se desperdicia en cosas banales como peleas e insultos, los cuales una vez que se dicen ninguna disculpa los remedia. En efecto, la ofensa y la calumnia se lanzan con tanta facilidad sin pensar que nada puede borrarlas.
Cada vez estoy más convencida de que la política es una guerra sin sangre donde el odio, la venganza y la manipulación son las armas que utilizan particularmente los mediocres. En nuestro país parece que el éxito está prohibido, pues siempre aparece alguien que trata de cortarlo sin medir las consecuencias. Para tener protección frente a ello, se debe tener cuidado de los ayayeros y timoratos, quienes al no poder surgir por sus propios medios esperan el mínimo error para sacar su veneno y arremeter con rabia. No piensan que en algún momento de sus vidas estarán solos frente a Dios rindiéndole cuentas, y tal vez en esos momentos se darán cuenta de que, en vez de aprovechar sus cargos para hacer el bien, desperdiciaron el tiempo dedicándose a dañar honras y destruir con maldad y persecución a quienes consideraban sus enemigos.
En esos lineamientos, la manera de hacer política debe ser vista de otro lado. Hay tantas necesidades básicas que atender como la pobreza extrema, la desnutrición infantil, la falta de hospitales, colegios y carreteras, así como la delincuencia y la corrupción que se perfeccionan de mano con el crecimiento de la economía.
Tomando en consideración ello, me parece incongruente y perverso por ejemplo que el congresista José León hable de una manera en privado y de otra en público. Ello se puede observar cuando hace afirmaciones frente a un micrófono, el clásico sí pero no o la escopeta de dos cañones. Las cosas se deben de hacer de una sola manera y conforme uno piensa, porque las convicciones no se negocian y no se debe ser como las malaguas que van conforme las lleva el curso del agua. Lamentablemente este tipo de hacer política en el Congreso es común y debemos de hacer todo lo posible para erradicarla.
EN CONTRA
¿Cómo y cuándo?, por Juan Carlos Eguren
Congresista de la República
A escasos días de la exposición de su plan de gobierno ante el Congreso de la República, la primera ministra Ana Jara se ha abocado a la ardua tarea de convencer a las bancadas de otorgarle el voto de confianza y, en ese sentido, el Grupo Parlamentario PPC-APP ha optado por escuchar a la titular del Gabinete Ministerial antes de decidir.
Conviene advertir, sin embargo, que existe un total desconocimiento de los partidos y políticos en general sobre las normas constitucionales y prácticas parlamentarias, comenzando por el propio presidente de la República.
Así, el primer año de gestión presidencial el mensaje al Congreso debe comprender las líneas maestras y ofrecimientos de lo que se quiere hacer durante el lustro de mandato y los años siguientes la oportunidad para efectuar una rendición de cuentas sobre lo que se hizo o dejó de hacer en los 12 meses anteriores.
En cambio, el voto de investidura y/o confianza se otorga o no en función del plan de gobierno que el gabinete ministerial pretende desarrollar. En consecuencia, es una apuesta a futuro. Negar la confianza de algo que está por suceder requiere de una evidencia muy clara de incapacidad de gestión para cumplir con los objetivos trazados o que en el equipo de ministros haya personas indeseables que estén ligados a hechos de corrupción.
En este caso hay coincidencias en el qué hacer. Todos estamos de acuerdo con que se debe apoyar el fortalecimiento de los sectores Educación, Salud, seguridad, eliminación de la tramitología, simplificación administrativa, entre otros. Allí reside nuestra principal desconfianza: hay incapacidad de gestión en el manejo de los recursos.
Ejemplo de ello es que si bien tenemos la disposición de apoyar el incremento del presupuesto para Educación en 4 mil millones, resulta que al cierre del primer semestre este sector apenas gastó el 14,1% de su presupuesto para inversiones. Con una partida presupuestal de S/.3.022’209.234 solo ejecutó S/. 425’392.274 .
Otro tanto, sucede en el sector Interior, que cuenta con un presupuesto de inversiones de S/.354’638.684,93 y solo ejecutó S/.93’736.451, lo que equivale a un 26,4%. Un dato real, frío y concreto que resulta inaceptable más aun cuando el problema de inseguridad ciudadana azota inmisericorde a toda la población.
Estos solo dos ejemplos de la escasa capacidad de gestión y ejecución del gasto público al cual no es ajeno el Gobierno Nacional que apenas ejecutó el 22,9% del total de su presupuesto para inversiones (S/.3’938.060.034 de un total de S/.17.216’976.899).
Ante estas muestras de ineficiencia e incapacidad en el manejo de los recursos para inversiones, solo queda preguntar: ¿quién nos garantiza que se ejecute adecuadamente el presupuesto para inversiones? ¿Cómo podríamos entregar un cheque en blanco a quien viene a efectuar una serie de anuncios y ofrecimientos que no sabemos cómo y cuándo se concretarán?
Por ello, creemos que primero debemos escuchar a la primera ministra Jara y, sobre todo, nos brinde detalles sobre cómo y cuándo pretende cumplir con sus ofrecimientos. No basta con las buenas intenciones y el país ya no está para más promesas.
¿Qué se pretende hacer, cómo y cuándo? Son las interrogantes a responder...